Victorio Calero
Domingo, 1 de noviembre 2015, 10:19
Fue una exhibición de cómo jugar un partido de dobles. Una pareja de aspecto cordial pero de juego devastador trituró a las españolas. No tuvo historia el partido. Lo ganó una combinación perfecta entre una india capaz de dibujar un winner tras otro desde el fondo, y que dominó el partido a su antojo, y una suiza llamada en su día a liderar el tenis mundial y que sigue teniendo una varita como raqueta con la que hace magia. Son Sania Mirza, campeona también en 2014, y Martina Hingis, una combinación perfecta para jugar el dobles. Algo así como la mezcla entre Garbiñe Muguruza y Carla Suárez pero mucho más perfeccionada.
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Garbiñe no tuvo la pegada de otros días. Aun así, gran semana para ella. Carla no tuvo la movilidad habitual. Aun así, tienen tiempo por delante para ponerse a la altura de sus oponentes de este domingo. Porque en la final no hubo ningún aspecto del juego en el que las españolas estuviesen cerca de sus rivales. Por eso perdieron la Copa de Maestras, una contundente derrota por 6-0 y 6-3 en apenas una hora y seis minutos. Mirza y Hingis, campeonas sin ceder un parcial en todo el torneo. «Ahora sé por qué sois la mejor pareja del mundo», resumió Carla Suárez al final del partido.
Las españolas, sobrepasadas todo el encuentro, sólo pudieron ganar su servicio en el ecuador del segundo set. Enfrente estaba un mito de este deporte: Martina Hingis. Junto con Sania Mirza forma la pareja número uno del circuito. Hace 18 años ya que la suiza ganó el Abierto de Australia, Wimbledon y el US Open en individuales. Y este año ha vuelto a ganar en Londres y Nueva York en dobles con Mirza, señal de que se lo ha tomado en serio y domina la especialidad.
Un break en el servicio de Muguruza, a las primeras de cambio, fue el preludio del vendaval de la suiza y la india. La iniciativa era suya. El duelo iba rápido. Muy agresivas desde la línea de fondo, ganaban la red con facilidad. Mirza dominaba desde la línea de fondo, generando continuamente ganadores y oportunidades. Además, no perdonaban una volea. Se movían a la perfección, cruzándose constantemente y generando puntos fáciles. Mirza ponía la potencia, Hingis la clase y el talento: globos, ángulos, voleas colocadas, cambios de direcciones y de ritmo Todo lo que hay que hacer bien para jugar el dobles lo controlaba. Quien tuvo retuvo. Una bola de break fue el pobre balance de las españolas en una primera manga que vieron cómo se cerraba por 6-0.
«Tenemos que cambiar cositas», explicó a las españolas su entrenador, Marc Casabó, al terminar el primer set. Les estaban pasando por encima. Realmente tenía que cambiar drásticamente el partido para que tuviesen alguna opción. Ninguna de las dos estaba cerca de su mejor nivel. No conseguían conquistar ni el fondo de pista ni la red. Estaba siendo una clase magistral de las mejores del mundo, que lograron un parcial de 8-0. Tardaron once juegos en ganar un saque las españolas: el de Garbiñe. Lograron otro servicio más. Pero era demasiado tarde. «Falta convicción en lo que estáis haciendo», les comentó Casabó con 5-2 en contra. Su entrenador les intentaba animar: «No tenemos nada que perder, vamos a soltarnos». Pero no hubo manera. Mirza, al servicio, sentenciaba una final con poca historia que confirmó a las mejores del mundo.
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