Dos penalizaciones dejan a David Llorente sin final del mundial sub-23
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El palista de Palazuelos de Eresma cae en semifinales tras tocar dos puertas durante su bajadaUn experto palista diría que la suerte en un canal de piragüismo en aguas bravas hay que ganársela. Lo cierto es que la exigencia de convivir siempre al filo del error fatal tiene algo de adicción al sufrimiento. Porque de 40 semifinalistas de un Mundial, ... solamente 10 pasan a la ronda decisiva. En cualquier otro deporte, el mejor clasificado en la ronda preliminar pasaría el trámite. Aquí no. Sobre un canal endiablado, el coste de cualquier fallo se magnifica. El peso de los imponderables es mayúsculo. Gestionar ese drama es tan importante como la velocidad de palada.
Así se entiende que David Llorente, que había conseguido el mejor tiempo en la primera ronda del Mundial sub-23 de Cracovia, se despidiera ayer en su primera bajada de sus opciones de lograr una medalla de oro a la que aspiraba con todas las credenciales. No solo por el recorrido de alguien que lleva compitiendo en esta categoría desde que fuese plata mundial en 2015 en Foz do Iguaçu (Brasil), sino por su presencia en la categoría absoluta.
Sus competidores encarecieron el pase a la final. Cuando el segoviano realizó su bajada y puso fin a la penúltima ronda de la competición –los palistas salen en el orden inverso a sus tiempos en la fase previa– había 15 registros por debajo de 90 segundos y el último billete para la final lo tenía el austriaco Mario Leitner, habitual contemporáneo del K-1 Slalom, con 88.27. Tocaba arriesgar y los últimos en bajar no estaban teniendo suerte.
El canal polaco era endiablado. Los organizadores dibujaron una primera trampa tras el remonte de la puerta 5; tocaba incorporarse a un torrente muy abundante que pasaba por el corazón de la puerta 6, en bajada, a merced del agua, que podía disparar al palista sin control o atraparle si llegaba sin la fuerza necesaria. Llorente sobrevivió pero tocó la puerta 8, una de las cuatro que había en remonte entre las 11 primeras del trayecto. Su ritmo era bueno, pues sin esos dos segundos de penalización habría marcado el mejor tiempo en el primer paso intermedio (pasó a 1.96 segundos).
Ese traspiés eliminaba su margen de error y condicionaba el resto de la bajada. No tenía el ritmo que le habría gustado, pero pasó sin más toques hasta el segundo paso intermedio, donde cedía 3.38 segundos con el mejor tiempo, un déficit que le habría permitido clasificarse. Habría sido una llegada de infarto, pero todo se decidió en la última puerta. Llorente sabía lo apurado que iba y quiso ganar las centésimas que necesitaba; cada palada contaba. A la salida de ese remonte en la 20, tocó y terminó con sus opciones. Los dos segundos de más le condenaron a un registro de 90.35 segundos, a 2.08 del décimo clasificado y a 5.70 del mejor tiempo, firmado por el francés Pol Oulhen, que ganaría el oro en la final.
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