Cerca ya de la finalización del 30 Aniversario del Centro Tecnológico CARTIF quiero compartir con los lectores de El Norte de Castilla lo que para mí ha sido una experiencia maravillosa; y también –creo yo– de éxito para Valladolid y el conjunto de Castilla y ... León.
CARTIF es el resultado de una idea que se gestó en 1994 en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Valladolid, donde un grupo de profesores y colaboradores, con el apoyo del Rector de la Universidad, tuvo la audacia de imaginar lo que podía ser un centro de referencia en innovación y transferencia tecnológica. Durante los primeros cinco años, la Escuela de Ingenieros Industriales cedió, de forma desinteresada, espacios que fueron fundamentales para que el proyecto pudiera arrancar. Estos momentos fueron clave para que CARTIF pasara de ser una idea a convertirse en una realidad.
Contamos desde el principio con el apoyo imprescindible de la Junta de Castilla y León, cuyo respaldo fue clave para que esta idea tomara forma. Gracias a su compromiso, fuimos capaces de afrontar un reto decisivo: la construcción de nuestro primer edificio en el Parque Tecnológico de Boecillo, además de conseguir establecer mecanismo de apoyo a la realización de los primeros proyectos de I+D. A su vez, CARTIF ha contribuido de manera significativa a la fiscalidad de la región, llegando con ello a compensar, e incluso superar, las aportaciones que hemos recibido y que han sido tan fundamentales para nuestro desarrollo.
Debemos reconocer que la Junta de Castilla y León acertó al impulsar la creación de los centros tecnológicos y fomentar su presencia en los parques tecnológicos de la región. La decisión de destinar fondos FEDER a esta labor fue un gran acierto estratégico. En este punto, quiero hacer una mención especial a Tomás Villanueva, un consejero visionario en esta materia, cuyo liderazgo fue clave para materializar esta visión.
La experiencia acumulada en estos 30 años me lleva a incidir en la importancia que tiene para la región la correcta y ágil gestión de la estrategia y los fondos destinados a promover la innovación. La competitividad de las empresas de Castilla y León representa uno de los mayores activos de los que disponemos para afrontar nuestros mayores retos, tales como la despoblación, el desempleo y en general la mejora de la calidad de vida.
Tenemos que lograr entre todos que estas empresas no pierdan su posición de liderazgo, en aquellos casos en los que afortunadamente lo ostentan, que no son pocos y extraordinariamente meritorios, y tenemos que hacer el máximo esfuerzo para lograr impulsar a aquellas empresas que aspiran a mejorar sus cuotas de mercado y, por tanto, ampliar su negocio y el retorno que de su actividad recibe nuestra comunidad autónoma.
Y es en este punto donde estoy plenamente convencido que la innovación juega un papel clave y determinante. Tratemos, por favor, entre todos de mejorar y potenciar las oportunidades y los mecanismos para innovar nuestro tejido empresarial. Nosotros aportaremos nuestro granito de arena, es nuestro compromiso y nuestra misión fundamental, y esperamos que la administración siga teniendo el papel referente en promoción y apoyo a esta actividad.
Permítanme hacer ahora otra reflexión, en este caso en relación con las estrategias globales que actualmente se nos imponen, particularmente la agenda 2030 de las Naciones Unidas, adoptada con un punto de irresponsabilidad y exceso de entusiasmo por la Unión Europea.
Si bien la Agenda 2030 representa un ambicioso conjunto de objetivos para lograr un desarrollo sostenible, debemos reconocer que su implementación no está exenta de desafíos, y que nos enfrenta a la complejidad de equilibrar metas globales con realidades locales. Además, presenta limitaciones al no abordar adecuadamente la dicotomía entre ciencia e ideología, algo esencial en temas críticos como el cambio climático. Para que el Pacto Verde y otras iniciativas tengan éxito, es fundamental conocer con rigor científico la naturaleza de estos fenómenos y basar las decisiones en la evidencia científica sólida y la información del mercado. Por ejemplo, la descarbonización se ha centrado en aspectos parciales como la eliminación de los motores de combustión y su sustitución por las baterías que alimentan los vehículos eléctricos, cuando debía haberse fijado esencialmente en el estudio y mejora real de la calidad del aire que respiramos.
Uno de los principales retos es la velocidad a la que se espera alcanzar ciertos objetivos, que a menudo puede no coincidir con la capacidad real de adaptación de las infraestructuras, economías y sistemas políticos locales. Esto nos obliga a encontrar soluciones innovadoras que no solo cumplan con las metas marcadas, sino que lo hagan sin comprometer la viabilidad económica o el bienestar de las comunidades locales a corto plazo. En este sentido, es fundamental que, en regiones como Castilla y León, adaptemos las estrategias a nuestras particularidades, promoviendo un desarrollo sostenible que reconozca nuestras fortalezas y limitaciones. Debemos ser críticos y reflexivos al aplicar los objetivos, buscando siempre un equilibrio entre ambición y pragmatismo.
Los informes de Letta y Draghi ya han señalado que la calidad de las instituciones es clave, y que para que las regulaciones sean justificables, es necesario que su aplicación sea rápida y efectiva. Además, debemos incrementar cada vez más la inversión en I+D, pues los recursos surgen de un entorno de libertad y creatividad donde se genera riqueza. Debemos recordar que la pobreza es fácil de repartir, mientras que la creación de prosperidad exige esfuerzo y una visión a largo plazo. En esta ecuación, la innovación y la tecnología juegan un papel clave, siendo las herramientas que nos permitirán avanzar hacia los objetivos de la Agenda 2030 de manera sostenible, eficiente y adaptada a nuestras necesidades. Para que esto sea una realidad, necesitamos una planificación coherente y una gestión de los recursos que sea ágil, flexible y en sintonía con la realidad empresarial y social de nuestra región.
Estoy convencido de que, tras 30 años, hemos convertido a CARTIF en una referencia en innovación y tecnología en Castilla y León. Este logro no ha sido fruto de la casualidad, sino del esfuerzo conjunto de muchas personas comprometidas con la visión común de poner la tecnología al servicio del progreso y el bienestar de nuestra sociedad. Ha sido gracias al trabajo incansable de todos los que forman parte de este Centro, que impactan no solo en nuestra región, sino también a nivel nacional e internacional.
Mirando hacia el futuro, estoy convencido de que CARTIF seguirá siendo un referente. Las nuevas generaciones que hoy forman parte de nuestro equipo son el motor que impulsará los próximos avances. Su talento, creatividad y pasión por la tecnología nos permitirán afrontar con éxito los retos que están por venir.
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