Valladolid, epicentro del rugby nacional con una nueva final en Zorrilla
Solo en la capital castellana se puede obrar el milagro de juntar a 25.000 locos del balón picudo en el estadio, que se convierte en el Twickenham español
Valladolid es al rugby lo que Castilla al lechazo y el buen vino o Parquesol al viento. Valladolid es la capital del rugby patrio, una ... especie de ecosistema del oval que tiene vida propia y que se cita en Pepe Rojo como si el recinto deportivo fuera un santuario donde se rinde culto a los valores, a la épica, al esfuerzo, al compromiso y al tercer tiempo. All in. En España no hay una ciudad que se asome, ni de lejos, a la azotea en la que viven el VRAC y El Salvador. Quesos Entrepinares e Inexo si nos entregamos al marketing. Valladolid es rugby y Zorrilla es Twickenham.
Solo en la capital castellana se puede obrar el milagro de juntar a 25.000 locos del balón picudo. Vallisoletanos y forasteros. La procedencia es lo de menos. El fondo de todo reside en disfrutar de un partido único, en un escenario singular y en un entorno, la ciudad, que siente el rugby como si fuera parte de su escudo. El rugby es la laureada, un símbolo inequívoco de lo que siente la capital castellana cuando queseros o chamizos dan la primera patada a seguir o cruzan la última frontera para sellar, en plancha, el primer ensayo.
La pasión por el oval echa raíces en Valladolid gracias a la singularidad que representa albergar bajo el mismo techo a los dos mejores clubes del panorama nacional. No de ahora, desde el siglo pasado. Este dominio vallisoletano, hoy del Quesos, mañana del Chami y viceversa, hace que el número de adeptos se multiplique en comparación con otras ciudades. Por eso, en la capital pucelana el rugby es una seña de identidad, un bien universal que sobrevive a las modas y al áspero discurrir de los años. Solo el VRAC y El Salvador son capaces de disparar el suflé del rugby y llenar Zorrilla. La historia del oval español se escribe con V de Valladolid.
Con el baloncesto y el fútbol tiritando, la ciudad palpita, más que nunca, al ritmo que marcan VRAC y Chami
Es tal la personalidad que tiene el rugby en Valladolid que, en la última campaña electoral, Oscar Puente se aventuró a prometer un estadio específico para el Quesos y el Chami con un aforo de unas 10.000 butacas. Este compromiso refleja la importancia que tiene este deporte en la ciudad, algo que no se da en ningún otro rincón de España. Por eso, Valladolid es la capital del rugby patrio. El proyecto sigue en el cajón de los sueños ovales, pero algún día se hará realidad. Sin duda.
Pepe Rojo es el templo del rugby en España. No tanto por su fisonomía, sino más bien por el ambiente que se respira, por el embrujo. La precariedad de sus instalaciones explica también el grado de desarrollo que tiene el oval en suelo nacional. Si Pepe Rojo es la élite, cómo será el resto. La Federación y los clubes tienen miles de kilómetros por delante para que el rugby se equipare en nivel deportivo, marketing y profesionalidad a lo que se cuece en otros países como Francia, Inglaterra o Italia. Por eso, Pepe Rojo, con todas sus limitaciones, con su aforo insuficiente para las grandes citas y con el aspecto de los años 90 en pleno siglo XXI, no tiene rival en España.
La importancia de este deporte en la ciudad se reflejó en la última campaña electoral
Este reinado es fruto del alto rendimiento deportivo de los dos estandartes vallisoletanos. Ambos clubes han sabido surfear la ola en los momentos de esplendor y también han sido capaces de reinventarse cuando los números torcieron el renglón. El Quesos ha tenido su época dorada en los últimos años, pero el Chami también ha vivido su tiempo de reinado. Esta realidad competitiva ha dotado a la Liga española de un denominador común, Valladolid. En la ciudad, la pasión se bifurca en dos, los chamizos y los queseros. Como todos los derbis, el corazón prima por encima del resto, aunque en el caso del rugby, los valores intrínsecos del propio deporte hacen que la tensión se quede en el verde. Cuando el árbitro marca el camino de vestuarios, la sana rivalidad se queda en barbecho hasta el siguiente envite.
Con el baloncesto y el fútbol tiritando, la ciudad palpita, más que nunca, al ritmo que marca el oval. VRAC y El Salvador seguirán ensanchando el palmarés conjunto de una capital castellana, que seguirá en la cima por méritos propios y por afición. Porque el rugby, en Valladolid, tiene un sabor diferente, especial. La final de Copa en Zorrilla es una demostración más de los valores que encierra el balón picudo en Pucela, donde la vida se detiene por barrios cuando Quesos y Chami se ponen enfrente de un nuevo reto.
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