Voluntariado de acompañamiento al final de la vida y soledad en las residencias

«Es una adicción, vas a querer más y no lo vas a dejar. Finaliza un programa y encuentras otro», explica Rosa María Rabadán sobre su experiencia con el voluntariado desde hace más de treinta años. Dedica parte de su tiempo libre a colaborar con dos programas en Salamanca, uno centrado en la atención integral para personas de edad avanzada, pacientes de cuidados paliativos y sus familias y otro 'Proyecto Final de Vida y Soledad', que se enmarca en el Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación 'la Caixa'. Una iniciativa que coordina la Asociación para el Desarrollo de los Cuidados Paliativos y el Tratamiento del Dolor de Castilla y en la que también participa, desde hace poco más de un año, Juana Pérez, aunque su relación con el voluntariado también comenzó hace tres décadas.

«Ser voluntaria es una cuestión de organización y de querer. Si uno busca un momento para tomar un café o estar con los amigos también puede hacerlo para esto. Hay que organizarse y tener ese espíritu», señala.

Juana dedica seis horas a la semana a compartir su tiempo con las personas mayores. «Adoro esta generación porque nos han dado tanto y cualquiera puede encontrarse en un momento de soledad no deseada», insiste. En este sentido, el 'Proyecto Final de Vida y Soledad', aborda la intervención comunitaria para sensibilizar sobre las situaciones de final de vida, el malestar emocional y el sentimiento de soledad de las personas que se quedan aisladas por una enfermedad. Sobre esas necesidades, aliviar el malestar emocional y fomentar las relaciones interpersonales, trabajan Rosa María y Juana. Las dos coinciden en que se recibe más de lo que se da –«suena a tópico, pero de verdad que es cierto»– y aprovechan la oportunidad para hacer un llamamiento social: «Hay que ser capaces de ver las realidades que existen a nuestro alrededor y que a veces pasa inadvertidas», comenta Rosa. Por su parte, Juana señala que «hay un voluntariado para cada persona. Creo que es importante ayudar a las personas a ser felices y, si yo me encuentro en condiciones óptimas físicas y mentales, ¿por qué no voy a hacerlo?».

La primera vez que Rosa comenzó su experiencia como voluntaria lo hizo en hospitales, pero la pandemia le obligó a dejarlo. «No podíamos estar allí así pero en cuanto fue posible me reincorporé a las residencias porque es lo que primero permitieron». En su caso, los adornos florales se han convertido en su carta de presentación. «Lo llevo a las visitas y, la verdad, es que se alegran los pacientes y las familias». Su labor de acompañamiento es también de escucha y de empatía como ella misma apunta, «hay muchos tipos de comunicación. Hay que saber escuchar y también estar en silencio, a veces un roce o una mirada lo dice todo».

Para Juana, el voluntariado se trata de «una red amorosa en la que todos podemos participar». Recuerda que desde pequeña ha tenido la voluntad de ayudar a los demás, pero aconseja «conocerse muy bien a uno mismo» para «saber dónde uno puede ser más útil » en una acción de voluntariado. En este sentido, ambas aconsejan informarse de los programas de voluntariado que se desarrollan en sus ciudades, «seguro que hay un programa para ti. No hay edad para ser voluntaria».

El martes 5 de diciembre se celebra el Día del Voluntario para agradecer la labor altruista que, como Rosa y Juana, realizan miles de personas en el mundo. Cualquier interesado en participar en los programas de acompañamiento de la Caixa puede dirigirse a companerosdelalma@fundacionlacaixa.org

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