El Salvador rompe los pronósticos ante el Quesos y se proclama campeón de la Copa del Rey de rugby

Comenzó el partido con una declaración de intenciones de Griffiths, el pateador quesero, que se dispuso a intentar los primeros puntos a los tres minutos de juego con un lanzamiento casi desde el medio campo. No lo consiguió pero dejó claro por donde iba a transcurrir esta final.

El Salvador fue quien primero tomó el mando del encuentro. Parecía que al Quesos le costaba entrar en el choque y los chamizos lo aprovecharon para jugar en terreno rival. Sin embargo, las defensas se imponían y el oval apenas pasaba de manos, con continuos agrupamientos y escasos metros de avance. El partido se tornó espeso y el chaparrón que cayó sobre Zorrilla no ayudó a mejorar el juego. El oval se convirtió en una pastilla de jabón y el juego a la mano era poco menos que imposible. Los agrupamientos se sucedían sin que ninguno de los dos equipos fuese capaz de generar un poco de peligro ante las marcas rivales. Poco a poco, el Quesos se adueño del partido. Dominaba, tenía el balón, pero cometía errores que le impedían progresar. La touche fue un calvario para los queseros, que perdían su posesión constantemente y facilitaban la defensa y el contragolpe chamizo. Katz abrió el marcador con un golpe de castigo a los diez minutos, pero el Quesos reaccionó en Griffiths, en apenas cinco minutos dio la vuelta al electrónico con dos patadas que colocaron el 3-6 con el que concluyó la primera mitad.

Tras el descanso, el partido parecía pintar por los mismos derroteros, si bien El Salvador se mostró más dispuesto a jugar a la mano, a evitar la potencia del Quesos precisamente corriendo, moviendo el balón y dando continuidad a sus jugadas. Además, Katz, de nuevo a través de un golpe, empató el partido 6-6, y volvía a dejar las espadas en todo lo alto. Los cambios en ambos equipos solo dieron aire al Chami. Le dotó de mayor velocidad, de mejoría en los pases, mientras que en el Quesos parecía que el balón quemaba en sus manos. Con una excelente demostración del juego a la mano, con Ramos como director de orquesta, se inició la jugada del único ensayo del partido, donde Pearce dejó el oval en las manos de Alberto Díaz para que traspasase la defensa quesera como un cuchillo y anotase bajo palos. El delirio inundó las abarrotadas gradas de Zorrilla. Además, Sam Katz sumaba los dos puntos de transformación y colocaba el marcador en 13-6 a falta de poco menos de veinte minutos para el final.

Reacción enseguida el Quesos, que metió al Chami en su línea de 22 y finalmente Griffiths aprovechó un golpe para reducir diferencias (13-9). El Quesos había realizado nuevos cambios y se esperaba una gran reacción, pero no llegó. Y no lo hizo por los propios errores cometidos por los queseros. Fallos incomprensibles en la touche, pérdidas constantes de la posesión en situaciones inmejorables, en los puntos de encuentro, en las melés.... demasiadas facilidades para El Salvador. Además, los chamizos, conscientes de su ventaja en el marcador supieron jugar con inteligencia los últimos minutos, con la posesión, sin ceder el oval al Quesos. Katz pudo incluso aumentar su ventaja, pero erró en un golpe que dejó en vilo a la afición de Zorrilla en los últimos cinco minutos.

Ahí el Quesos demostró que no era su día. Pérdidas en la línea de 22 chamiza, malos pases y de nuevo cambio de posesión en la touche, arruinaron cualquier intento de reacción y de dar la vuelta al partido. NI siquiera se acercó con peligro a la línea de marca chamiza.

Así pues, El Salvador se llevó la Copa del Rey y el propio monarca se encargó de entregar el trofeo de campeones a los jugadores chamizos. EL rugby triunfó en Zorrilla.

El Estadio escucha el himno