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El número de máquinas para hacer churros vendidas en el pasado ejercicio alcanza el millar de unidades y su facturación, los tres millones de euros. Industrias José Luis Blanco se ha abierto paso en 110 países donde el consumo de churros se ha incorporado sin problema a la oferta gastronómica mundial.
–La venta fuera de nuestras fronteras concentra la mayor parte de su facturación. Con la cada vez mayor expansión de la venta de churros, ¿queda mercado por conquistar?
–Los churros son un producto muy nuevo en muchos países y además donde entra, se extiende. Vendemos a más de un centenar de países que representan el 70% de nuestra facturación. En el norte de Europa, está bastante extendido. En Dinamarca, comenzaron las churrerías hace 25 años por la iniciativa personal de un señor casado con una española. Y también hay mucho potencial en Hispanoamérica.
–Son una empresa referente. ¿Se imaginaba que iban a llegar a estas cifras?
–Somos una empresa familiar que puso en marcha mi padre y cuando entré en los años 90 observé que las churrerías en España eran un número limitado y teníamos una maquinaria que duraba 40 años, así que pensé en diversificar y salir al exterior. En estos años esta ha sido nuestra política. También pusimos en marcha una tienda y todavía queda muchísima churrería con un sistema de producción tradicional que se va modernizando.
–Además de maquinaria y accesorios, han ampliado su cartera de venta a materias primas, decoración consumibles...
–Así es, aparte de las máquinas, por artículos, el producto que más facturación nos proporciona es la harina. Hemos ido creciendo poco a poco, también nuestras necesidades de espacio y eso requiere de una capacidad de almacenamiento más grande y por eso adquirimos una nave. De esta forma, doblamos las instalaciones actuales en superficie. Aún estamos en obras, la parte de almacén que serán 1.000 metros más, estará operativa en breve y la otra zona, de exposición y oficinas, estará lista para finales de año. Hemos realizado una fuerte inversión, que supera el millón de euros.
–¿Es su desafío más inmediato?
–Hay que hacer crecer el negocio lo suficiente para que esta apuesta haya merecido la pena. Y en este punto estamos. Otro reto es la incorporación de la tercera generación para que cada uno tenga sus responsabilidades. Y en cuanto a la innovación, estamos abiertos a seguir trabajando en esta línea.
–¿Innovar siempre es sumar?
–Creo que la innovación tiene que ser parte del ADN de la empresa. Es un proceso continuo. Como trabajamos por series, de una a otra, ya incorporamos alguna cuestión para mejorar. Recuerdo que las pantallas táctiles ya las teníamos incorporadas en el año 2009 y nuestra primera web fue en el año 1998. En este sentido, somos muy inquietos.
–¿La IA encaja en su sistema de producción?
–Ya la estamos utilizando. Vamos poco a poco viendo posibilidades que tiene. Me parece una herramienta maravillosa en el apartado de interacción con nuestros clientes. Estamos haciendo pruebas para la implantación de cuestiones automatizadas. Tiene muchas posibilidades, así que estudiaremos la mejor forma de aprovecharla.
–La tecnología avanza de forma vertiginosa. ¿Qué opina de la fabricación con impresoras 3D?
–Hace unos diez años exploramos la posibilidad de hacer algún tipo de pieza con maquinaria 3D, pero entonces el coste de fabricación era muy superior a la tradicional. De momento, no puede sustituir a nuestros procesos, pero en el futuro no sabemos qué ocurrirá.
–En su caso, ¿la carta de presentación a potenciales clientes extranjeros se produce a través del canal online?
–Por internet entra el 99,9% porque si no a 110 países no podríamos llegar. Prácticamente todo se canaliza por nuestras webs. Tenemos tienda online desde hace mucho tiempo. Ahora, al ampliar instalaciones ya tenemos la web preparada con una programación integrada a nuestro sistema de gestión, de forma que no hay que actualizar de forma manual ni precios, ni existencias, va todo automatizado. Planteamos también, a través de este canal, a nivel nacional y de Europa, la facturación de venta de consumibles.
