Ignacio Martín Obregón, presidente de la cooperativa Bodegas Cuatro Rayas Rodrigo Jiménez

Ignacio Martín Obregón. Presidente de Bodegas Cuatro Rayas y recién elegido presidente del Fórum Mundial de Cooperativas Vitivinícolas

«Apostamos por la profesionalización y por una gestión organizada»

Fundada en 1935, Cuatro Rayas elabora más de 15 millones de botellas de vino al año, factura 35 millones y exporta a 40 países

Andrea Díez

La Seca (Valladolid)

Domingo, 14 de julio 2024, 09:27

Han transcurrido casi noventa años desde que se constituyera la Bodega Cooperativa de La Seca, que desde 2019 se denomina Bodega Cuatro Rayas. Su presidente, Ignacio Martín Obregón, acaba de asumir la Presidencia rotatoria del Fórum Mundial de Cooperativas Vitivinícolas hasta octubre del próximo 2025

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–¿Qué implicaciones conlleva este nuevo cargo rotatorio?

–Entramos a formar parte de la Asociación Foro Mundial de Cooperativas Vitivinícolas en 2018. Pusimos sobre la mesa un plan para organizar este Foro y en 2023 se acordó que nuestras instalaciones albergaran la sede permanente. Nuestro objetivo es establecer alianzas y hacernos más fuertes con los productores de vinos tranquilos, espumosos y mostos procedentes de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, España, Portugal, Francia, Italia y Australia.

–¿Nuevas alianzas y expansión del negocio supone también nuevas inversiones?

–Este año hacemos una ampliación de 180 hectáreas de viñedo para los propios socios y para procesarlo estamos construyendo un lagar nuevo, que nos gustaría que estuviese operativo para la vendimia. Así lograremos mejorar el rendimiento de la elaboración de nuestros vinos porque tenemos mucha variedad. Queremos que las nuevas instalaciones, en las que hemos invertido alrededor de cuatro millones de euros, estén operativas cuando llegue la época de vendimiar. Hay que tener en cuenta que en la cooperativa hacemos vinos muy diferentes, en función de la edad del viñedo, del terreno, de si en vaso o en espaldera..., hay muchos factores que influyen. Nuestros vinos se diseñan desde el campo hasta el producto final. Somos una cooperativa, pero no hacemos todos los vinos iguales. En los últimos años estamos haciendo unos vinos especiales y eso requiere tiempo y ampliación de instalaciones. Son inversiones con partidas pequeñitas, pero necesarias porque se realizan distintos sistemas de recogida.

–En 2020 lanzaron la categoría Gran Vino de Rueda. ¿Cómo ha evolucionado en el mercado?

–Hemos apostado, en los últimos años, por los vinos de alta gama para marcar una diferencia entre diferentes calidades de uva, de viñedo y de edades. No se trabaja de la misma manera con una uva de viñedo centenario, vendimiada a mano y que requiere de un procesado especial para ser destinada a la categoría de Gran Vino de Rueda. Hacer esa diferenciación de los vinos premium, de los que igual salen 10.000 botellas por añada, por ejemplo, requiere unas instalaciones adecuadas para su producción.

–Y en esa fase de actualización, ¿cómo funcionan los canales de venta online?

–Empezamos poco a poco porque es un proceso que lleva tiempo, pero dio la casualidad de que la pandemia llegó justo cuando tuvimos la estructura de venta online organizada. Estas ventas representan aproximadamente el 1,5 %. No cabe duda de que este es un sistema de venta que ha venido para quedarse. Especialmente la gente más joven recurre a la compra online no sólo de vinos sino de todo lo que se genera alrededor de este sector, como herramientas o utensilios.

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–Con sede en La Seca, ¿qué impacto tiene la actividad de la coo¬perativa en la economía de la zona ?

–Somos tres centenares de socios viticultores y entre todos sumamos cerca de 2.400 hectáreas de viñedo. En términos de empleo, la cooperativa da trabajo a cerca de setecientas personas entre los treinta pueblos de las provincias de Valladolid y Segovia, con un impacto económico estimado cercano a los 35 millones de euros. Además, otro aspecto a destacar es que la cooperativa, que funciona bien, tiene el relevo generacional garantizado y eso contribuye también a fijar población. En otros sectores que no son tan rentables los pueblos se acaban despoblando, pero las cooperativas son importantes para mantener la actividad en el medio rural.

