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Ángel Blanco Escalona
Viernes, 27 de junio 2014, 22:22
La actual crisis no es un paréntesis en el crecimiento económico, sino que ha inaugurado una nueva época, fría y dura como la Edad de Hielo, que también puede ser larga para Europa en especial para los países del sur si no se produce un giro progresista en la política que ponga límites al poder del sector financiero y fin a los privilegios fiscales de las grandes fortunas y las multinacionales. Así lo piensa el diputado socialista Diego López Garrido, que ha presentado en la librería Margen de Valladolid su libro La Edad de Hielo, Europa y Estados Unidos ante la Gran Crisis: El rescate del Estado de bienestar (Editorial RBA), que pretende contribuir al debate sobre los retos que afronta la izquierda europea.
La Edad de Hielo duró decenas de miles de años; titulando así su libro sobre la actual crisis, ¿no cree que se ha pasado?
Es una metáfora que se le ocurrió a mi hijo Álvaro. Expresa por un lado la congelación de la sociedad y la actividad económica y, por otro, que la crisis no es algo pasajero, sino duradero. No eterno, pero con elementos estructurales. Es una nueva era.
¿Qué es lo que la define?
La ruptura de la era del estado del bienestar. En el siglo XX hubo un pacto entre el capitalismo, las clases medias y los trabajadores, según el cual yo acepto que haya una dirección económica por parte del capital, pero tú aceptas que haya un reparto de la riqueza y un estado del bienestar.
¿Eso se acabó definitivamente?
Está claramente en crisis. Empieza a romperse cuando llegan Reagan y Thatcher y terminan con las políticas keynesianas, con la inversión, con los impuestos progresivos... Se da rienda suelta al funcionamiento del capital financiero y desaparecen los controles;el sistema financiero se hace dueño de la economía, monta una industria de la deuda y los impuestos directos de la época dorada del estado de bienestar el de la renta, sociedades y el del capital, empiezan a deshacerse y los sustituye la deuda privada, que da entrada a la compra de ladrillo, y la pública. El Estado deja de captar impuestos y se empieza a endeudar. Eso estalla con Lehman Brothers y ahí arranca la Edad de Hielo. Ha vuelto la desigualdad; ha aparecido la pobreza y a la vez ha aumentado el número de millonarios. En Alemania se puede tener trabajo y ser pobre. Yluego ha llegado el último de los jinetes del Apocalipsis, que es la xenofobia.
Da la impresión de que regresar al estado de los años 80 podría considerarse como progresar.
Sí, pero ya no podemos volver al modelo de estado de bienestar de los 80;sin tecnología, ni Internet, muy nacional y nada globalizado. Hay que fijar unas prioridades que pasan por una política no de austeridad, sino de estímulos. El centro del programa de la izquierda no deben ser mil medidas, sino tres:un giro en la política económica; impuestos progresivos y no deuda, junto con lucha contra el fraude fiscal; y la acotación del sistema financiero que, como se ha visto, ha podido con el poder político.
Parece que EE UU lo ha hecho mejor que Europa, ¿también en lo que se refiere a someter a los bancos?
Es cierto que Bill Clinton y Alan Greenspan desregularon la banca, lo permitieron todo y todo se contaminó. Los bancos españoles traían capitales de fuera para prestárselos a promotores de viviendas de aquí. EE UU entró en barrena y todo se expandió. Pero luego ha respondido mejor y ha regulado la banca mucho más que Europa. Tiene a Barack Obama, un presidente progresista, y a Ben Bernanke, un conservador que aplicó una política de estímulos, de inyección en la economía para sujetar lo que se les venía encima. En Europa se actuó de forma apocada, la crisis de Grecia acabó con las medidas de estímulos y los acreedores impusieron su ley a los deudores. Una política que se ha demostrado fracasada.
¿Y cree que quienes exigieron austeridad saben que ha fracasado?
Hoy mismo, en el Consejo Europeo, Matteo Renzi y François Hollande están luchando con Angela Merkel para que, a cambio de votar a Jean-Claude Juncker, permita una mayor flexibilidad en el déficit y más inversiones para movilizar la economía y crear empleo.
Los socialdemócratas alemanes, si bien en minoría, están gobernando junto a Merkel. ¿Podrían hacer algo más para convencerla?
Claro que podrían. Por el momento solo han incidido en la política social interna y no en la europea. Han impuesto un salario mínimo que subirá la capacidad de consumo de los alemanes. Eso nos vendrá bien a todos. Comprarán más, importarán más y tendremos un poco de inflación. Tener como España el 0,1% es terrible para un país que es deudor.
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