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En la Odisea, Homero habla del pingüe aceite que al ungirlo en el cuerpo posee propiedades curativas y al que llama oro líquido. Casi treinta siglos después, si el poeta griego levantara la cabeza y leyera los periódicos, asentiría con la cabeza para asegurar que ... su calificativo era atinado. Porque en este 2023 que se consume, por segundo año consecutivo, el aceite de oliva ha sido el paradigma de precio disparado y disparatado por la inflación, sobre todo en los alimentos básicos de la cesta de la compra.
En la tasa interanual, el oro líquido demostró ser medalla dorada en el pódium del Índice de Precios al Consumo (IPC), con una media aproximada de diez euros por botella de la modalidad virgen extra, en las baldas de las estanterías de los supermercados. Productos necesarios en la dieta como el azúcar, la leche, el arroz o las patatas han acompañado en esta odisea del siglo XXI al pingüe aceite, con incrementos desorbitados por segundo ejercicio seguido.
Si la inflación golpeó el ahorro de los hogares en 2022, un año que fue de extrema dureza por la factura energética y de los alimentos, en 2023 poco o nada cambió. La cesta de la compra se había disparado al 15,7% y en enero el Gobierno decidió rebajar el IVA de algunos productos, al tiempo que anunciaba el final de la bonificación al combustible. La inflación continuó descontrolada y ese primer mes del año repuntó al 5,8% en enero tras cinco meses consecutivos a la baja. Los precios de los alimentos básicos ni se inmutaron, a pesar de la reducción del impuesto.
En febrero, los precios marcaron su mayor nivel desde noviembre del año anterior, con una tasa de inflación tres décimas por encima de la registrada el mes anterior hasta alcanzar el 6,1%. Dee nuevo los alimentos desbarataban los planes del Gobierno para sujetar la inflación, con aceite, azúcar y leche empeñados en anular la rebaja del IVA.
Sin embargo, en marzo saltó la sorpresa con un gran descenso de los precios récord de hacía un año, al caer el IPC hasta el 3,3%, su tasa más baja desde agosto de 2021. El dato suponía romper con meses consecutivos de ascensos, aunque los expertos lo atribuyeron a un efecto estadístico derivado de comparar el dato con el mes del inicio de la guerra de Ucrania un año antes. A la relativamente buen noticia, se unió una mala: la inflación subyacente, que no considera ni los productos frescos ni la energía, continuó galopante hasta el 7,5%.
En abril, la inflación volvió a estar desatada, con nuevos aumentos en el precio de la cesta de la compra, sobre todo en el arroz, la fruta y, por supuesto, el aceite. La sequía también ayudó a regresar a esa senda de incrementos desaforados. El dato del repunte fue del 4,1%, tras el espejismo de la caída de marzo.
En mayo volvió a descender al 3,2%, aunque la inflación de los alimentos se mantuvo elevada, en el 12%. Y llegó junio, cuando el IPC solo se incrementó el 1,9%, su tasa de subida más baja desde hacía dos años, con la subyacente en el 5,9%. Con este porcentaje, España se convertía en la primera economía de la eurozona que lograba bajar del objetivo del 2% que marcaba el Banco Central. A pesar del esperanzador dato, la situación disparada de la cesta de la compra obligó al Gobierno el 30 de junio a prorrogar la rebaja del IVA en los básicos.
Y llegaron las vacaciones de verano y con ellas tres meses consecutivos de repunte, por culpa de las dos variables que más contribuyeron a la escalada de precios después de la invasión de Ucrania: el coste de la electricidad y los combustibles. En septiembre, el alza fue del 3,5%, cifra que se mantuvo en octubre, pero con la cesta de la compra que registró otra subida, esta vez del 9,5%, más moderada que en otros meses y por debajo de la barrera psicológica del 10%, pero aún casi el triple de la tasa de inflación general.
En noviembre, la inflación se sitúo en 3,2%, tres décimas por debajo de la registrada en octubre, en un cierre de año mejor que el inicio y que abre una puerta a la moderación del IPC en 2024 para que el aceite y otros productos de primera necesidad dejen de ser los artículos de lujo en que se han convertido.
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