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Nurburgring años sesenta, los coches vuelan sobre los rasantes de una pista rodeada de árboles, «cada año un poco más gruesos», tal y como decía Stewart.

Pilotos, otra dimensión

Historias de la Fórmula Uno ·

Un volante, un coche, un hombre en busca de la gloria más allá de lo razonable para muchos. Pero, para un piloto, la vida, sin carreras, no tiene mucho sentido

Santiago de garnica

Viernes, 18 de noviembre 2022, 18:12

La temporada llega a su fin. Circuitos, equipos, marketing, motores, ingenieros...Pero al final solo queda en pista un coche y un piloto. Pilotos, seres humanos. Si, pero diferentes. Hay que ser muy especial para poder adelantar a un rival en la curva de Signes, ... en el Paul Ricard, a 340 km/h.

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Y que decir de Eau Rouge, en Spa-Francorchamps. Con una inclinación de hasta el 18%, esta famosa izquierda-derecha-izquierda culmina en una cumbre ciega. Los pilotos no pueden ver por donde sigue la pista y, deben anticipar la posición de su monoplaza para cuando lleguen al vértice de la curva...

O Copse, en Silverstone. Si a a la entrada a ciegas le sumas una salida de curva tomada a una velocidad de 280 km/h...

En Suzuka, la 130R es una de las curvas más peligrosas y rápidas de la temporada. Tomada a 305 km/h, los pilotos están sometidos a una fuerza lateral de 3,5 G... Curvas, puntos críticos en los que se ganan o pierden carreras, campeonatos, en que se alcanza la gloria o la derrota, o, aún peor, el drama.

Seres diferentes. Fangio, el argentino, sinónimo de velocidad, de pilotaje. Cinco veces campeón del mundo, ganador de una de las carreras más impresionantes de la historia, aquel GP de Alemania en Nurburgring de 1957. Aquel 4 de agosto rompió nueve veces en diez vueltas el récord de la pista, en una recuperación, tras una mala parada en boxes, que le llevó al triunfo. «Nunca había conducido como hoy». Y sabía que nunca podría volver a hacer nada parecido.

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Jim Clark, el arte de la conducción. En setenta y dos grandes premios hizo 33 pole position, una marca que ni el propio Senna, con 65 poles en 161 GP, pudo superar.

Senna, mágico, sobrenatural, en Mónaco 88, en los entrenamientos, con un tiempo de 1:23.998, Senna se aseguró el primer puesto en la parrilla del domingo: «ya estaba en pole, pero de repente fui yendo más rápido.

Era dos segundos más rápido que nadie. Pilotaba por instinto. Estaba en otra dimensión, en un túnel. Iba más allá de mi conciencia».

Eau Rouge, una curva izquierda-derecha-izquierda que culmina en una cumbre ciega..., los pilotos no pueden ver la continuación de la pista pero siguen pisando el acelerador a fondo

Luego algo, un 1 de mayo de 1994 se rompió en Imola. El día anterior a Roland Ratzenberger, un alerón se le desprendió a su Simtek, en la curva Gilles Villeneuve a cerca de 300 km/h y allí terminó todo. Correr en aquel coche le costaba todos sus ahorros. Otros no hubieran corrido en él por todo el oro del mundo.

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Ah... Gilles. Cada vez que se subía en su coche le decía a su mujer Joanne: «Espérame, no tardaré mucho...».

Phill Ker, manager del equipo Brabham, decía que si tuviera que atravesar el Sahara, se llevaría con el a Dennis Hulme (campeón del mundo en 1967) pues «a su lado no tendría nada que temer».

El pedal de freno de Regazzoni

Y Lauda, despiadado, frío, que tuteba a Enzo Ferrari ante el pavor de su entorno, se subió a su coche en Monte Fuji, en el Gran Premio de Japón de 1976 de apenas un mes después de haber recibido la extramaunción.

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Clay Regazzoni pudo haberse retirado con 40 años: no pensaba en ser campeón. Un día el pedal de freno de su Ensing se rompió y el accidente le llevó a una silla de ruedas. «Vivía para la carrera y eso me hacia feliz».Y siguió corriendo pruebas de clásicos con un Lancia adaptado.

«¡Piloti, qué gente!», escribió Enzo Ferrari. Ickx, Hunt, Pironi, Prost ... gente distinta, solo un campeón a final de temporada. Pero ser piloto ya es un titulo: el que se da a «esa gente» de otra dimensión.

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