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Pedro García Tejedor llega a meta en una edición anterior. el norte
Atletismo

Lo que debes saber para correr con éxito la Media Maratón de Segovia

El terreno marcará el ritmo de la prueba, en la que participarán 2.500 corredores

Sergio Perela

Segovia

Sábado, 26 de marzo 2022, 09:10

Pedro García Tejedor va a ser uno de los 2.500 corredores que van a participar en el reencuentro de la ciudad con su Media Maratón. La organización tuvo que cerrar antes de finalizar la semana las inscripciones, porque el cupo máximo se cubrió muy rápido, igual que el de voluntarios, que han superado con creces las expectativas. El porqué es simple: dos años sin correr una prueba tan especial como esta son demasiados.

Ahora bien, definir exactamente porqué es tan especial esta prueba segoviana ha de hacerse con los sentimientos en la mano. Y Pedro lo tiene muy claro: «Te sientes especial. Todo deportista no corredor debe, si puede, hacerla una vez porque te sientes protagonista. Hay un par de momentos que la gente, por la Calle Real o cuando llegas al final, hace que se te ponga la piel de gallina. Es muy bonito». Aunque claro, a pesar de que recordarlo le pone la piel de gallina a esta habitual corredor de carreras de montaña y ultramaratones, llegar a experimentar dichas sensaciones tiene un precio físico. Porque la media segoviana es de una dureza especial. De hecho, el propio García Tejedor participó en la organización un año, portando uno de los globos que guían a los corredores que quieren hacer una determinada marca. «Fue una experiencia muy dura», comenta un tipo que tiene una marca en la prueba de 1 hora y 24 minutos. «De hecho, no la volvería a hacer porque en la Media Maratón de Segovia el ritmo no te lo marca el reloj, que es a lo que la gente de fuera o que no lo conoce está acostumbrada. Lo marca el terreno. Entonces tú no puedes decidir ir a 4'15 el kilómetro, porque cuesta abajo, si quieres acabar en una hora y media, tendrás que correr a 4 escasos ya 4'25 cuando subes. Había gente a la que le costaba entender eso y me dieron una media muy intensa», comenta moviendo la cabeza de lado a lado.

¿Qué es lo que marca, por tanto, dicha dureza? «Yo siempre marco como más importantes las tres subidas que hay, porque te van a marcar el ritmo de la carrera», sentencia Pedro. El primer peligro, entonces, está directamente en la salida. Desde Vía Roma, dejando el Acueducto a las espaldas, los participantes se lanzan enteros, con la alegría de unas piernas vivas y descargadas, a una cuesta abajo importante. Y prolongada. Dicha cuesta abajo empieza a picar hacia arriba ya al final de San Lorenzo, cuando encaran los participantes la dirección de El Sotillo. Es ahí precisamente cuando llega la primera subida prolongada de unos dos kilómetros en la que el consejo es que «debes ser un poquito conservador, porque todo lo que gastes en exceso lo vas a pagar». Dicha primera cuesta fuerte no es dura en sí, porque además el atleta está entero, «pero no tienes que pasarte, porque queda mucho». Una vez que se desciende desde El Sotillo, la carrera toma un cariz precioso con el paso por El Parral. Hasta que se alcanza el Paseo de Santo Domingo, que empieza pronto a picar hacia arriba y ya está lindando el kilómetro 10 ó 12. «Empiezas a pensar que llevas 12, estás cansado; el ritmo ya no sale y los cálculos que has hecho, tampoco. Se hace compleja». Es un momento clave para terminar la carrera, puesto que en dichos kilómetros hay muchos corredores que ya no aguantan. Es un momento de ser fuerte de mente, pero únicamente la primera de esas pruebas de cabeza. Porque la segunda llega sobre el kilómetro 16. El 15, llegando cerca de la Iglesia de San Millán, es llano y ofrece un pequeño respiro. Después hay que afrontar la subida a José Zorrilla. «Lo que te queda», se muestra explícito Pedro García, «es lo que va a definir tu carrera. Hasta ahí puedes haber tirado de piernas, haber hecho una gestión de esfuerzos; a partir de ese momento las piernas no dan más de sí y ahí es cuando yo creo que entra la cabeza en acción». El gran mito del muro del kilómetro 15, que en Segovia se plantea en el 16 y durante uno o dos kilómetros especialmente difíciles. «Las piernas no te van a dar más o menos, pero la cabeza sí que te va a influir en que te rindas o sigas adelante».

Los momentos felices

Está claro que si una prueba como esta únicamente tuviera momentos de sufrimiento, no atraería la atención de tanta cantidad de atletas de mayor o menor capacidad. Y las 13 ediciones que avalan a Pedro, le muestran también cualificado para definir esas recompensas. De hecho, la primera de ellas llega tras ese impás de la subida del Paseo de Santo Domingo. «Cuando atraviesas el Acueducto y subes la Calle Real, parece como cuando los ciclistas subían el Tourmalet, con la gente animando y llevándote en volandas». Cuenta Pedro que mucha gente que le conoce le grita en esa zona que tenga cuidado y él más bien cree todo lo contrario: «No hay que tener cuidado. Hay que disfrutarlo». Sentirse protagonista de una historia especial.

El otro gran momento está en los últimos 500 metros, para los cuáles el atleta puede irse preparando desde que comienza a bajar Padre Claret. «Es momento de quitarte los nubarrones de la cabeza, empezar a dibujar un poco la sonrisa, soltar las piernas e ir dejándote caer, porque todo es cuesta abajo». Es la antesala al gran final. Cuando se afronta la Avenida del Acueducto comienza de verdad a sentirse lo más especial. «El griterío, la sensación de que sabes que lo vas a conseguir, es algo maravilloso». Por eso a Pedro le gusta llegar levantando los brazos a esa recta final. Por todas esas sensaciones le gusta, por ejemplo, ponerse en el dorsal un lema especial. Porque entiende que, más allá del tiempo que marque el crono cuando franquee la línea de meta, lo realmente especial es todo lo que ha vivido en el camino.

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