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Valladolid logra su mejor ensayo

Valladolid logra su mejor ensayo

Miles de bufandas blanquinegras de El Salvador y azules del VRAC convierten el 17 de abril en un día histórico para la ciudad y el rugby nacional, con 26.000 personas y la presencia del rey

juan lópez-ical

Domingo, 17 de abril 2016, 17:42

El éxito estaba servido en plato de porcelana, pero faltaban los complementos, el sofrito que aporta el sabor de calidad a un día grande. Nuevos sabores, experiencias y sentimientos para una sociedad, la vallisoletana, que rezuma rugby por sus calles, un deporte colocado en el mapa de los medios de comunicación por unos días, del que todo el mundo habla y que incluso ha llamado la atención del rey, Felipe VI, que fue aclamado por miles de asistentes que corearon su nombre al acceder al estadio José Zorrilla y cuando, uno a uno, entregó la medalla a vencidos y vencedores y la copa de campeón a Fernando González Altés.

Un escenario único, el coliseo blanquivioleta, que en sólo unas horas pasó de la pena de la derrota del Real Valladolid a la alegría de la fiesta rugbier; 300 periodistas acreditados; 26.000 almas dentro y unos cientos fuera; rivalidad entre aficiones del Salvador y el VRAC, pero hermanadas por una práctica que salpica honor por los cuatro costados, principalmente el de aquellos que reciben golpes a pie de césped, que disputan cada melé, que tiran a palos o que consiguen un ensayo, la fórmula para sumar más puntos en esto del oval.

Un deporte que ha colocado este domingo a Valladolid en el mapa nacional, quizá más lejos aún, algo que evidenciaba alguna bandera de otras regiones. Porque con el éxito de esta organización la capital del Pisuerga ha logrado su mejor ensayo. Eso mismo fue aprovechado por medio millar de trabajadores de Lauki y Dulciora para hacerse oír en las inmediaciones del estadio por la situación laboral que atraviesan en sus plantas.

Un respetado minuto de silencio en torno a las víctimas de los terremotos de Japón y Ecuador y del derrumbe de un edificio en Teneife dio paso a las notas del himno nacional. Gareth Griffitths, del VRAC, ante una enorme expectación, realizó la patada inicial y arrancó la fiesta deportiva, porque la social había arrancado en el exterior del recinto horas antes, en la fan zone, con carpas, juegos infantiles, comida y bebida. «Esto es impresionante», señalaban Jesús y Manuel junto a las cabinas de prensa. Fue una expresión muy repetida durante la jornada.

Para la ciudad quizá lo de menos fuera el ganador, pero no así para el SilverStorm El Salvador, que vuelve a levantar el trofeo varias ediciones después tras derrotar 13-9 al VRAC gracias a un ensayo de Alberto Díaz y una transformación y dos lanzamiento a palos de Sam Katz. Dos clubes, dos plantillas y dos aficiones que rieron o lloraron de emoción, de pena o de lamentación, en un partido más bien anodino motivado por la lluvia, la presión o verse frente a tanto público. Pero siempre recordarán que ambos equipos pasaron a la historia por ser los protagonistas de la LXXXIII Final de Copa del Rey. La sana batalla entre aficiones no decayó en todo el partido. Ni siquiera la lluvia, que durante los primeros 40 minutos se hizo presente de forma discontinua para dejar paso a un sol radiante en la segunda parte. Zorrilla retumbó al grito de Quesos, quesos y Mucho Chami, un ánimo constante antes, durante y después del choque. Incluso los Estopa, a través del videomarcador, desearon diversión en un gran partido minutos antes de las 13 horas.

La tercera final entre equipos de Valladolid supuso un partido histórico, ya que al récord de asistencia a un partido entre equipos nacionales se le suma la presencia, por primera vez en la historia, del monarca, así como el apoyo de autoridades e instituciones.

Un jefe del Estado no asistía desde 1929 a un partido de rugby, pero fue de carácter internacional, en Barcelona, entre España e Italia. Concretamente el bisabuelo del actual, Alfonso XIII. Ahora, la Casa Real retoma este hábito, de momento de forma puntual, con dos equipos de Valladolid, un espaldarazo para este deporte y la ciudad.

Final muy repetida

Desde 2006, cada cinco años ha tenido lugar un derbi en la final entre los dos equipos de Valladolid, ganas ambas por los Chamizos del Salvador. El dominio de los conjuntos pucelanos en la competición es tal que desde 2009 al menos un equipo de la ciudad ha llegado a la final. Pero más allá del deporte, el rugby es conocido por su hermanamiento, el colegueo entre aficiones. Algo que quedó patente hoy en el exterior del estadio, desde antes de que se decidiera abrir las puertas del coliseo blanquivioleta a las 10.30 horas por motivos de seguridad, al no ser las entradas numeradas.

Y es que miles de personas abarrotaron los aparcamientos del José Zorrilla en una jornada histórica. La polémica suscitada por la prohibición de consumir cerveza en el interior -algo que no sucede en Pepe Rojo- no supuso problema alguno para aquellos que quisieron disfrutar de una caña bien tirada en las diferentes carpas ubicadas en los aledaños del estadio, con actividades organizadas para niños y una escenario con pantallas para visualizar el choque.

Apoyo real de Valladolid

En el palco, Felipe VI, con traje marrón, corbata azul y camisa a rayas evidenció con una sonrisa casi vitalicia que venir a Valladolid había merecido la pena. Todo el estadio le aplaudió y coreó su nombre, una situación muy diferente a otras finales de Copa del Rey de otras disciplinas deportivas. Junto al monarca, el alcalde, Óscar Puente, el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, quien departió unos minutos con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, la vicepresidenta primera del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ambas vallisoletanas, y el presidente de Renault España, José Vicente de los Mozos, entre otros.

Todos fueron testigos del vaivén de las miles de bufandas blanquinegras, de El Salvador, y azules, del VRAC -aunque hoy jugó en parte de rosa-, que han convertido este domingo -a tres días del famoso 20 de abril de los Celtas Cortos- en un día importante para la ciudad y el rugby nacional.

Colmatada por un evento único en España, pero habitual en otros países europeos y oceánicos, Valladolid recibió además un impulso a la hostelería, con varias carpas de establecimientos en todo el entorno, con equipos de sonido y pantallas para poder seguir el evento desde las proximidades, tomando una caña, un vino o un refresco y almorzando un pincho de tortilla o una ración de torreznos.

Muchos de los aficionados procedían de fuera, que eran unos cuantos, como rezaban los mensajes de algunas banderas. «No queríamos perdernos esta fiesta y aquí estamos», narraba Jesús, que llegó desde Toledo con unos amigos. Ponferrada, Asturias o País Vasco fueron otros de los lugares de procedente del aficionado del oval. El civismo solicitado por las autoridades en días atrás fue la nota predominante; mientras que el trabajo de las decenas de vigilantes de seguridad y los voluntarios y trabajadores que el Real Valladolid puso a disposición del partido favoreció seguir el camino correcto. Con el We are the champions de Queen y el Paquito el Chocolatero se dio por terminada la fiesta, que para los chamizos concluyó con un baño de masas en la Plaza de la Rinconada. No sin antes despedir y aplaudir a ambos equipos durante su vuelta de honor al terreno de juego.

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