Sergio Prieto y Sandra San Miguel, apoyados en una valla de las pistas de atletismo Antonio Prieto de Segovia. óscar costa

Un triunfo de la pasión por el atletismo

Los dos atletas ganadores en la Carrera de Fin de Año reivindican un deporte con menos presión y más juego que enganche a los pequeños

Sergio Perela

Segovia

Miércoles, 5 de enero 2022, 10:41

Se han pasado prácticamente cuatro días respondiendo mensajes, siendo reclamados por los medios de comunicación locales y con una sonrisa en la cara. Y sin parar de entrenar, claro, porque es lo que les da de comer. No en el sentido económico, pero sí ... en todos los demás. Sandra fue la primera de su generación, dentro de una familia de amantes del deporte, que recibió el chute del atletismo directo a la vena y se hizo adicta a las pistas. Detrás llegó Sergio, su primo, que todavía no tiene los 20 años. Desde muy pequeños han sido constantes en su trabajo, en sus series. Con altibajos anímicos fuertes, porque el deporte del atletismo es muy duro por dentro, a veces tanto que puede consumir. Con Sandra estuvo a punto de poder, porque un año atrás, cuando todavía estaba terminando la carrera en León, estuvo a un paso de dejarlo tras verse atascada y con muletas. Sergio tuvo sus momentos justo antes de marcharse a Soria a estudiar fisioterapia. Hay quien ha leído en su victoria en la Carrera de Fin de Año un inminente cambio generacional al que ellos ponen cara hoy, pero que tiene mucho más por detrás.

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Sandra San Miguel pasa esta temporada a ser absoluta y su transición por los sub-23 no ha sido lo que ella esperaba, así que la victoria del último día del año tiene un punto de reivindicación: «Básicamente supone sentirme competitiva y demostrarme que puedo mejorar en cosas que antes pensaba que no. En este caso es el fondo, las distancias más largas, que es mi punto más débil». Con su entrenador, Antonio Requero, comenzó a preparar esta temporada ya en octubre, aunque los primeros pasos para recuperar la ilusión por competir los empezó dando al final de su estancia en León, antes del verano, de la mano de su mentor. «Estoy todavía con esa preparación de volumen, de carga; estamos en periodo de acumulación y ahora comenzaremos con la calidad y la pista cubierta». La novedad es que va a apostar por el 800 y el 1.500. Ella viene de correr, no hace mucho, el 400. «El objetivo principal es hacerme la mínima para el Campeonato de España, marcas personales y, si pudiera ser, estar en finales de campeonatos como ya he estado». San Miguel apunta hacia los mismos techos que Idaira Prieto, Águeda Muñoz o Ángela García, aunque «todavía no estoy a ese nivel, sobre todo en 1.500. En 800 quizá esté más cerca. Igual ahora no, pero a largo plazo porqué no soñar con estar a su nivel».

«Venimos los jóvenes pisando fuerte y yo creo que somos, no tanto el futuro que lo vamos a ser, sino también el presente porque yo creo que podemos dar muchísimas alegrías». Es la interpretación, más contundente que su prima, de Sergio Prieto, que viene de ser quinto de España sub-20 en la prueba de 800 metros. Ahora pasa a ser sub-23 y dice no tener otro objetivo que «seguir aprendiendo y seguir mejorando. Me gustaría llegar a hacer 1'50'', que es una marca que te da paso para entrar en los mítines, para entrar en ese pequeño grupo que disputa las medallas. Ese es mi gran objetivo: ser competitivo y estar entre los mejores de España, que creo que puedo llegar a serlo». Son diferentes ambiciones las de ambos, pero quizá estén ante el año en que tendrán que acostumbrarse a la atención mediática.

Echan en falta mejores instalaciones y más solidaridad entre los clubes

Sergio corre bajo los colores del Club Atletismo Numantino y Sandra lo hace para el Sprint de León. Ambos saben lo que es vivir y entrenar fuera, pero dentro de la misma comunidad autónoma. Cuando se les pregunta qué podrían envidiar para Segovia, tiran por caminos diferentes. «Lo que envidio de León son las instalaciones. El centro de alto rendimiento tiene un gimnasio increíble, un módulo cubierto impresionante, una sala de masajes y hasta atención médica si lo necesitas», argumenta Sandra. «También envidio la exclusividad que le dan a las pistas de atletismo», termina pensando en que ella misma, no hace mucho, se llevó un balonazo en Segovia mientras hacía unas series al coincidir con un entrenamiento de fútbol y carecer de una red protectora las instalaciones.

De Soria, Sergio se traería otras cosas: «Tiene unas instalaciones muchísimo menores. Allí se le da importancia al deporte. Tienes un módulo, un gimnasio que compartimos con gente de voley; el campo de fútbol lo compartimos con el Numancia y está organizado para que cada persona pueda destinar tiempo todos los días a lo que se dedique, como los lanzadores. Sobre todo lo que echo en falta son entrenadores específicos para cada disciplina. Hay muchos clubes y entrenadores para cada equipo, cuando creo que tendría que haber entrenadores para cada apartado». Él hace un llamamiento a la colaboración para que Segovia sea más fuerte; ella a que se le dé al atletismo la importancia que reivindican los resultados. Pero ambos han salido, y entrenado, mejor fuera.

A lo que no renuncia ninguno de los dos es a que la presión pueda llegar a hacer que pierdan el gusto por el atletismo más puro, el disfrute de correr. Ambos defienden que, sobre todo los más pequeños, suban a las pistas a jugar más que a otra cosa. «Vivimos», dice una Sandra que trabaja en las escuelas deportivas, «en un ambiente de demasiada competitividad. Recuerdo el atletismo en mi etapa alevín o benjamín como un juego. Disfrutar de hacer todas las pruebas. Disfrutar de la gente que conoces, los viajes. El proceso, que es lo que te queda». Sergio asiente y sonríe, aunque tiene menos recorrido: «La presión que tengo me la pongo yo mismo. Está bien que te exijas, pero lo que he hecho ha sido por disfrutar, por venir a hacer amigos con 8 años». La mayor parte de su vida ya la han pasado en las pistas, trabajando y siendo felices allí.

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