Teresa Fernández y el truco más difícil sobre la bicicleta

Entre Donostia, lugar en el que nació un 24 de junio de 1994, y Castellón, que es donde le llevó el amor hace apenas un lustro, Teresa Fernández-Miranda hizo de Valladolid su hogar hasta el punto de que en la mayoría de los foros se la considera vallisoletana. Allí, concretamente en La Flecha, llegó con cuatro años y poco después descubrió el BMX, aunque nada fue fácil. A ella, una niña muy activa y cabezota que dice sin rubor que le gustaban «los deportes más de chicos como los patines, los coches o la bici», ver esa novedosa pista de Skate Park al lado de su casa fue como el mejor regalo de reyes.

Todos los fines de semana acudía junto a su hermano Álvaro a practicar, y eso que ella no tenía bici. Sus padres decidieron comprársela al pequeño de la casa, quizás intentando protegerla a ella: «Te vas a hacer daño», le recriminaban. Aun así, Teresa robaba o compartía esa bicicleta, deslumbrada desde el primer momento por las piruetas que se podían hacer en esa incipiente instalación. Así empezó esta aventura no exenta de dificultades, solo solventadas por una perseverancia e insistencia que le ha llevado a sobreponerse a los muchos obstáculos, entre ellos que no haya pistas profesionales ni en Castilla y León ni en España donde poder realizar este deporte a alto nivel.

¿Cómo se puede ser campeona de España de BMX freestyle sin tener una pista profesional para entrenar? Sin duda, eso sí que es «cuestión de trucos y de flow», como ella dice antes de subirse a esa bicicleta de tamaño pequeño, de apenas 10 kilos y con un cuadro de 20 pulgadas. Esa es quizás su mayor acrobacia. El truco más difícil.

Teresa pasó de que el BMX fuera un divertimento a dedicarse profesionalmente a ello en un suspiro. Antes, incluso, una relación sentimental le hizo abandonar la bicicleta y los saltos un año y medio, pero regresó. En 2017, cuando se oficializó que este deporte sería olímpico, Teresa Fernández-Miranda fue quinta del mundo y a partir de ahí recibió durante unos años la beca olímpica. Ya entonces pudo comprobar no solo la escasez, sino la inexistencia de pistas profesionales para realizar esta actividad. Si acaso alguna amateur. Ello le conllevó, ya con el carné de conducir en sus manos, a viajar y conocer sitios nuevos, otros países.

A medida que iba practicando y formándose también le iban apareciendo patrocinios y la participación tanto en la competición federada como en las pruebas Vans. Y llegaron los títulos. Desde 2018 hasta la actualidad, la biker Teresa ostenta el galardón de haber ganado cuatro veces el campeonato de España.

Además, fue dos veces quinta del mundo y tiene la medalla de bronce en el Europeo de Moscú de BMX estilo libre en 2021. También alguna decepción, como fue no poder estar en los Juegos Olímpicos de Tokio. «Lo pasé mal porque no entré por una sola plaza. Fue una pena porque en otros países montaron a pesar de la pandemia. Estuve en México en algún campeonato, pero no me contaron esos puntos», señala. Sin embargo, París ya está a la vuelta de la esquina y aunque ya no dispone de beca olímpica y se mantiene de ahorros y de la aportación de sus patrocinadores, sabe que es crucial lo que pueda hacer a partir de este momento.

Durante el minuto que dura cada espectacular prueba de BMX, deporte con amplia base popular al margen de la federación, Teresa, admiradora de sus referentes: la americana Perris Benegas y el mejicano Kevin Peraza, confiesa que es «menos trickera, menos truquera. Soy más de fluir en el Skate Park, aunque tampoco me cuesta mucho tiempo aprender los trucos».

En un nuevo ejercicio de resiliencia, durante la pandemia, cuando se encontraba junto a su pareja en Castellón, tuvo que ingeniárselas para poder construir en el huerto un circuito de BMX de tierra en la que poder seguir entrenando y no detenerse. Un limonero, varios naranjos y adiós a los ricos tomates. Esos fueron los principales damnificados. Al lado de su casa, se instalaba la pista. Recientemente la han reformado, aprovechando que su novio es soldador. «Recogía mucha humedad porque el suelo se inundaba, así que decidimos elevar una estructura de hierro con rampas de madera y hacer un mini Skate Park con cuatro rampas en donde podemos venir los amigos a practicar», indica.

Inmersa desde ya en el ciclo olímpico con varias competiciones a la vista, alguna cruzando el charco, Teresa analiza este deporte del BMX freestyle. «La verdad es que en España no hay buen nivel por desgracia en cuanto a las féminas. Les gusta, pero no tanto como para competir. Es un deporte además bastante lesivo». Esta circunstancia la ha padecido Teresa en sus propias carnes. En varias ocasiones ha acabado con los ojos morados o con puntos abiertos en la barbilla. Sin embargo, pocos huesos rotos. «Soy de goma o sé caer. He tenido suerte. Solo me rompí el escafoides hace poco», indica.

Lo siguiente será viajar a Inglaterra donde poder encontrar una ubicación para poder entrenar y preparar las competiciones que le pueden dar acceso a los Juegos Olímpicos. La cita que la mantiene en forma. «Tenía opciones de viajar a EEUU, pero prefiero ir a Inglaterra, a Birmingham. Allí estaré un mes y medio para poder entrenar en un Skate Park para competiciones. La verdad es que no hay ninguno en España. Así es muy complicado... En Burgos, Arcos de la Llana, recientemente hicieron uno de madera, pero no es a nivel de esas competiciones de BMX Park». Solo la cabezonería de esta rider, cuatro veces campeona de España, es la energía que le permite continuar compitiendo pese a que no haya pista.

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