Elisa Campillo
Martes, 16 de mayo 2017, 05:58
Actualmente, 58 empresas de Castilla y León están reconocidas con un sello EFQM (Fundación Europea para la Gestión de la Calidad, por sus siglas en inglés) que certifica la excelencia en gestión empresarial. El volumen de sociedades reconocidas en la región representa el 11,5% del total de los sellos de este tipo vigentes en España. Es la cuarta comunidad autónoma con más reconocimientos, por detrás de Madrid, Canarias y Asturias. Entre las empresas con certificaciones europeas de excelencia se encuentran hospitales, centros educativos, fundaciones o empresas de servicios.
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El modelo EFQM abarca la gestión al completo de la organización, desde el liderazgo, la estrategia, las personas, los recursos, los procesos, la puesta en el mercado de los productos y servicios y los resultados de la organización. Funciona como una suerte de espejo que permite a la organización mirar cómo es su gestión en un momento determinado, cuáles son sus puntos fuertes y establecer sus oportunidades de mejora. No certifica el cumplimiento de ninguna clase de requisito.
Los sellos de excelencia avalados por la EFQM se otorgan a través de los partners que la organización con sede en Bruselas tiene en los diferentes países, y en España esa tarea corresponde al Club de Excelencia en Gestión (CEG). La organización tiene dos papeles principales: por un lado garantizar que se cumplen los requisitos marcados por la EFQM (número de evaluadores o tiempos de evaluación en función del tamaño de la empresa, por ejemplo) y otorgar el certificado correspondiente al final. Cuando una organización en España hace una evaluación externa a través del esquema oficial EFQM obtiene dos certificados, uno emitido por el CEG y por una de las ocho entidades de certificación que colaboran con el mismo en el esquema de reconocimiento Aenor, Applus, Cámara Certifica, Educatia, Bureau Veritas, SGS, Tüv Rheinland y Lloyds Register y además recibe un certificado internacional emitido por la EFQM que se convalida de forma automática.
Proceso en cuatro fases
El proceso de obtención de los sellos EFQM cuyo precio oscila entre los 2.500 y los 18.800 euros, IVA excluido, en función del tamaño de la empresa y el tipo de evaluación consta de cuatro fases principales. En primer lugar, la empresa realiza un autodiagnóstico para saber dónde está en ese momento y analizar qué puede mejorar. Una segunda fase es la de propuestas de mejora, en la que la organización establece unos objetivos y unos planes de acción que le permitan mejorar la gestión. La tercera fase es la evaluación propiamente dicha. Un equipo mixto compuesto por miembros de una entidad de certificación y del CEG hacen una evaluación externa y a partir de los resultados formulan una propuesta de nivel de sello (hay cuatro niveles: Compromiso de Excelencia, Sello 300+, Sello 400+ y Sello 500+). El equipo prepara un informe de evaluación, que es lo que le queda a la organización, donde ofrecen una serie de pautas sobre cómo puede continuar a partir de ahí. Por último está la fase de certificación, de obtención del sello, cuando el CEG revisa el expediente de evaluación y en función de las conclusiones finales entrega el reconocimiento que corresponda.
Hay muchos tipos de certificaciones diferentes aunque, explican desde el CEG, no todas están homologadas con el modelo europeo. «Nosotros garantizamos que las evaluaciones se realizan acorde a lo que marca la EFQM, a lo que ha probado en distintos países y le funciona, pero no sabemos lo que hay detrás de otro tipo de certificaciones», explica la directora de Reconocimiento y Evaluadores del CEG, Susana Fábregas. «Últimamente, con la asignación de fondos públicos en determinados sectores por criterios de calidad, han surgido otro tipo de certificaciones que no siguen las mismas pautas. La administración debería asegurarse de que otorga los fondos a organizaciones que realmente lo merecen», expone. ¿Cómo se pueden distinguir unos reconocimientos de otros? La respuesta es clara «Preguntando». Fábregas reconoce que también pueden existir otras motivaciones para elegir reconocimientos distintos
Los sellos de excelencia otorgados por la EFQM tienen una vigencia de dos años, aunque durante ese tiempo pueden producirse cambios. Por ejemplo, en caso de absorciones o fusiones, puede ser necesario hacer una visita de seguimiento para comprobar si la gestión sigue en los niveles en los que estaba cuando se otorgó el sello o ha cambiado. También se puede llegar a retirar un sello si realmente la gestión ha empeorado durante esos dos años. Cuando el sello caduca, la organización puede renovar presentándose de nuevo. Algunas empresas entran directamente en un nivel alto, pero normalmente avanzan poco a poco desde el nivel más bajo.
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Desde el CEG aseguran que la excelencia no es un aspecto que el cliente pida, pero sí que valora. Un sello de excelencia puede ayudar a una empresa demostrar que es ágil, que se adapta al entorno, que es innovadora, que busca la manera de hacer mejor las cosas, o que se preocupa por sus grupos de interés, como clientes, proveedores o accionistas.
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