Borrar
Jochen y Nina Rindt, El Norte
Nina, el miedo que se escondía tras la sonrisa

Nina, el miedo que se escondía tras la sonrisa

Historias de la Fórmula Uno ·

La cita de este fin de semana del Mundial de F1 en Austria despierta algunos recuerdos en torno a Jochen Rindt, el único campeón del Mundo a título póstumo...

Santiago de Garnica

Viernes, 8 de julio 2022, 21:57

Esta historia arranca en 1963 , pero no en un circuito sino en una estación austriaca de esquí. Ella tiene veinte años, él veintiuno. Se comprometen. Hija de Curt Lincoln, piloto finlandés, Nina, sin embargo, no se siente atraída por la competición. Inicia una prometedora carrera como supermodelo que la lleva a posar para revistas, como Vogue. Durante los dos años que seguirán, sus respectivas carreras les separan. Pero a principios de 1967, en los Estados Unidos,se reencuentran y en marzo se casan.

Rindt es el piloto más prometedor junto a Jackie Stewart en estos mediados de los sesenta. Pero el escoces ya ha demostrado que puede ganar en la Fórmula 1, algo que su amigo austriaco aún no ha hecho: gana Le Mans, muchas victorias en F2 pero ninguna en F1. No falta talento pero su Cooper Maserati es pesado y anticuado.

El sábado 5 de septiembre por la tarde, sentada en su silla plegable en el box, Nina Rindt observa cómo se aleja el Lotus de su esposo

Nina apoya al cien por cien a su marido. Se instalan en Suiza por consejo de sus amigos Helen y Jackie Stewart. Nina convive con los pilotos y sus acompañantes, y se une particularmente a Sally Courage (también modelo), esposa de Piers, gran amigo de Jochen. El nacimiento de Natasha Rindt en 1968 les llena de felicidad y hace que Jochen se olvide de esta mala temporada en Brabham. Pese a un perfecto entendimiento con Jack y su equipo, un motor Repco desfasado le apartan de la victoria. El prestigioso equipo Lotus se acerca a él. Bernie Ecclestone, su mánager, le empuja a aceptar la propuesta de Colin Chapman. Pero Nina está preocupada: Chapman construye coches rápidos pero frágiles.Mientras que los Brabham, que tendrán el nuevo Ford-Cosworth en 1969, son sólidos. Su esposo la tranquiliza: si quiere ser campeón mundial, debe ir a Lotus. Y, además pagan más.

Unos meses más tarde, tras un accidente en Montjuich (un alerón roto del Lotus), Rindt escibe desde la clínica del Doctor Soler-Roig, una carta a Colin pidiéndole que refuerce sus coches. A Chapman no le gusta la carta. Nina, en el box, cronometra los tiempos de Jochen pero apenas habla con Colin.

Las sonrisas exteriores esconden la angustia de Nina. Jochen está pensando en retirarse para dedicarse a los negocios, pero antes quiere ganar carreras y ser campeón. Y hace una promesa a Nina: después colgará el casco. La tan esperada victoria finalmente llegó en el último Gran Premio de 1969, en Estados Unidos. La pareja y su hija se mudan a una casa nueva y grande. La temporada de 1970 transcurre bajo los mejores auspicios, Jochen gana en Mónaco y Holanda. Pero en Zanvoort, pocos días después de la muerte de Bruce McLaren en Goodwood, Piers Courage perece en las llamas de su De Tomaso. Nina insiste en que Jochen se retire. Pero este no quiere rendirse ahora. Gana en Francia, Gran Bretaña y Alemania, y se encamina hacia el título. El Gran Premio de Austria a finales de agosto debería anunciar la coronación de Jochen Rindt. El Lotus 72 se ha vuelto irresistible, pero el Cosworth V8 explota: hay que esperar a Monza. Nina y Jochen aprovechan el tiempo entre las dos carreras para llevar a Sally Courage a pasar unos días de vacaciones y luego emprenden viaje a Italia.

El sábado 5 de septiembre por la tarde, sentada en su silla plegable en el box, Nina Rindt observa cómo se aleja el Lotus de su esposo. Unos minutos más tarde, el ruido de los motores disminuye gradualmente, y luego llegan Jackie y Helen Stewart, con el rostro pálido....

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Nina, el miedo que se escondía tras la sonrisa