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Eugenio Castellotti pilota el Lancia D-50 en el Gran Premio de Mónaco de 1955.
La elegancia de Castellotti
Fórmula 1

La elegancia de Castellotti

El gran Eugenio exhibió un estilo impecable de pilotaje en una época en la que el romanticismo y el riesgo eran parte inseparable de las carreras

santiago de garnica

Sábado, 27 de junio 2015, 16:56

Si Eugenio Castelloti resucitase y viera el estilo de ciertos pilotos, de sus rotos vaqueros, se volvería a morir. Él, que atesoraba más de doscientos pares de zapatos, que su polo amarillo de carreras se cerraba con botón en la entrepierna para no tener jamás una arruga, era el árbitro de la elegancia.

Nacido el 10 de octubre de 1930, para los amantes del Zodiaco es sin duda la personificación de un Libra: refinado, diplomático, amante del arte, de la armonía, de la belleza.... y de los Ferrari. Su fortuna familiar (provenía de una familia de ricos aristócratas terratenientes) le permitió dar inicio a su carrera comprando varios coches del Cavallino, pero Enzo Ferrari no tardó en abrirle las puertas del equipo oficial en las carreras de Sport, cautivado por su perfecto estilo, tanto en tierra, como al volante. Porque era un piloto también elegante sobre el asfalto, con unas perfectas trazadas y al tiempo un luchador magnífico de enorme corazón, como lo demostró en aquellas Mil Millas de 1956 que ganó bajo una lluvia intensa, según recuerda el propio Ferrari en Piloti, che gente.

Entabló una gran amistad con Alberto Ascari, que le aconsejaba y pulía aún más su estilo. Precisamente fue probando el coche de Castellotti durante unas pruebas en Monza, un Ferrari de Sport, como se mató Ascari en un accidente que nadie se explica. «Cuando cierro los ojos, escucho a Alberto dándome consejos», decía Castellotti, a quien aquel accidente impresionó profundamente.

Castellotti debutó con los preciosos Lancia D50 en la Fórmula 1, en el Gran Premio de la Argentina de 1955, y con los que correría dos carreras más. Pero la aventura de Lancia en la Fórmula 1 se vería truncada por los problemas económicos y la muerte de Ascari. Así, los coches pasaron al equipo Ferrari y también Castellotti (que se puso al volante de los difíciles 555 y 625). En aquella primera temporada en el Mundial, correría un total de seis grandes premios logrando con el Lancia la pole en Bélgica y quedando segundo en Mónaco, y ya con en Ferrari, tercero en Monza. Si las victorias se sucedían en Sport, en la Fórmula 1 Castellotti no logró ninguna, aunque su tercer puesto al final de la temporada de 1955 y el sexto en 1956 (con los Lancia modificados por Ferrari) se veían como el prometedor inicio de una gran carrera para aquel italiano muy rápido a quien su estilo, a pesar de una cierta arrogancia, le había convertido en un ídolo para sus compatriotas.

Además, su vida amorosa completaba el panorama para que la prensa del país transalpino le convirtiera en protagonista de muchas de sus páginas. Ella se llamaba Delia Scala y era actriz, bailiarina y diseñadora de ropa. Su belleza era el complemento perfecto de Eugenio.

Y con la misma pasión que pilotaba los Ferrari de Sport y Fórmula 1, abría las cartas que le mandaba cuando estaba ausente. En el viaje en avión para asistir al Gran Premio de la Argentina que el 13 de enero de 1957 daba inicio a la temporada, los otros pilotos del equipo Ferrari (Musso y de Portago, entre otros) jugaban al póquer mientras él, el gran Eugenio, abría cada hora una de las cartas que en un paquete le había entregado Delia Scala para leerlas con detenimiento. Tan solo el hecho de que ella no quisiera renunciar a su carrera enturbiaba aquella apasionada relación.

Pero eran años muy duros. Muchos pilotos pensaban cuando sacaban los billetes para viajar a una carrera que el de regreso se podría quedar sin utilizar.

A Eugenio Castellotti, sin embargo, el destino no le aguardaba en ningún Gran Premio rodeado de glamour. Acechaba en una solitaria sesión de pruebas a la que ni siquiera pensaba asistir.

El 14 de marzo de 1957 Enzo Ferrari le llama urgentemente para que acuda a Módena. El Commendatore está nervioso pues tiene noticias de los excelentes tiempos que realiza el francés Jean Behra con un Maserati durante unas pruebas.

Castellotti se encuentra cansado, pero sube al Ferrari 801 de Sport con el que ha de disputar las 12 Horas de Sebring. Hay que mejorar el coche. De pronto en una curva choca violentamente y su cuerpo sale despedido. Tenía 26 años.

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