Vic Elford: Siempre rápido en cualquier sitio, con cualquier coche

Estamos en 1968. Un piloto se impone el mes de enero en el Rallye de Monte-Carlo con un Porsche 911, en febrero logra la victoria en las 24 horas de Daytona; en marzo queda segundo en Sebring ; en mayo vence en la Targa Florio (en estas tres carreras con un Porsche 907); y gana los 1.000 kms de Nürburgring con un 908. Y el 7 de julio debutaba en la Fórmula 1 al volante de un vetusto Cooper-BRM, en el marco del Gran Premio de Francia que se disputaba en el complicado y peligroso trazado de Rouen logrando la cuarta plaza bajo unas condiciones de suelo dantescas. Solo le superaron tres gigantes: Ickx, Surtees y Stewart.

Si esta polivalencia de correr un fin de semana en un rallye, el siguiente en una prueba de sport prototpos y otro en un gran premio de Fórmula 1 hoy día es impensable e incluso no era excesivamente habitual a finales de 1968, lograr hacer todo ello con éxito solo tiene un nombre: Vic Elford.

Sin duda un piloto único. Y no fue una carrera fácil ni larga. Empezó en los rallyes, como copiloto por falta de medios (sus padres tenían un pequeño café). Hasta los 25 años no pudo coger el volante y, tras algunas temporadas de rallyes con Triumph y luego con Ford, aprovechó la oportunidad para pasarse a Porsche. Andaba tan rápido en los tramos con el 911 que Von Hanstein, el responsable de competición de la casa de Stuttgart, le propuso correr en el circuito. Y su carrera despegó en 1967. Tenía ya 32 años.

No cabe aquí todo su palmares, pero sí destacar, además de su polivalencia, su extraordinaria memoria visual, su capacidad de ir muy rápido y su valentía. Así se sentía en su elemento en circuitos naturales como la Targa o Nürburgring. Un Nordschleife que tenía grabado a la perfección en su cerebro durante los turnos nocturnos de más de 7 horas en el Marathon de la Ruta (84 horas) de 1967, donde vencería sobre el 911 compartido con Neerspach y Hermann que apenas podían aguantar la dureza de la carrera.

Esta primera victoria fue seguida por varias otras que le valieron el envidiado título de 'Ringmeister'. En ese momento, un experto en Ring podría compensar la desventaja de un automóvil mediocre. Y Vic lo demostró en cada oportunidad. Por ejemplo, en el Gran Premio de Alemania de 1968. Allí ganó la quinta plaza en los entrenamientos con un Cooper Maserati totalmente desfasado.

Sin duda la Fórmula 1 fue la disciplina en la que menos participó y brilló. Catorce grandes premios, tres marcas (Cooper, McLaren y BRM, cuatro clasificaciones en los puntos (un cuarto puesto, dos quintos y un sexto), Pero todos sabían que le faltaba un buen coche.

Pero más allá de todo esto, Vic Elford era un piloto carismático y , al tiempo, accesible, humilde y unánimemente apreciado por sus compañeros. No se puede olvidar su caballeroso gesto en Le Mans en 1972. Al presenciar la colisión entre el Ferrari Daytona de Florian Vetsch y el Lola de Jo Bonnier, detuvo su Alfa y corrió a rescatar a los dos pilotos. El suizo estaba afortunadamente ileso, pero Bonnier había muerto. El accidente marcó a Vic que también se dio cuenta durante esta temporada 72 que, sin las últimas sensaciones del 917, su coche favorito (muchas grandes figuras lo odiaban pues lo consideraban difícil y peligroso de conducir), las carreras ya no tenían interés para él.

El pasado mes de marzo de 2022, un cáncer se lo llevó.

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