Un primer puesto más agrio que dulce para el VRAC

El 3-0 en contra espoleó a Burgos, que disfrutó de una fase dulce con dos ensayos en apenas cinco minutos, la segunda de las marcas gracias a un pase magistral de Carrió a cinco metros de la línea; el 3-12 daba el liderato al equipo visitante, un momento de crisis que el Quesos resolvió con su gen de equipo campeón y competitivo; en lugar de acusar el golpe gestionó su juego con una fuerte presión sobre el eje central burgalés, una mano defensiva antirreglamentaria retrasó un segundo el ensayo de Dyer bajo palos y dejó a Burgos en inferioridad; pudo llegar una nueva marca quesera, con Cian cabalgando contra una zaga rota y precipitándose en el pase a Taibo, Atorrasagasti consultó con su asistente y certificó un avant que pareció clamoroso desde la cabina de prensa; sin embargo, un Burgos con catorce no daba abasto para frenar el arreón ofensivo y tuvo que ver cómo Dyer encontraba en la banda al segunda Marc Sánchez para firmar el 15-12 al descanso.

Los minutos de pausa le sentaron bien al Burgos, que inició la segunda parte con más balón en la mano y más percusión de la delantera; una iniciativa que hubiera dado su fruto si Zabalegui (segundo en la tabla de anotadores con el pie) no estrellase el oval contra el palo en otra posición cómoda. En los corrillos nos preguntábamos si el Burgos no tendría que acordarse al final del partido de esos seis puntos no ganados.

Los de Merino agradecieron la concesión burgalesa para ensanchar el marcador con un margen que parecía definitivo. Dyer desplegó su magisterio para encontrar huecos que sólo veía él y Stokes y Miejimolle explotaron la segunda oleada del Quesos de la mañana para conseguir el 29-12 en el minuto 53. Diecisiete puntos de diferencia, más los siete que le concedía el comodín del bonus defensivo, hicieron creer a más de uno que era la hora de acercarse al bar por la cerveza y el bocata, pero no al Burgos.

Una de las virtudes del rugby es que, aunque el partido esté perdido, nadie levanta la bandera blanca en señal de rendición. La entrada de Matías Núñez y la intensidad de Carrió empujaron a sus compañeros hasta el campo del Quesos, que cedió la atención, cometió indisciplinas que dejaron al equipo en inferioridad (estuvo varios minutos con trece) y no pudo contener el empuje de la melé. El primero de los ensayos del Burgos lo anuló el árbitro por un avant en el último momento, pero la defensa quesera hacía aguas ante la ambición de su rival; el ensayo de Bustos parecía un premio justo al juego burgalés y poco más, un simple maquillaje al marcador, el de Carranza a un minuto del final llevó a recordar una vez más los dos golpes no pasados por Zabalegui, pero el partido no acabó en el 80 y el Burgos insistió hasta que Carrió encontró la carrera de Facundo López para voltear el tanteo sin tiempo para la reacción, un parcial de 0-19 que no varió la clasificación final y que empujó a pensar de nuevo en esos seis puntos de Zabalegui que, además de la victoria, hubieran dado el primer puesto liguero al Recoletas. No le importó a la afición burgalesa, que celebró el 29-31 como si se tratase de una final, y le tuvo que escocer al Quesos Entrepinares, que salva la ventaja de disputar las eliminatorias ligueras en Pepe Rojo y que ya está avisado de que los partidos duran ochenta minutos y alguno más; de momento, y a falta de que se cierre el campeonato del grupo B, el Quesos Entrepinares se medirá al Ordizia y el Recoletas al Cisneros.