Mohamed Katir celebra la medalla de bronce. Efe
Mundiales de Eugene

Katir y Romo devuelven la gloria al 1.500

El atleta de Mula da a España su segundo bronce en el Mundial de Eugene en una final espectacular, con el salmantino cuarto

Igor Barcia

Miércoles, 20 de julio 2022, 07:49

De la gloria al infierno hay una centésima. Al menos en el caso de Mohamed Katir. Hace tres días, el muleño estuvo a punto de caer eliminado en primera ronda. Sin sensaciones, fue sexto y se clasificó el último por tiempos para las semifinales. Hoy, Katir es bronce mundial y ha devuelto el orgullo del 1.500 a España, la prueba fetiche que ha dado ya tres platas y tres bronces en la cita mundialista. Katir ha sido tercero en otra final espectacular, muy al estilo de la de hace un año en los Juegos de Tokio. Jakob Ingebrigtsen tiene clara la lección para batir a los africanos, y entendió que si le había salido bien para ser campeón olímpico, porqué no repetir la táctica para serlo del mundo. Sin embargo, no contaba con una estrella invitada, el británico Jake Wightman, que ha restaurado para la escuela inglesa el honor de la década de los ochenta, cuando Steve Cram fue campeón en 1983 y Coe y Owett completaban un equipo inolvidable.

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La final de Eugene ha dejado muchísimas cosas que contar, pero lo mejor para el atletismo español es que el 1.500 ha vuelto. Hacía 23 años que no llegaba una medalla, desde el bronce de Reyes Estévez en Sevilla'99. Demasiado tiempo para una distancia que vio ganar el bronce a José Manuel Abascal en Los Ángeles'84, que vio a José Luis González ser plata en el Mundial de Roma'87, que vio colgarse el oro olímpico a Fermín Cacho en Barcelona'92 y ser segundo en dos ocasiones en el Mundial y ser tercero también a Estévez en 1997. Desde esta noche, Katir se ha unido a este grupo de ilustres del mediofondo, y lo mismo se puede decir de un Mario García Romo que ha sido cuarto y ha confirmado a sus 23 años que tiene todo el futuro por delante. De hecho, sus 3.30.20 suponen una mejora de cinco segundos en su marca, palabras mayores para este atleta de Salamanca y afincado en Estados Unidos, donde estudia químicas. Ignacio Fontes, undécimo con 3.34, completó la presencia española en la final.

Katir, plusmarquista español de 1.500, 3.000 y 5.000 desde el pasado año, explicaba al finalizar la prueba que «desde el principio sentí que iba muy bien e intenté guardar las máximas fuerzas posibles. Me he colocado el último porque sabía que aunque estuviese ahí iba con el grupo. A falta de 500 metros me iba colocando poco a poco sin desgastarme hasta llegar al último 200 con muchísima fuerza y ahí he podido mantener el ritmo y llegar con los mejores del mundo».

Una táctica que le permitió superar a rivales desfondados como Cheruiyot, de nuevo abrasado por el demoledor ritmo de Ingebritgsen, y le llevó a escoltar a los dos grandes protagonistas de la final. Porque si el keniano Abel Kipsang, cuarto en los Juegos, ha sido quien ha lanzado la prueba, a los 700 metros ya mandaba el noruego. Mario García Romo vio que ahí estaba la carrera y se ha colocado entre los mejores, lo mismo que un Wightman con 3:29.23. Ingebrigtsen se ha quedado cerca (3:29.47) y Katir también ha bajado de 30 (3.29.90) para ser bronce. Romo, con un gran final, se ha hecho con una cuarta plaza que le tiene que reportar una enorme confianza de cara al Europeo de dentro de un mes. Aunque una de las muchas cosas llamativas de esta final ha sido el dominio del Viejo Continente con los cuatro primeros clasificados, algo que no sucedía desde el inicio de la década de los ochenta.

Katir quiere más a sus 24 años: «No lo sé la verdad, no he encontrado mi límite, cada temporada me sorprendo más y espero mejorar el año que viene. He llegado muy bien a este campeonato y sabía que estaba para correr una carrera lenta y rápida. He venido para lucharlo, lo he disfrutado como un niño y hoy soy tercero del mundo. Se lo dedico a mi padre, que ha sufrido muchísimo y gracias a él he podido meterme en este deporte, esta medalla se la merece él». El muleño sonreía en Eugene y ya ha olvidado el resquemor de hace un mes cuando al ganar el Campeonato de España, el primero, lamentaba el tiempo y las oportunidades perdidas hasta que logró la nacionalización en octubre de 2019 y después la pandemia le hizo esperar hasta un 2021 donde desplegó toda su calidad.

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En una entrevista previa a los Juegos, Katir explicaba que «mi padre es de Marruecos y mi madre, de Egipto. Como vine aquí muy chiquitito, no me acuerdo de nada. Los mayores recuerdos que tengo son de Mula, mi pueblo en Murcia». Su padre llegó a España en patera y primero viajó a Huesca, para después asentarse en Mula, a donde llegó su familia. El pequeño Mohamed primero probó con el fútbol, «pero encontré que hacían carreras en el colegio y en una quedé primero. Entonces vino mi entrenador, Cristóbal Carlos, a hablar conmigo porque le gustó mi forma de correr y me pidió que hablara con mis padres para que me apuntaran al club de atletismo».

Ahí demostró que podía hacer grandes cosas, pero faltaba algo. «Era duro, durísimo, cuando ganabas un campeonato, un cross, y veías que el que había quedado segundo te quitaba la medalla. Sentaba muy mal, sí, aunque yo sabía que algún día iba a tener la nacionalidad; era cuestión de paciencia. Pero si le pasa a alguien que no tiene la cabeza fría y una mente sana..., yo creo que hubiera dejado el deporte».

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El entrenador de Katir

Gabi Lorente es el entrenador que ha pulido a Katir, el mismo que ha llevado a Mariano García a ser campeón del mundo indoor. «Es mi entrenador. Bueno, en realidad, es mucho más; es como si fuera mi hermano mayor», admite el mediofondista, que recuerda que «llevo casi ocho años entrenando en mi pueblo. Pista, la verdad, la toco como mucho una vez o dos al mes. Pero no es un descampado; es un lago tapado y vallado para que nadie se meta. Está a siete kilómetros de la población y no suele haber nadie. Es una especie de bosque lleno de árboles y entrenar ahí me da una tranquilidad brutal». Ahí ha surgido un atleta que ya piensa en el futuro inmediato, el Europeo de Múnich. «El domingo me subo a Sierra Nevada y empieza la preparación para ese campeonato, del que quiero traer otra medalla sí o sí», apuntó en la zona mixta de Eugene.

Allí estará Mario García Romo, natural de Villar de Gallimazo, un pueblo de 200 habitantes de la Salamanca rural, estudiante de química en la Universidad de Misisipi y plata en los Campeonatos Universitarios de Estados Unidos, que con 23 años ya se ha colado en el top 3 de las marcas españolas del 1.500. «En la última recta me he visto con el bronce hasta el final, pero pelear con gente como la que he corrido hoy al final es un premio. Espero que esto demuestre que puedo estar ahí y que puedo ser una persona de medallas en los próximos años», declaró.

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