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Agustín Gutiérrez, Sanyo y Cristian Gutiérrez El Norte
El sino de la saga de los Gutiérrez

El sino de la saga de los Gutiérrez

World Pádel Tour ·

La trayectoria de Carlos Daniel Sanyo se refleja como en un espejo en dos de sus sobrinos: primero Cristian y ahora Agustín

Santiago Hidalgo Chacel

Valladolid

Sábado, 22 de junio 2019, 16:50

Hay destinos premeditados, inquebrantables. Uno de ellos podría acompañar a apellidarse Gutiérrez, ser de San Luis y gustarte el pádel. Si así fuera, el trayecto de la vida se dispondría a compartir el mismo viaje. De Argentina a España. Lo que no se sabe es si idéntico fin…

Si hubieran sido jugadores de fútbol de los años 70, sin duda serían Gutiérrez I, Gutiérrez II y Gutiérrez III. Tío y primos. Como son de pádel lo dejan en Carlos Daniel Sanyo Gutiérrez, Cristian Gutiérrez y Agustín Gutiérrez.

Cuando Carlos Daniel adquirió el apodo de 'Sanyo' contaba con nueve años. La culpa de ese mote la tuvieron sus ojos achinados y un increíble parecido con un joven asiático que anunciaba en televisión los productos de esta marca japonesa. Para entonces Sanyo ya jugaba partidos de pádel y perdiera o ganara siempre analizaba todo: «Cuando agarré la paleta, yo soñaba de verdad que iba a ser el número uno del mundo de pádel», señala.

Apenas jugó en menores ya que con 12 años disputaba la categoría absoluta. Aquí compartía algunas veces pista con su hermano mayor Germán con el que sumó más de un campeonato, además del trabajo en un taller de chapa y pintura. Muchos días jugaba y entrenaba contra él 'en cruzado'. Cuando lo hacía, en lugar de pensar que lo hacía frente a él (lo ganaba siempre y con facilidad) Sanyo se imaginaba que la disputa era contra un grande como podrían ser Maxi Grabiel o Juan Martín. Así le tiraba la bola donde sabía que a éste último le iba a hacer daño. Buscaba ya sus fallos. «Yo le miraba pero en realidad al que veía ahí era un jugador profesional», indica el puntano.

Pese a la calidad que muestran los sobrinos, la mentalidad del actual número uno del mundo es difícil que vuelva a repetirse

En 2006 Sanyo ya era el jugador número uno de Argentina y al año siguiente, cuando cumplió 22, llegó a España. Hubo que esperar hasta 2011 para que, con Seba Nerone, venciera su primera prueba del entonces Pádel Pro Tour. Fue en Mallorca. Ese mismo año llegaba por vez primera a España Cristian Gutiérrez, sobrino de Sanyo, y el hijo de su hermana, que desde ese momento acogía el apodo de Sanyito. No fue hasta 2015 cuando este se asentó de forma definitiva en estas tierras.

Pareja de primos

Ahora el que ha aterrizado todavía de forma temporal los últimos tres meses ha sido Agustín Gutiérrez, el hijo del hermano mayor de Sanyo, Germán, aquel con el que éste jugaba de muy joven y que, además, montó un club de pádel en San Luis donde Gus hizo sus pinitos. «Allí estaba todo el día jugando. Le dije a mi padre que me enseñara», dice Agustín. Con 14 años empieza a jugar profesionales y con 17 años fue número uno en Argentina.

«Para ver si eres bueno de verdad, tienes que venir aquí», le dijo Sanyo un buen día a su sobrino pequeño. Agustín pese a contar todavía con 21 años y ser muy hogareño, se ha planteado un próximo futuro definitivo y estable en España.

En estos últimos meses haciendo pareja con su primo Cristian ha logrado sumar entrenamientos de nivel y buenos partidos en las pruebas de Alicante, Vigo y Valladolid, donde siempre ha caído muy cerca de meterse en el cuadro decisivo. «Yo siempre digo que unas veces se gana y otras se aprende. Mi idea es venir y dedicarme de lleno», sostiene. Para ello sabe del esfuerzo que debe hacer su familia en una Argentina que vive un momento complicado.

Pero tanto Cristian como ahora Agustín reconocen que el camino es duro y es el propio Sanyo el que, aunque tutelándolos, sabe que ellos deben andarlo solos. «Siempre nos intenta ayudar, nos da consejos, viene a vernos jugar, pero muy tranquilo. Conoce lo que es necesario para nosotros chocar con algunas paredes para aprender por nosotros mismos». Sanyo así lo padeció en sus propias carnes. Desde una familia muy humilde a base de esfuerzo ha llegado hasta lo más alto.

Hace algún tiempo le preguntaron a Sanyo si quería ser pareja de Fernando Belasteguín. Su respuesta fue que no quería jugar con él, lo que deseaba de verdad era ganarle y ser el número uno. Aquellos días, cuando contaba con nueve años y en los que se imaginaba mientras jugaba con su hermano que derrotaba a las grandes figuras del pádel de aquel momento, ya lo vislumbró. Se ganó el apodo, pero también empezó a cimentar lo que ahora le ha llevado a comandar la clasificación mundial.

Así es su mentalidad irrepetible.

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