Se conoce Pepe Rojo como la palma de su mano. Ha pasado infinidad de tardes sobre el césped vallisoletano y no duda en reconocer que «en Pepe Rojo me siento como en casa». Es Íñigo Erasmo Atorrasagasti Ibarreta, el árbitro donostiarra que dirigirá ... este sábado la final entre SilverStorm El Salvador y VRAC Quesos Entrepinares. Es, junto con la granadina Alhambra Nievas, el técnico mejor valorado de España y también está incluido en la Rugby Europe y en la World Rugby, habiendo participado en competiciones internacionales. Con un excelente currículum, Íñigo Atorrasagasti afronta esta final de liga «con la responsabilidad que obliga por el hecho de que los dos mejores equipos del campeonato se van a jugar el título y también como un premio a una temporada que creo que ha sido bastante positiva».
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Este contable metido en labores arbitrales, o al revés, no es un colegiado al uso. Participa en numerosos cursos y charlas sobre el arbitraje y sus normas, habla perfectamente euskera y no le duelen prendas a la hora de cambiar una decisión arbitral, como ocurrió la campaña pasada en el Cisneros-Barsa, cuando cambió la dirección de un golpe de castigo porque oyó a un jugador llamarle 'albondiga' –al parecer un apelativo todo lo cariñoso que se pueda interpretar–, a un rival. Y todos los jugadores entendieron y respetaron su decisión. Porque precisamente es el respeto una de las principales normas del rugby. «Es uno de los valores de nuestro deporte. Yo me siento respetado en el campo por los jugadores y en la grada y por eso soy árbitro de rugby. No creo que pudiese ser árbitro de fútbol», comenta Atorrasagasti, que también reconoce que en este tipo de partidos «lo normal es que ambos equipos salgan con el cuchillo entre los dientes. Es lo normal. Hay un título en juego y los dos quieren ganar. Hay que convivir con esa tensión y ponerse en la piel de los jugadores. Nosotros salimos con tensión, pero también todos debemos respetar las normas y leyes del juego».
Tanto El Salvador como el VRAC conocen al colegiado donostiarra, que les ha dirigido numerosas veces y sin ir más lejos, fue el colegiado de la final de Copa del Rey en Valencia de 2018, entre ambos conjuntos y también el de la final de la liga en 2017, por poner algunos ejemplos cercanos. «Ciertamente nos conocemos mútuamente, para lo bueno y lo malo (se ríe). El hecho de habernos encontrado muchas veces en el césped hace que todo sea más fluido. Los jugadores ayudan y hacen la labor más fácil».
Como nunca llueve a gusto de todos, habrá quienes piensen que es un árbitro permisivo, otros que es un colegiado tiquismiquis, otros que es muy tarjetero, etc, pero el propio Íñigo Erasmo Atorrasagasti considera que «hay que tener en cuenta como se desarrolla cada partido, pero principalmente creo que soy un colegiado al que le gusta dejar jugar. Lo ideal sería pitar lo justo y que mi labor pasase totalmente desapercibida».
Y como buen colegiado no dudó en señalar que «el rugby está en pleno crecimiento, pero es necesario que también haya más árbitros y animo a los jóvenes a entrar en este maravilloso mundo», concluyó el internacional Atorrasagasti, que este verano dirigirá compromisos internacionales en Alemania y Polonia.
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