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Los clubes de élite de Valladolid están sufriendo en sus carnes las cornadas de la pandemia. Ausencia de taquillas, incremento de los gastos médicos, pérdida de jugadores de base,... Todo juega en contra de unas entidades que necesitan sobrevivir a la espera de que escampe ... la tormenta que ha traído la covid-19. Como en tantos sectores, urgen las ayudas de las instituciones para intentar paliar los problemas que ha generado el coronavirus, amenazando en algunos casos la supervivencia de los clubes de cara a la temporada próxima. Ellos piden árnica para salir de una situación que puede dejar como un solar el panorama deportivo local. Un canto desesperado de clubes que pueden llegar a bajar la cancela la próxima temporada.
El Aula Alimentos de Valladolid es uno de los equipos a los que más ha tocado la pandemia, con dos brotes en la presente temporada, lo que le ha obligado a aplazar un buen número de encuentros. Además de afectar al tema deportivo, también lo ha hecho al tema económico.
Como indica Cayetano Cifuentes, presidente de la entidad de Pajarillos, el presupuesto del club va ligado al año natural, de enero a diciembre, en vez de ligarlo a la temporada deportiva. Ese año natural se cerró con 50.000 euros menos de ingresos de los previstos.
El club recibe ahora las subvenciones públicas que le van a permitir cerrar la temporada a mes de mayo con el remanente, pero poniendo en riesgo la próxima campaña. «Nosotros no tenemos deudas y gastamos lo que obtenemos. Vamos a poder acabar la temporada con las subvenciones que están previstas de las instituciones. Aplicaremos las subvenciones que corresponden a la campaña 2021-22 para cerrar la temporada 2020-21y eso lógicamente te condiciona cómo vas a empezar la siguiente», señala Cifuentes.
«Es la dura realidad en esta comunidad», prosigue. «Si no se quiere que el deporte de élite vea comprometida su existencia, la administración tiene que salir al rescate del mismo».
El presidente del Aula cifra los gastos solo en pruebas hasta el momento en unos 5.000 euros sin cerrar aún la primera vuelta. Eso sin taquillas y sin público en las gradas. Una situación más que complicada que quita el sueño al máximo responsable del club.
En el Club de Rugby El Salvador han optado, desde la llegada de Rian Butcher a la presidencia, por la sostenibilidad. En otras palabras, no hacer locuras y gastar lo que se tiene. Este año, el Chami redujo su prespuesto en casi 150.00 euros, pasando de 750.000 a 600.000.Pero la pandemia ha disparado los gastos y eso ha obligado a adecuarlo a ello.
Por ejemplo, la entidad albinegra ha dejado de ingresar 20.000 euros en taquilla, una partida que va a ser cero, pues en Pepe Rojo, con las restricciones, solo caben los socios del Chami. El descenso de patrocinios también se ha dejado notar. En el capítulo de gastos hay que añadir los alrededor de 5.500 euros que llevan en pruebas (PCR al principio y de antígenos ahora) a las que someten semanalmente a los equipos de División de Honor, sub-23 y femenino. Casi una cantidad similar se han gastado en termómetros, hidrogeles y demás exigencias por el covid. Y queda temporada y estas partidas crecerán. El coste de gestión administrativa también ha crecido un 20%.
«Estamos trabajando mucho para que nada nos obligue a cerrar. Para ello ponemos nuestro esfuerzo en anticiparnos a lo que va a suceder», explica Fernando Pérez, vicepresidente chamizo.
Pérez está convencido de que ante la actual situación «la Junta va a tener receptividad con los clubes».
El VRAC Quesos Entrepinares, el otro equipo de rugby en la máxima categoría, también optó esta campaña por reducir su presupuesto, que este año supera de largo los 600.000 euros. Una parte importante se ha visto reducida en la partida dedicada a la primera plantilla, con menos extranjeros y una apuesta clara por la gente de la casa. La bajada de ingresos prevista se está cumpliendo. La temporada anterior, que no pudo acabar con lo que ello supone en taquillas, la cerró a cero gracias a la hucha con la que contaba el club. Este año ya es otro cantar.
José María Valentín-Gamazo, presidente de la entidad quesera, cifra el desvío presupuestario en el 15%, lo que supondría una cifra de alrededor de 90.000 euros. El 'merchandising' tampoco ha tenido su año. Ha habido caída de patrocinadores, sin posibilidad de taquillas –incluida la Copa Ibérica– y más gastos por la covid.
«El deporte hace su labor educativa y sanitaria, mueve turismo y otras cosas más. En este caso creo que la administración tenía que estar pensando en algo, pues es un motor de la economía», subraya Valentín-Gamazo.
El CPLV, el equipo de hockey línea, también lleva lo suyo a sus espaldas por culpa de la pandemia. «Nuestro presupuesto depende en un 15% de patrocinios y subvenciones. La principal fuente de financiación son los recursos propios, los abonos, que este año no hemos vendido uno, y el 'merchandising', que tampoco. Nos ha castigado bastante las cuotas de los niños, no los de los federados, sino en los pueblos y en los colegios, donde los participantes han bajado una barbaridad», señala Ángel Ruiz, presidente del club.
Ruiz, que no confía en exceso en el apoyo de las administraciones, considera que los ingresos no alcanzarán la mitad de su presupuesto. «Es una temporada para sobrevivir», sentencia.
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