–Exportan máquinas de churros desde Valladolid a todo el mundo.
–Estamos muy ligados a Valladolid pero actualmente tenemos externalizado el 70% de los componentes que utilizamos en nuestra fabricación. Nosotros hacemos montajes y piezas clave en las que controlamos todo el proceso productivo, pero otras se externalizan. El montaje está en Valladolid y aquí seguirá.
Apuesta empresarial
–Este año, la Universidad de Valladolid reconoció su trabajo con el Premio Especial de la 40ª edición del 'Certamen Empresario' del Año, ¿cómo valora el nivel de apuesta empresarial por esta comunidad?
–Si no apostamos los propios castellanos y leoneses…. En mi caso mi mercado no está en Castilla y León, ni en Valladolid. El número de churrerías es limitado. A nivel logístico estoy en un sitio con el que no tengo ningún problema para exportar a todo el mundo. Vendiendo a 110 países, nuestra venta es tan diversificada que podemos estar en nuestra tierra y aportar al tejido económico.
–¿En el sector de la churrería hay crisis?
–Hay que tener en cuenta que tenemos un mercado de exportación muy amplio es muy difícil que, entre todo en crisis a la vez, exceptuando la pandemia que nos afectó mucho porque estamos ligados directamente con la hostelería. En los últimos años, la venta de churros ha comenzado a extenderse. La gente viaja mucho, ve los productos de otros lugares y aunque no sean de cultura hispana, los churros llegan a mercados muy diversos.
–Además de la pandemia a nivel mundial se sucedieron la crisis de las materias primas y también del acero. ¿Cómo afectó esto al negocio?
–La harina y el aceite subieron muchísimo y hubo un problema de desabastecimiento, sobre todo cuando comenzó la guerra en Ucrania. Una gran parte del aceite de girasol, que es lo que se utiliza en churrería, venía de allí. Ahora el mercado se ha regulado, pero los precios han subido y no están a los niveles anteriores a esta crisis. También hubo crisis de componentes electrónicos, que han afectado a los plazos de entrega de maquinaria. En nuestro modelo de negocio el impacto que tiene sobre el coste total no es porcentualmente igual que la subida del acero inoxidable porque hay más componentes.
–¿Y qué solución tiene?
–Procuramos dar unos tiempos mayores para evitar tener que decir al cliente que no va a llegar la máquina en la fecha esperada. En ese sentido, nos ha cambiado la operativa de ventas.
–¿Cómo se cumple desde su empresa con el compromiso medioambiental?
–Los objetivos que se plantean a las empresas de respeto al medio ambiente los vamos cumpliendo. Tenemos toda la instalación con paneles solares y me parece fundamental. En cuanto a la gestión de residuos, que es obligatoria, por supuesto cumplimos con ello. En iluminación, renovamos con el sistema LED. Así que cuando echamos un vistazo a los compromisos fijados para 2030 vemos que tenemos ya mucha parte de los deberes hechos. Además, las nuevas generaciones vienen muy concienciadas y eso es un factor que suma porque hay una conciencia por hacer las cosas bien y además de forma sostenible.
–¿Se puede conciliar la vida personal con la laboral cuando la empresa es familiar?
–Mi padre siempre decía que no hay que convertirse en una máquina de ganar dinero. Lo personal también hay que tenerlo en cuenta. Soy consciente de que se han podido hacer más cosas y más deprisa, pero es cierto que también es importante ir un poco más despacio y tener una vida personal. Las empresas absorben mucho y hay que saber desconectar porque cuando llegas a casa, por la cabeza se te van pasando muchas ideas. Toda la familia tenemos un hijo que se llama Industrias José Luis Blanco y te da satisfacciones y alegría, pero también preocupaciones.
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