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Hugo Grenier, con el trofeo de campeón. Antonio Tanarro
El Espinar prolonga el reinado francés

El Espinar prolonga el reinado francés

En su cuarta participación, Hugo Grenier venció a su compatriota Lestienne para lograr el título número 11 para Francia

Sergio Perela

Segovia

Lunes, 1 de agosto 2022, 11:13

En una especie de triunfo de la perseverancia, Hugo Grenier, que llegaba como el aspirante a la final del Open de Tenis de El Espinar, se impuso en la que era su cuarta participación. Antes, en 2019 y 2021, había logrado llegar hasta semifinales. No era el favorito, puesto que su compatriota Constant Lestienne había pasado por el torneo arrasando, trabajándose también el hecho de entrar hoy entre los 100 mejores de la ATP; aunque también arrastrando unos problemas físicos en el hombro derecho que le venían dando problemas ya en los dos últimos partidos.

Pudo ser eso, pudo ser la altura, a la que decía haberle costado adaptarse; el caso es que desde el principio en la final Lestienne estuvo incómodo. Incómodo él e incómodos todos a su alrededor. El juez principal porque tenía que soportar cada queja, por las cosas más peregrinas como el calor, la sombra, ruidos en las gradas. Los árbitros, porque es muy pesado tener que escuchar réplicas y cuestionamientos cada poco. En esa dinámica de lenguaje gestual negativo, Lestienne estuvo cerca de ceder por primera vez el servicio en el tercer juego, pero levantó un 15-40. Los puntos largos no le iban bien, porque le sometían a mucho desgaste físico. Prefería solucionar con el saque, pese a que tampoco fluía con él y cayó en múltiples dobles faltas. Eran las claves de lo que luego iba a ir sucediendo en la hora y media de final.

No obstante, hubo un momento en que parecía que esa dinámica de Lestienne era una suerte de intento de embaucar a Grenier y trasladarle a él esa dinámica negativa. La primera rotura de servicio llegó así, con un Hugo Grennier cayendo en errores no forzados constantes que le llevaron a ofrecer casi de regalo el 5 a 3. Estrelló la raqueta contra el suelo con tal fuerza que saltó la red. No se iba a imaginar en ningún momento que su compatriota iba a tirar el siguiente juego y le iba a dar la opción de igualar a cinco. Con esa pérdida de timón, Lestienne volvería a caer en la protesta, en la queja, en la expresividad negativa que se evidenciaba en determinados puntos en los que golpeaba a la bola como con desidia.

Todo eso sería su perdición y el hombro iba a doler más conforme iban cayendo los errores y los aciertos, cada vez más constantes, de un Grenier que supo pescar en el río revuelto del carácter de su rival. Rompería el primer juego del segundo set y, con el 2-0 ya en el marcador, una circunstancia menor iba a desequilibrarlo todo. El juez, con Lestienne en pleno saque y con la bola ya en el aire, mandó detener por una circunstancia externa. Tras eso, doble falta y un Lestienne de nuevo gritando que aquello era increíble, que cómo se le ocurría haber parado en un momento como ese. El vuelo de una mosca hubiera sacado del partido a un hombre que, justo entonces, tuvo que pedir asistencia médica y, aunque se resistió llegando a alcanzar un 5-3, claramente iba a perder el partido.

La victoria de cualquiera de los dos iba a suponer que Francia se acercase a España en el palmarés de este torneo con 11 títulos contra 12. Lo cierto es que, en el cuadro masculino, los tenistas más destacados han sido todos precisamente franceses.

Mirra Andreeva, la nueva perla de la fábrica de talentos femeninos del Open

El vendaval que se desató en la tarde del sábado en el complejo deportivo municipal Pedro Muñoz logró que la final femenina se tuviera que aplazar al domingo en la mañana. Lo que no consiguió fue detener el otro vendaval, el de tenis que lleva consigo la auténtica revelación del torneo en ambos cuadros, la jovencísima tenista rusa Mirra Andreeva.

Cuando se tuvo que detener la final, Andreeva ya se había alzado con el primer set y llevaba ventaja en el segundo. Una tenista que comenzó el torneo por debajo del 600 en el ranking y que, seguro, hoy experimentará un ascenso importante porque nunca antes había salido a la aventura internacional. Por eso estaba en la previa y había alcanzado la final sin ceder un solo set. No lo iba a hacer tampoco en el último partido, con un tenis extremadamente práctico y sólido, muy efectivo para el tipo de pista.

La española Eva Guerrero, por su parte, venía a El Espinar en una buena racha de juego y resultados. En el Open había llegado a semifinales en 2019 y en esta temporada ya había sido finalista en Oporto y semifinalista en Vitoria. Con un ligero problema en un muslo, que no impedía que desplegase todo su tenis, quiso adaptarse al juego de la joven rusa y le tocó adoptar un tenis más a la defensiva, aunque no pudo evitar caer en dos sets.

Si la idea de Virginia Ruano de cambiar la dirección del Open y llevarlo a esa línea de «Fábrica de talentos» tenía un objetivo, es precisamente el que cumplió Andreeva. Un nombre desconocido, joven y con mucho recorrido que logra su primer éxito importante a nivel internacional en El Espinar. Siendo, además, la tenista más joven de la historia del Open en levantar el prestigioso trofeo de la Fábrica de Cristales.

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