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La primera letra de una aventura llamada March

La primera letra de una aventura llamada March

Historias de la F1 ·

A Max Mosley muchos le recordarán como presidente del máximo organismo del automovilismo, la FIA, pero hace medio siglo era un joven que soñaba con hacer un coche de carreras

Santiago de Garnica

Sábado, 5 de junio 2021, 08:23

Max Mosley nos ha dejado. Mucho se ha hablado de su etapa al frente de la FIA y sin embargo poco de su papel en el nacimiento March. Estamos en 1969. Cuatro jóvenes se unen, cada uno aporta 2.500 libras y juntan sus iniciales. Max Mosley, Alan Rees, Graham Coaker y Robin Herd acaban de crear una nueva firma de coches de carreras: March para correr en la Fórmula 1.

¿Fácil? No, ni mucho menos. Mosley y Herd, que se conocían de la Universidad de Oxford, habían afianzado su amistad después de reencontrarse en un proyecto de Frank Williams en 1968; Rees y Herd se conocían desde la escuela; y los pilotos de fórmula junior Rees y Coaker eran viejos (todo es relativo) conocidos. Cuando se reunieron en la casa de Herd –un diseñador en alza y el único que sabía cómo hacer un coche– en mayo de 1969, se entrecruzaron varios hilos. Herd y Rees habían hablado de crear un equipo de F1 alrededor de Jochen Rindt, y al igual que Herd y Mosley, Coaker, Rees y Herd estaban considerando producir coches de carreras para vender. Y Herdtambién estaba considerando otras opciones: Rindt – y su manager Bernie Ecclestone– lo querían para su propio equipo; y Keith Duckworth le había ofrecido acciones en Cosworth.

Sin duda era un galimatías. Ecclestone disponía de dinero, Duckworth tenía una posición reconocida, y éxito…, pero Mosley era inteligente, persuasivo, y convenció a Robin Herd.

Seis meses después el primer March, conducido por el sueco Ronnie Peterson, era tercero en su debut en F3. Y en todas las revistas especializadas se hablaba de la nueva marca, y de su F1 en construcción a cuyo volante (corría el rumpor) estarían dos pilotos conocidos.

Mosley intentó convencer, sin éxito a Rindt, pero con habilidad atrajo a una serie de pilotos con peso. Chris Amon, cansado de Ferrari, fue convencido por la idea de un equipo de un solo coche, que centraría en él el trabajo de todos. Andy Granatelli, dueño del monoplaza ganador de las 500 Millas de Indianápolis en 1969, visitó Bicester: su piloto Mario Andretti conduciría uno de los nuevos March.

Porsche, ansioso por mantener su piloto número 1 de sport lejos de las garras de Enzo Ferrari, acordó financiar la presencia en F1 de Jo Siffert con March. Y luego la estrella: el campeón mundial Jackie Stewart llamó a la puerta. El escocés se había visto obligado a abandonar Matra (su nuevo propietario, Chrysler, no admitía el motor Ford), y su lealtad a Ken Tyrrell, Cosworth y Dunlop le impedía acuerdos con Brabham, BRM o McLaren. El March era una aventura pero la única opción realista para el escocés.

De repente, March tenía un taller de máquinas, un torno y 10 monocascos de F1 para construir, además de bastidores para las fórmulas 2, 3 y Ford, y un par de Grupo 7. Y pilotos de renombre. Era la marca de moda.

En 1970 el March 701 ganó tres pruebas de F1: la Carrera de Campeones, el GP de España y el International Trophy. Pero el 701 estaba muy limitado en su desarrollo. En cualquier caso Mosley había hecho realidad su sueño de colegial. Y la marca, creada junto a sus amigos, si bien en F1 no brilló demasiado, si lo hizo en otras disciplinas.

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