Una semana antes de encerrarnos entre cuatro paredes, él ya decidió despidirse de sus padres, grupo de riesgo, y tomar las primeras medidas de precaución en vista de las noticias que llegaban desde Italia. Ya entonces tenía vuelo cerrado y todo el viaje organizado para ... participar, como piragüista y cuadriatleta que es, en la primera de las series mundiales del Cuadriatlón que se debía celebrar este domingo en las islas Azores.
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Francisco José López, integrante del club Cisne y varias veces medallista en una de las especialidades más duras que engloba ciclismo, natación, carrera a pie y piragüismo, lo tuvo claro desde un principio. Dejó el billete en la mesilla y se despidió del río por una temporada para dedicarse en cuerpo y alma a su profesión.
También el escenario laboral se le transformó por completo, y lo que antes era un quirófano, al suspenderse las intervenciones su hábitat natural se ha convertido en Unidades de Cuidados Intensivos. Salas UVI a las que se ha tenido que adaptar en las pocas horas que le concede el día en estas últimas semanas. «Trabajamos en turnos de 12 horas por la falta de personal y en mi caso lo más complicado ha sido controlar toda la tecnología. Respiradores, bombas de infusión,... El manejo es lo más difícil, y se complica por la visibilidad que te limita el llevar puesto el EPI», reconoce Fran, que ha debido formarse sobre la marcha.
«Está siendo todo un reto incorporarse a este nuevo puesto de trabajo, más aún en una situación de pandemia y en la que la protección personal es vital. Trabajar con el EPI reduce tu visibilidad y movilidad, no puedes ingerir líquidos y debes ser muy meticuloso con toda la patología del paciente por covid», explica, consciente de la responsabilidad que tiene en sus manos en estos días. «En mi unidad manejamos a pacientes en estado grave, cursan con insuficiencia respiratoria aguda», añade sobre su nueva labor en el hospital Río Hortega.
Los pacientes que atiende precisan soporte ventilatorio con un respirador, monitorización invasiva, medicación controlada bajo perfusión en bombas para la relajación, sedación, analgesia, nutrición y mantenimiento de la función cardiaca y renal, por lo que los cuidados por parte de los enfermeros son vitales.
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Lo que para cualquier mortal hubiera significado un largo proceso, en las actuales circunstancias la adaptación se ha debido acelerar con la ayuda que en su caso ha supuesto los veinte años de experiencia que atesora. Si trabajar en un hospital ya es de por sí una enseñanza diaria, hacerlo en primera línea en Madrid durante los atentados del 11-M en aquel 2004 convalida cualquier máster. «Allí viví situaciones muy traumáticas y en un espacio muy corto de tiempo. Aquí no ves fracturas y sí pacientes intubados, y cuando te vas a casa sigues repasando documentación con lo que ello implica en noches de insomnio», relata Fran, cuya labor va un poco más allá de la de un profesional sanitario. «Apoyamos al paciente en los momentos más críticos. Se sienten muy desamparados y necesitan alguien de confianza, alguien como un enfermero que es el profesional más cercano».
Su dedicación le ha restado tiempo y energías no tanto para practicar deporte sino para entrenarse al nivel que requiere una competición como el cuadriatón. El ergómetro –simulador de piragua– que tiene en casa sigue echando humo pero no con la frecuencia que sería necesaria para estar a la altura. «Hago sesiones cortas porque llegas a casa cansado y tampoco tiene mucho sentido entrenar muy fuerte y perder capacidad inmunológica. Por el momento hago mantenimiento para no perder la forma física», asegura, con la esperanza de que más pronto que tarde se les permita salir al río a entrenar. «Para nosotros es fundamental el contacto con el río, cómo metes la cuchara en el agua,... Si estás una semana sin remar lo pierdes, ¡y ya llevamos dos meses!», se lamenta Fran, medallista de bronce en dos ocasionesen 2019, y sexto en la prueba absoluta celebrada en las Azores en 2018 –bronce en categoría máster–.
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«Ahora he pasado de entrenar cuatro deportes con una media de tres horas de entrenamiento diario, a realizar algo de actividad solo para desconectar del trabajo», explica.
Con la piragua aparcada por un largo periodo de tiempo, lo más importante ahora es restablecer la salud de sus pacientes. Ejercer de salvavidas a tiempo completo. «Está siendo un ejemplo de esfuerzo por parte de todos y creo que recordaré la parte positiva, los ejemplos de solidaridad de mis compañeros, de la sociedad, del gran esfuerzo que estamos realizando los sanitarios y nuestras familias», sostiene momentos antes de regresar a la primera línea de la batalla que libramos frente al virus. «No le tengo miedo, sí respeto», concluye.
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