El Quesos cocina a fuego lento el pase a la final

Hasta ese momento fue el conjunto granate el que llevó la iniciativa en el juego y en el marcador. Ya sorprendió de salida con el pateo inicial, ganado por sus delanteros y, después del empuje de varias fases, culminado por su apertura Cittadini con un drop que se coló entre maderas cuando todavía no se había cumplido el primer minuto de la semifinal. El Quesos se dio por enterado y frenó el arranque madrileño al conseguir una falta en la primera melé cerrada, faceta en la que Alcobendas demostró hace una semana su potencial en Pepe Rojo; Marcos llevó los castigos a la banda para afrontar ataques de touch-maul que se convirtieron en la clave de la eliminatoria, Álex Pérez culminó la primera embestida para dar ventaja a los suyos (3-7) y Vélez firmó la jugada que empezó por desnivelar el partido al filo del descanso (16-14).

Esos dos puntos de desventaja del Quesos se recibieron como una buena noticia porque fue el Alcobendas el que se adueñó de las operaciones, con acierto en los pateos a palos de Cittadini para castigar las indisciplinas azulonas, con rapidez de manos para cerrar un ensayo a cargo del bisonte Zivanai (16-7) y con sacrificio en defensa para aguantar los agrupamientos del Quesos y sacarles la falta en el último metro del precipicio. En esa fase se recibió con cierto alivio el parón por la lesión de De la Lastra, noqueado al recibir un balonazo en la cabeza; Diego Merino movió el fichero para colocar en el ala a Cian y en el fondo de la zaga a Taibo.

El Quesos Entrepinares demostró que, además de contar con una plantilla amplia y de calidad, tiene la experiencia de jugar muchas finales y de saber que los ochenta minutos son muy largos; la transformación de Cittadini en el minuto 17 se convirtió en la última puntuación del Alcobendas en toda la mañana, más de una hora de partido en la que el VRAC dejó a su rival seco. A partir de ese ajuste defensivo era cuestión de tiempo que la aguja terminara marcando el lado vallisoletano.

A los cuatro minutos de la segunda parte Merino realizó un cuádruple cambio con las entradas de Calzón, Genco, dos primeras líneas, el capitán Gavidi y Perotti como jefe de operaciones, mucha madera para calentar el horno de Las Terrazas. No tuvo prisa el Quesos Entrepinares, no se frustró cuando González del Pino cometió falta a un metro del ensayo, tampoco cuando el Alcobendas cogió aire y equilibró la posesión del oval y del campo, para entonces la defensa azul era una roca y, con los muebles a resguardo en el desván, empezó a estirarse con su mejor arma, el touch-maul que empezó a resquebrajar las costuras del Alcobendas, a que el árbitro llamase a su capitán para avisarle de los parches antirreglamentarios a las vías de agua, y a que el talonador Miejimolle encontrase el fruto al trabajo de todos sus compañeros de delantera para recuperar una ventaja (16-21) que ya no dejó escapar. Minutos después, ya en el 74, el Quesos provocó una nueva indisciplina del Alcobendas y entonces sí, el infalible Balta Taibo buscó el pateo directo para elevar la distancia a ocho puntos, uno por encima de un ataque de 5+2, y administrar los últimos para certificar el pase a su tercera final consecutiva de Copa del Rey.

Será la quinta final copera entre los dos equipos de Valladolid, con un balance de tres a uno favorable a El Salvador. Dos de ellas se jugaron en casa, una en Pepe Roja y otra la histórica en el Zorrilla, y en las otras dos tocó viajar, a Villajoyosa y a Valencia. ¿Dónde será la quinta?