–Desde su fundación defiende el modelo cooperativista...

–Para mí todo son ventajas. Si el sector agrario funcionara por cooperativas todo sería diferente. Somos empresas de las que dependen nuestras familias y trabajamos juntos para tener un producto final competitivo. Hay que unirse porque además de hacer el vino hay que venderlo y estamos en un mundo globalizado. Tenemos que pelear y contar el trabajo de comerciales y gente preparada para ser rentables. Aquí no se toman decisiones individualistas: hay reuniones, un consejo rector y también una asamblea general para asuntos de mayor calado.

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–Está a punto de finalizar su Plan Estratégico 2022-2024 y ha renovado en el cargo de presidente de la cooperativa. ¿Qué balance hace de este tiempo?

–Mi objetivo es mantener la línea ascendente que llevamos desde los años 70 y mejorarlo. Hemos logrado en este tiempo más de lo que pensábamos. Por ejemplo, hace años se planteó vender el 100% del vino embotellado y se ha conseguido. Como cooperativas podemos ser tan competitivas como la industria privada, pero hemos demostrado que estamos a la altura. La apuesta de la cooperativa es la profesionalización, una gestión organizada para que los socios puedan estar tranquilos y las cuestiones técnicas las lleven trabajadores especializados. Los agricultores hacemos un producto de calidad y para hacer vinos y venderlos hay otros equipos profesionales, que han sido clave. La apuesta por la profesionalización repercute en otras áreas de la cooperativa en cuanto a su función social en el territorio.

Ignacio Martín Obregón, fotografiado para la entrevista. Rodrigo Jiménez

–¿Hay crisis en el mundo del vino?

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–Vivimos una situación difícil y complicada, pero que se puede gestionar. En la DO Rueda tenemos más litros de vino producidos de los que podemos vender, pero hay que saberse adaptar a los picos de demanda. Y cuando hay excedentes hay que salir a vender, no esperar a que te vengan a comprar. La cosecha de 2022 fue la más grande de la historia de la bodega y lo pudimos defender muy bien.

–La nueva normativa europea de etiquetado para los vinos producidos a partir del 8 de diciembre de 2023, ¿cómo les afecta?

–Nosotros nos adaptamos. Cuando nos exigen una normativa hay que cumplirla. Así que lo afrontamos de cara y cuanto antes te integres, mejor. Está siendo una adaptación progresiva y se está trabajando con un sistema QR para no tener que volcarlo todo en la contraetiqueta. Así, ofrecemos esa información nutricional de forma más práctica a la hora del diseño y cómoda para el consumidor. Se está haciendo de forma paulatina porque es una nueva norma y tenemos que cumplir con ella.

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–También hay mucha normativa sobre cuidado y protección del medio ambiente...

–Tenemos que ser conscientes de la necesaria reducción del impacto ambiental en lo que hacemos. Todos los pasos que se van dando son imprescindibles. Nosotros rebajamos en el uso de productos químicos y afinamos en el uso de tratamientos específicos para cada plaga y también elaboramos en viñedo certificación ecológico. En cuanto al uso de combustibles, se optimiza el trabajo y con la maquinaria actual conseguimos reducir este impacto. Fuimos la primera cooperativa de Castilla y León en calcular la huella de carbono en uno de nuestros vinos y trabajamos desde hace años para reducir este valor al máximo en la gestión logística.

–Y en el futuro de Bodega Cuatro Rayas, ¿qué papel juegan las nuevas tecnologías?

–Los sistemas tecnológicos que tenemos actualmente nos ayudan a trabajar con previsión en el campo de cara a lluvias o sequías. Hemos mejorado mucho. Hoy se consigue muy buen rendimiento y calidad de uva debido a la tecnología que tenemos. La inteligencia artificial quizá llegue más deprisa de lo que pensamos, pero estoy seguro de que nos adaptaremos como hacemos siempre. De momento, en el campo siguen haciendo falta las personas, los agricultores.

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