Águeda Marqués Muñoz (19 de marzo de 1999) está en trámites para cambiar el orden de sus apellidos. Le gusta más así, sin que ello suponga restar un ápice de amor a su padre, pues son dos gotas de agua genéticas. La segoviana hace balance ... de su debut en un Europeo absoluto al aire libre con España tras su undécimo puesto en la semifinal del 1.500 en Múnich.
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–¿Con qué sensación vuelve del Europeo?
–Con buenas sensaciones porque es mi primer Europeo al aire libre, pero me hubiera gustado hacerlo un poquito mejor. Eso me motiva a estar más ilusionada y a trabajar más en cuanto empiece la temporada de cara al año que viene.
–¿Qué margen de mejora tenía?
–Estaba para hacer mejor marca, siempre quieres pasar a la final. En estos campeonatos siempre puede pasar cualquier cosa, y tampoco lo veía imposible.
–¿Cuánto podía mejorar su marca?
–Quizás rascar un par de segundos, pero tampoco me encontré del todo bien. Salió lo que salió y ya está. También hay que tener el día para que salgan las cosas. Yo di todo y no hubo más.
–¿Con qué se queda de estar una cámara de llamadas con las mejores de Europa?
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–Con que hemos conseguido estar allí este año. No era nada fácil porque el 1.500 tiene mucha demanda: todo el mundo quiere hacerlo. Al final, si estás ahí es porque tú también eres una de las mejores y simplemente tienes que salir a dar el máximo y hacerlo lo mejor posible.
–¿Qué parte hay de humildad y qué parte hay de orgullo?
–Cada uno va con sus circunstancias, pero tú también has trabajado para estar ahí. No es porque me lo hayan regalado, es porque me lo merezco. Tienes que renunciar a muchas otras cosas y ponerle mucho empeño durante todo el año. Tengo en la cabeza que hay gente muy buena, es lógico. Y gente superior como Laura Muir (oro europeo), Ennaoui (bronce) o Mageean (plata) que están un punto por delante. Una vez allí, todas corren mucho y yo también, hay que pensar de esa manera.
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–¿Qué trabajo hay detrás de una clasificación para un 1.500?
–Mucho. He tenido que estar trabajando durante todo el año, metiendo mucho fondo, para luego meter series más cortitas, lácticas, para poder afinar para esa prueba. Tienes que clasificarte en el campeonato de España y tener una marca que te asegure estar. Hay mucha gente que trabaja y opta a buenas marcas.
–¿Cuál es el momento más duro?
–Es llevar una vida por y para eso. Te tiene que gustar muchísimo, que es mi caso, me gusta lo que hago. Te levantas y tienes una rutina: comer, entrenar, comer, siesta, entrenas por la tarde y duermes. Es así todos los días. Es la parte más dura, aparte de que te 'matas' entrenando. Saber no salirse de ahí y canalizar cada momento. Hay épocas que no puedes dejar esa rutina porque no aguantas o no rindes igual. Sin esto, no llegas.
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–¿Qué concesión se permitiría si un día se levantara y no fuera atleta?
–Llevar una vida como todo el mundo. Hacer una excursión a no sé dónde. Llevar una vida universitaria normal. Quedar un día para salir de noche con tus amigos. Hay muchos días que no te apetece quedar porque estás reventada y al día siguiente tienes series. Si sales, no recuperas bien. Y prefiero quedarme en casa.
–Cita a la élite del 1.500. ¿Son alcanzables?
–Yo todavía no lo sé. Supongo que se podrá, pero es gente muy fuerte, con mucha calidad. De momento no, pero nada es imposible, habrá que seguir trabajando. Y un día igual respondo a la pregunta.
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–¿Qué marca la diferencia para que unas lleguen y otras no?
–Tienes que tener calidad, siempre es un plus, pero es importante saber el estilo de vida que se necesita para ser eso y, sobre todo, tener mucha constancia en el entrenamiento a lo largo de los años. Eso suma muchísimo.
–Comentaban entrenadores suyos que usted tiene el físico de las africanas.
–No lo sé (ríe). Sí que soy bastante fuerte y a nivel muscular el cuerpo me aguanta bastante. Creo que también es genético, porque mi padre es igual que yo. A ver si algún día puedo correr lo más parecido posible a ellas.
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–¿Hasta dónde está dispuesta a llevar su físico y su mente?
–Hasta lo más alto posible, lo más que pueda. Siempre intento mirar lejos y pensar a lo grande, aunque parezca difícil y haya muchas favoritas. En algún momento ellas también estuvieron en mi lugar y han llegado. ¿Por qué yo no?
–¿Cómo encara sus opciones olímpicas?
–Me gustaría poder ir a París 2024. No lo veo imposible. De momento, la progresión que estoy teniendo es bastante buena y puedo ir a mejor. Todavía pienso que este año no he sacado todo lo que tenía: una marca un poquito mejor y coger un poquito más de experiencia de cara a campeonatos internacionales.
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–Con sus registros, es una opción realista.
–Sí, es un objetivo. Ojalá pueda ser.
–¿Qué le hace levantarse de la cama cada mañana?
–Llegar a ser buena. Pero buena, buena. Como cuando veo a las chicas del 'milqui', a Faith Kipyegon o a Tsegay, pienso: ojalá algún día llegar ahí. Decir, ya estoy en la élite. Eso es lo que me hace estar todos los días a tope.
–¿Qué piensa cuando ve a Kipyegon quedarse a 30 centésimas del récord del mundo?
–Me quedo loca mirando la tele. Son ritmos estratosféricos, poco alcanzables. Puede llegar una o dos en todo el 1.500. Esa gente… Si no son extraterrestres, poco les falta.
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–En un deporte que requiere tanto esfuerzo para bajar muy poco el reloj, ¿cómo se consigue mejorar?
–Hay que tener continuidad, ir sumando entrenamientos. Llevo cuatro años con mi entrenador y cada año me voy encontrando mejor, hago entrenamientos un poquito mejores que el año anterior. Y no lesionarse. De repente, das un pequeño salto. No es nada loco bajar una marca cinco segundos.
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