Una pretemporada de Alonso para soñar

La pretemporada de 2023 sirve para demostrar que, al menos, Alonso no se encuentra en peor escenario que el año pasado. El abrupto divorcio de Alpine, equipo que escupió a la cara de su última leyenda, hizo pensar que Alonso se agarraba a un clavo ardiendo para seguir estirando el chicle de su carrera deportiva. Aston Martin no era más que la vieja Force India, pero con el dinero de Lawrence Stroll detrás. Cuando el jueves, el primer día de ensayos en Baréin, Felipe Drugovich, el probador afortunado por el accidente del hijo del dueño, provocaba la primera bandera roja, sudores fríos recorrieron tantas espaldas como sonrisas socarronas se esbozaban en bocas autosuficientes. «Otro año que no», decían unos y otros.

Pero Alonso está empeñado en demostrar que su historia no tiene un guion establecido. Después de una mañana complicada, completó 60 vueltas. Al día siguiente, el único en el que estuvo toda la jornada al volante del AMR23 se dio una buena panzada de 130 vueltas para completar el tercer día con una tarde en la que hizo 80 giros más, con baja degradación y un más que decente simulacro de carrera. Nadie ha rodado más que él, 270 vueltas en tres días. Dos terceros puestos y un noveno en la irrelevante tabla de tiempos, pero siempre con Max Verstappen, el indiscutible rival a batir, muy cerca. El Red Bull no es solo el vigente campeón, como dejó claro Sergio Pérez con su último mejor crono de este sábado.

Nada garantiza que esta pretemporada sea sinónimo de un éxito en lo que queda de campaña, pero para Aston Martin mejor hacerla así que no en la línea de otros equipos. Caso de una McLaren perdida que asume que se han equivocado en el camino de desarrollo del nuevo monoplaza o los irrelevantes Alpine, caídos en desgracia en una zona media-baja en la que se han visto más lejos aún de la zona alta.

Establecer una posición de partida para Aston Martin es complejo, pero el gran cambio que realizó el equipo liderado por Mike Krack en la pista y Dan Fallows en la sala de diseño ha dado, a priori, resultados. El AMR23 es un coche razonablemente dócil de conducir, adaptable a las características que necesita Alonso y que ha dado un rendimiento superior al de su predecesor.

Hay una zona que ha levantado muchas suspicacias del monoplaza verde, y es su parte trasera. Mientras que otros equipos sufren para mantener en la línea de la trazada sus coches, el Aston Martin parece mucho más fino en este sentido, lo que puede ser una ventaja, sobre todo en el primer tercio de la temporada. Si a eso se une el motor Mercedes, que sin ser el superior que fue antaño sí está en condiciones de pelear por ser de los más rápidos, se puede decir sin mucho riesgo a equivocarse que Aston Martin ha pasado de ser el séptimo u octavo coche de la parrilla al cuarto o quinto, por detrás de Red Bull, Ferrari y Mercedes (que, como siempre, se han tapado tanto que es imposible colocarles más arriba) y con las dudas que puede generar esa abigarrada zona media de la parrilla.

En caso de que Aston Martin esté de la media hacia arriba, hay esperanzas de volver a ver a Alonso pelear por algo más allá de su habitual quinto constitucional. Ya lo demostró en su primer año en Alpine, cuando aún no había llegado el ínclito Otmar Szafnauer y los buenos resultados no sentaban mal dentro del muro del equipo francés porque los lograra Alonso. Aquel tercer puesto de Catar 2021, el 98º en la carrera de Alonso, fue la constatación de que en su nueva juventud solo necesita un corcel que le permita llegar a un último horizonte.

Sin que el humo pueda nublar la visión, y con la cautela requerida, a la pregunta de si Alonso puede ganar algún gran premio este año, la respuesta no puede ser otra que la que dio él mismo el día de la presentación del coche: «Casi seguro que no». Quizá solo haga falta ese «casi» para que la cábala se cumpla del todo.