Secciones
Servicios
Destacamos
Ángel Blanco Escalona
Viernes, 4 de marzo 2016, 09:35
España tiene un problema con las trabas, los requerimientos muchas veces kafkianos y las zancadillas que sufren los emprendedores que inician el ya de por sí dificultoso camino de la empresa y también los empresarios que quieren que su negocio crezca y alce el vuelo más allá del terruño. Lo proclaman de forma recurrente los organismos internacionales que hacen estudios comparativos entre legislaciones de países de nuestro entorno y, lo que es peor, lo corroboran con un lamento constante y frustrante los propios protagonistas que lo sufren en primera persona. Da igual quién gobierne y cuántas medallas se cuelgue autoproclamándose eliminador de trabas administrativas. El resto de países siempre terminan aventajando a España, que queda relegada una y otra vez a los últimos puestos de la lista;desesperados los empresarios y gozosos los competidores extranjeros.
Anoche le tocó decirlo a Santiago Miguel Casado. En su nombre y en el de sus hermanos Alfonso, Isabel y César. También en el de sus padres, Heriberto y María, cuyo pequeño negocio estaba en la ruina cuando tuvieron que recurrir a la ayuda de sus hijos, algunos todavía adolescentes. Y, ¿por qué no?, también lo pronunció en nombre de los más de cien empleados de su empresa y de los cerca de quinientos que tienen un trabajo gracias a ella. Ayer le tocó decirlo al Grupo Hermi, que recogió el Mercurio en el transcurso de la gala de la 32 edición del Premio Empresario del Año que organiza la Facultad de Comercio de la Universidad de Valladolid.
«No tengo más remedio que decir que facilitar la puesta en marcha de nuevas empresas no es una realidad en España», manifestó Santiago Miguel con el galardón en sus manos, ante más de doscientos asistentes al encuentro, desde alumnos y exalumnos de la Facultad de Comercio hasta empresarios de éxito.
«Son muchas las trabas que sufrimos los empresarios lamentó. Y no es una queja personal, sino que también lo dicen organismos como la OCDE(la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que nos sitúa nada menos que en el penúltimo lugar de la lista de los países desarrollados en función de las facilidades para abrir una empresa. Nada menos que un mínimo de seis mil euros de coste y nueve meses de plazo;todo un lastre para las pymes más pequeñas». El empresario vallisoletano proclamó: «No puede ser que otorguemos semejante ventaja a nuestra competencia».
Segunda oportunidad
Pero el clamor de Santiago Miguel Casado contra esta situación fue más allá, porque la tenaza administrativa no afloja una vez que la empresa ha echado a andar y parece que va bien. «Es un hecho que son muchas las pymes que eligen no crecer por culpa de la Administración. Yprefieren no crecer aun pudiendo hacerlo, incluso teniendo una actividad competitiva». Porque aquí crecer «obliga someterse a una serie de cambios, a atenerse a nuevas normas» legales y fiscales, «a acometer alteraciones societarias de tal magnitud que a muchos no les compensa».
«No limitemos la posibilidad de crecimiento de pymes que son competitivas», continuó el dirigente del Grupo Hermi, segundo productor de carne de conejo de Europa, quien en su discurso incluyó también una reclamación de otro calado. «No estigmaticemos el fracaso;para los empresarios es muy duro vivir en un lugar donde resulta demasiado habitual que se envidie el triunfo, se pongan zancadillas al trabajo ajeno y no se perdone el fracaso, que en otros lugares sí se ve como lo que realmente es:aprendizaje».
De todos los sectores
En este mismo mensaje hizo hincapié en su discurso José Antonio Salvador Insúa, decano de la Facultad de Comercio. «Lo que en el caso del sueño americano se convierte en motivo de orgullo:el hombre hecho a sí mismo, el empresario que tropieza y es capaz de levantarse;aquí se convierte en disculpa para la crítica sin piedad, porque aquí a los empresarios no se les da el reconocimiento que merecen», afirmó el representante universitario, quien también hizo un canto al «compromiso de formación y empleabilidad» de la Facultad de Comercio vallisoletana.
El rector de la UVA, Daniel Miguel San José, se refirió al valor de los empresarios «comprometidos con la creación de riqueza y empleo, con la economía productiva y con la cohesión social, en unos tiempos en los que parece imperar la tiranía de la economía financiera».
Tuvieron también su reconocimiento como empresarios del año Ramón y Henar Santos García, de Quesos Cañarejal, en el ámbito de agroalimentación; Jesús Blanco Fernández, de Blanco Óptica Boutique, en el del comercio; Ana Espinel Valdivieso, de Audiotec, en el de construcción; y Jesús Ángel Zarzuela Mateos, de Hotel Gareus, en hostelería. También Moisés Domingo García, de Luxintec, en industria; e Ignacio Crespo Gutés, de Biotran, en el sector servicios.
Además, en la categoría de Empresario Joven el premio recayó en Alberto Acebo Bécares y Adrián Ferrero Fernández, de AC-GEN Reading Life. También, dentro del nuevo apartado dedicado al tercer sector, las Hermanas Hospitalarias del centro Benito Menni de Valladolid, galardón recogido por Sor Mari Cruz y Alfredo Sánchez.
Vicente Garrido Capa, presidente de Lingotes Especiales, que fue premiado en el certamen hace 25 años, recogió un nuevo reconocimiento como Empresario de Plata.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.