ENric gardiner
Madrid
Domingo, 16 de mayo 2021, 16:46
En el duelo número 57 de la gran rivalidad en la historia del tenis, en el noveno partido en Roma, en la final número 28, en el último encontronazo antes de la guerra de Roland Garros, Rafa Nadal sigue siendo ... el emperador. El balear, en otra actuación incontestable, ante un Novak Djokovic superior en muchos momentos, logró su décimo título en Roma (7-5, 1-6 y 6-3).
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Fue una batalla de casi tres horas en la pista central del Foro Itálico. Una lucha de poderes y una amalgama de tácticas y de cambios de dibujo como si de una partida de ajedrez se tratara que llevó al español a un triunfo mental y físico extenuante y que le coloca, por si había dudas, como favorito indiscutible para la guinda del pastel que será el próximo Grand Slam de París.
Nadal, que igualó con este título el récord de 36 Masters 1.000 hasta este domingo en poder del serbio, completó su mejor encuentro de toda la gira de arcilla, cuando el rival así lo requería. Después de alternar claroscuros en los cuatro torneos jugados hasta la fecha, el manacorense sacó a pasear el animal competitivo en que se convierte cuando la meta está cerca.
Djokovic había sido el único de ganarle una final en esta pista, de las once que había disputado, y Djokovic era la mayor amenaza para que la temporada previa a Roland Garros no se cerrara solo para Nadal con el entorchado de Barcelona.
El serbio pareció contar siempre con la iniciativa, obligando a Nadal a adaptarse y a encontrar la forma de escapar al jaque mate que buscaba todo el rato su rival. Los intercambios largos, por extraño que parezca, caían del lado de Djokovic, lo que precipitó que Nadal empezara a acortar, a volverse más agresivo, a atacar la derecha del jugador de Belgrado, su golpe menos letal que el revés. Y es que Djokovic empezó por delante en el marcador, se puso 2-0, perdió el 'break' y vio cómo Nadal, como en jornadas anteriores, terminaba revolcado por la tierra en una aparatosa caída. Furioso, se quejó: «Es increíble lo de las líneas. Nos vamos a matar al final».
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Envuelto en tierra y con una pequeña herida en la pierna, Nadal no perdió de vista el objetivo. Resistiendo y arañando la derecha del serbio, se hizo con el primer parcial, dejándole en solo dos golpes ganadores con la derecha, un botín escasísimo para el número uno del mundo.
Era cuestión de tiempo que Djokovic encontrara el antídoto a lo que estaba pasando. Se le había ido un set de hora y cuarto en el que pudo ser mejor. La respuesta fue contundente y decisiva. Se llevó el segundo por 6-1, barriendo a Nadal y acelerando a la victoria. Estaba en su pico de juego hasta el quinto juego del tercer parcial, el momento que decantó la final. Con bola de 'break' a favor, Djokovic envió una derecha alta de ataque a la red. Tuvo otra. Y Nadal la rescató con un revés ganador. Se le vino el mundo encima al de Belgrado. Al juego siguiente, con su saque, no hizo ni un punto. Nadal reclamó la rotura con un 'passing' de revés paralelo y se llevó la final.
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Quedaron unos juegos por delante, pero Djokovic se había ido. O mejor dicho, Nadal le había obligado a irse. El partido que cualquier otro hubiera perdido, el manacorense lo atrapó dejando atónito a su rival, incapaz de contrarrestar a un jugador que cuando ve el premio cerca, aumenta su nivel a límites inhumanos. Así lo demostraron los tres errores no forzados que cometió en el último set, el más importante, el que le dio la corona en Roma.
La décima, solo por detrás de los 13 títulos de Roland Garros, los 12 de Montecarlo y los 11 de Barcelona. Nadal, que cierra la gira de arcilla con dos cuartos de final (Montecarlo y Madrid) y dos trofeos (Barcelona y Roma), iguala el récord de Masters 1.000 de Djokovic y estrecha el cerco con el serbio en la rivalidad particular. Una sola victoria les separa (29-28).
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Rafa Nadal se convirtió este domingo en el primer tenista en la historia en ganar diez o más veces cuatro torneos distintos (Roland Garros, Barcelona, Montecarlo y Roma), igualó el récord de Masters 1.000 con 36 y se quedó a un paso de poner las tablas con Novak Djokovic en la rivalidad más repetida de la historia (29-28). Lo hizo porque logró el décimo título en Roma, contra el serbio y a dos semanas del inicio de Roland Garros. «Tuve suerte en algunos momentos, sobre todo con Shapovalov, pero en general jugué un buen torneo. Encontré mi ritmo en tierra», dijo Nadal. «Es increíble tener este trofeo en mis manos por décima vez. Es algo difícil de imaginar. Tengo que dar las gracias a mi equipo y a mi vida por todas estas oportunidades», añadió.
Nadal se impuso en un duelo de casi tres horas a Djokovic, para lograr el segundo título de la temporada y ponerse por delante en la carrera mental a París, donde el balear tiene la oportunidad de superar a Roger Federer como el tenista con más Grand Slam en la historia. «En estos partidos sabes que vas a sufrir. Al principio no aproveché mis oportunidades, perdí un poco la concentración y luego jugué mejor el tercer set que el primero. Roma es uno de mis torneos favoritos», apuntó Nadal. «La victoria de hoy es un extra. Me llevo de aquí un título muy importante. Antes de este torneo mi temporada de tierra no era ni mala ni muy buena. Con este título mejora. París siempre es un sitio especial, es el sitio más importante en mi carrera. Tengo que regresar a casa, descansar y luego trabajar para mejorar un par de cosas», desveló. «No sé si esto influirá en Roland Garros. Lo que sé es que he ganado uno de los torneos más importantes de este deporte. Evidentemente, es mejor llegar a París con este trofeo», reconoció.
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