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En los boxes se ganan y pierden carreras. Jefes de equipo, ingenieros, mecánicos y pilotos, toda una orquesta que en unos segundos puede triunfar o caer en los infiernos. Y a veces suceden cosas inimaginables.
Estamos en la temporada de 1964. Concretamente el 14 de junio, y en Spá Francorchamps, se disputa el Gran Premio de Bélgica. Dan Gurney ha realizado el mejor tiempo en los entrenamientos con su Brabham BT7. Los participantes han de dar 32 vueltas al largo circuito, recordemos que estamos en el trazado original, de 14,05 kilómetros. Gurney domina la carrera cuando llega la vuelta 29 y empieza a notar como su motor Climax ratea por falta de combustible. Entra en el pit lane con la idea de hacer un rápido repostaje y conservar su primer puesto. Pero al llegar a su box se encuentra que los mecánicos ya han recogido todo el material y vaciado los bidones de gasolina. El americano sale de nuevo a la pista pero tan solo puede cubrir dos vueltas antes de que el motor se pare. Cuando baja la bandera a cuadros ya no rueda pero se clasifica sexto. Poco consuelo para un ganador seguro.
Nuestra segunda historia en los boxes sucede en 1999. Eddie Irvine pilota para Ferrari. En la decimocuarta y antepenúltima carrera de la temporada, el Gran Premio de Europa, que se disputa el 26 de septiembre en Nurburgring, el irlandés llega empatado a 60 puntos con el piloto de Mclaren, Mika Häkkinen, en la lucha por el título. En carrera, la lluvia intermitente provoca un auténtico caos de cambios de neumáticos. En una de sus entradas a boxes para poner cubiertas de mojado, ante el cambio de la pista deciden montar las de seco. A Irvine le sustituyen tres rápidamente...., pero la cuarta no la encuentran. Tardaron 20 segundos de más y, cuando salió a pista, estaba muy retrasado. Terminó noveno, fuera de los puntos, mientras que Häkkinen, era tercero y dejaba atrás al de Ferrari en la lucha por el título.
Y una tercera historia en los boxes, también con un piloto de Ferrari como protagonista. En este caso sucede el 20 de julio de 1974, en el Gran Premio de Gran Bretaña. Niki Lauda domina sobre el asfalto de Brands Hatch durante sesenta y nueve vueltas. Pero su neumático trasero derecho empieza a perder aire. Es un pinchazo lento, Niki aguanta, pero a dos vueltas del final no queda más remedio que entrar en boxes para sustituir la rueda. Una operación rápida, el Ferrari arranca pero entre mecánicos, comisarios, periodistas... El 'ambiente' es propio del fin de carrera. Lauda avanza hacia la salida del pit lane cuando se encuentra con un Ford Cortina parado que le cierra el paso. El austriaco está furioso pero el comisario que custodia el Ford se encoge de hombros: le han situado allí a la espera de la vuelta de honor. Y no se mueve. El caos adquiere tintes insospechados. Lauda sigue atascado tras el Ford mientras Jody Scheckter al volante de su Tyrrell. pasa bajo la bandera a cuadros como ganador.
La Federación Internacional del Automovil (FIA), en una decisión posterior, le da a Lauda la quinta plaza. La que habría logrado si aquel Ford Cortina no hubiera estado aparcado a la salida de los boxes.
Pero ya lo dijo Jackie Stewart: «para llegar primero, lo primero es llegar».
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