José MIguel Ortega
Valladolid
Sábado, 4 de agosto 2018, 13:39
Las aguas del Pisuerga, mucho más limpias entonces que ahora, ya habían sido escenario en el siglo XIX de competiciones de remo, con barcos planos y de quilla, y de natación en los primeros compases del siglo XX, con recorridos que iban desde el Batán ... hasta el Cubo, y los primeros tritones vallisoletanos en liza: Juan Barbotán, a quien apodaban 'Gran Barbo', Pepe Requena, Reinoso, los hermanos Gómez Sigler, que eran tan fuertes con las piernas para ganar pruebas ciclistas como con los brazos, en la natación, Bañares, Del Brío y, sobre todos, Julio Alonso, el gran sportman, tan bueno jugando al fútbol que reforzaba al Real Madrid en los partidos amistosos, y asombraba igualmente por su destreza en el agua.
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Julio Alonso, dueño de la fábrica de galletas 'La Isabelita', viajaba con frecuencia a Gran Bretaña y, a su regreso, además de ideas para el negocio, traía también las últimas novedades en materia deportiva, de modo que fue él quien impulsó el proyecto de disputar un partido de waterpolo en el río Pisuerga, con el respaldo organizativo de la Unión Deportiva Castellana, club que aglutinaba buena parte de la actividad física de la ciudad.
Como tantos otros, el waterpolo es un deporte de origen británico, inglés para ser más precisos, del que en 1870 el Times daba noticia en una de sus reseñas diciendo que «en la piscina del West End se disputó en la tarde de ayer un encuentro de foot ball acuático», curiosa manera de denominarlo, seguramente porque aún no se le había bautizado con el nombre definitivo de waterpolo, que hacía referencia a pulu, una palabra de origen hindú que significa pelota, y al medio donde se desarrollaba el juego, el agua, wáter en el idioma de Shakespeare.
Los dos periódicos vallisoletanos de entonces El Norte de Castilla y el Diario Regional, anunciaban la celebración del insólito espectáculo de la misma forma que lo había hecho el Times, casi cuarenta años antes: «Mañana, a las siete de la tarde, se celebrará en el río Pisuerga, en las inmediaciones del Batán, un interesante desafío de foot ball acuático, organizado por la Unión Deportiva Castellana, entre dos equipos formados por nadadores vallisoletanos». Se explicaba, asimismo, que era un deporte como el conocido balompié, pero en el agua, en espacio más reducido y en dos tiempos de siete minutos con un descanso de tres minutos. Cada equipo, decían los gacetilleros, consta de un portero, dos defensas, un medio y tres delanteros, posiciones y nombres de origen futbolero que en nada se parecen a los del waterpolo actual.
La presentación oficial del nuevo deporte en Valladolid, el 4 de agosto de 1918, constituyó un verdadero acontecimiento, pues fueron muchísimos los curiosos que acudieron a orillas del río, a la altura de la célebre caseta de baños El Niágara, para no perderse ripio de cuanto sucedía en aquel rectángulo delimitado por barcas y boyas, que la corriente, por cierto, modificaba de posición pese al esfuerzo de los organizadores por evitarlo.
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Si curioso era aquel deporte que se presentaba en la ciudad, no lo era menos el nombre con que fueron denominados los dos equipos contendientes: «Cangrejo» y «Rana», formados por sportsman cercanos a la Unión Deportiva Castellana, que también brillaban en otras especialidades, sobre todo ciclismo, hípica y fútbol.
El bando de los 'crustáceos' lo integraron: R. Stampa, G. Queipo de Llano, J. González, Ortiz, J. Quemada, J. Alonso y G. Castro, mientras que el de los 'batracios' estuvo formado por: C. Beade, O. Pérez, C. del Brío, F. del Brío, I. Guardiola, M. Requena y R. Reinoso. Juan Barbotán, ya veterano, actuó de árbitro y el presidente de la Unión Deportiva Castellana, José María Recio, se encargó del cronometraje.
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Don Julio Alonso, pese a que entonces ya tenía 41 años, fue el más avezado de todos los equipiers y adelantó a su equipo con un gran goal, al que respondió antes de finalizar el primer tiempo Reinoso, con un preciso lanzamiento que equilibraba el marcador. La emoción fue la tónica dominante en el segundo periodo, hasta que nuevamente Alonso, que por algo era el capitán de su equipo, batió la portería rival y estableció el definitivo 2-1 favorable al «Cangrejo», entre el desbordado entusiasmo de los numerosos espectadores que tuvieron la suerte de asistir a aquel histórico match de fútbol acuático en Valladolid. El bando perdedor, por cierto, invitó a un refresco a sus rivales.
Tan fuerte prendió la fiebre del waterpolo entre aficionados y jugadores, que once días después volvieron a verse las caras, ésta vez con empate a dos goles, y en el mes de julio de 1920, con buena parte de los protagonistas del lance inaugural, se midieron el «Rana» y el «Gimnasio», liderado éste por don Julio Alonso, autor de los tres goles que le dieron el triunfo. Precisamente el «Gimnasio» fue el primer equipo vallisoletano de waterpolo que se atrevió a competir fuera de la ciudad, viajando a Gijón para enfrentarse en aguas del muelle del Musel, a un equipo asturiano que mojó la oreja a los nuestros, 2-0.
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Periódicamente las aguas del Pisuerga siguieron albergando partidos, hasta que el 29 de junio de 1935, se inauguró la Piscina Samoa con varias pruebas de natación y un encuentro de waterpolo entre dos equipos del Canoe, batiendo los de gorro blanco a los de gorro rojo por 2-1, curiosamente el mismo resultado que se dio 17 años antes, el día de la presentación oficial del exótico 'foot ball' acuático.
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