David Llorente, provisto de un casco con cámara, junto a un río en su último viaje a Zambia. El Norte
Piragüismo

El gran cambio del olímpico aventurero

El segoviano David Llorente afronta un año muy importante en lo deportivo para asentarse en la elite, tras haber remado y socializado por primera vez en tierras africanas

Sergio Perela

Segovia

Domingo, 9 de enero 2022, 14:05

Hoy David Llorente ya está trabajando en su feudo habitual en La Seu D´Urgell, porque para él acaba de comenzar prácticamente con el año una nueva temporada después de haberse tomado un tiempo tras los Juegos Olímpicos: «El tema del covid antes de los Juegos ... era muy duro porque no podías permitirte dar positivo, así que he seguido entrenando y disfrutando, pero con una vida social más abierta y menos rigidez». Lo cuenta con un poleo bien caliente delante, en una terraza en Palazuelos de Eresma, aprovechando los días que tenía para ver a la familia. Aprovechando también para cumplir con una promesa que se hizo a sí mismo en el canal olímpico de Río de Janeiro, cuando se fotografiaba señalándose el bíceps y pensando que si iba a los Juegos, se tatuaría los anillos olímpicos. Lo ha hecho en Segovia, aunque no ha puesto todavía la leyenda de 'Tokio 2020', por si cabe ir a París.

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El camino a la capital francesa lo inició en noviembre y ha continuado, justo antes de pasar por casa, en Zambia, donde ha vivido una aventura muy propia de un deportista que, cuando no está remando, gusta de viajar y conocer mundo. «Fui allí sin saber muy bien lo que me iba a encontrar. Era la primera vez que iba a un río natural de estos gigantes. Hemos podido remar muchísimo y África me ha enamorado».

La idea deportiva era generar sensaciones en aguas muy diferentes a las que David Llorente rema de forma habitual y, además, entrar en contacto con las nuevas piraguas de competición: más pequeñas, más ligeras y de plástico, mucho más apropiadas para la nueva modalidad de 'extreme'. La otra idea, la suya, conocer. «Desde que en 2014 fui a Australia y al volver me preguntaban qué tal y no tenía ni idea, porque solo había ido a entrenar, he intentado empaparme siempre de la cultura», relata.

En Brasil se quedó un mes con la mochila a cuestas; en Japón hizo el preolímpico y después se quedó tres semanas viajando por el país. Y en Zambia, igual: «Los días que descansábamos o después de remar, salías y la gente era cariñosa y amable. Viven sin nada, ni electricidad ni nada, cocinan con el fuego, están todo el día en la calle todos juntos y están felices», cuenta el segoviano.

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El Llorente extremo

El David palista y el David viajero responden a perfiles que podrían parecer antitéticos. Uno necesita disciplina por encima de todo; el otro, da la sensación de vivir más cerca de la improvisación. Ambos conviven, como por turnos, en un deportista que sigue sin tener claro qué quiere ser de mayor, pero que por si acaso devora tanto libros de informática, como de negocios, nutrición o filosofía, en la que está más volcado en los últimos tiempos.

Llorente, en el canal de Río de Janeiro enseñando donde se haría el tatuaje de los aros olímpicos si iba a unos Juegos.

Ahora, en lo deportivo, tiene otra ocupación importante que es la incursión del kayak extreme. Una nueva categoría no muy definida, pero de la que es campeón de España. «En el de España me sentí muy bien, pero luego fui a las Copas del Mundo, en la Seu, que es un canal muy estrechito, y la sensación fue muy rara porque sales, intentas no hacer daño a nadie y siempre hay por ahí un loco». De ahí, el cambio de material y dimensiones en las piraguas. «Me quedé un poco cohibido», confiesa. «Es divertida, mucha gente con las cejas partidas, tiene que ir evolucionando y de aquí a París va a cambiar mucho;pero ir a París y tener dos oportunidades de medalla, es algo que tenemos que considerar». En principio, los clasificatorios no se tocan y los elegidos para ir al eslalon tendrían puesto también para el 'extreme'; pero todo tiene que cerrarse.

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«Probablemente si hubiera quedado cuarto, estaría pensando lo mismo. Una vez en la final es medalla o mierda y cogí la peor mierda de todas. Pero si volviese atrás, lo haría igual». Estas palabras sobre la final olímpica llevan la conversación hacia otros derroteros, los del cambio que supone para él el simple hecho de haber alcanzado la final.

Objetivos intermedios

Antes de pensar en París 2024 hay ciertos objetivos intermedios importantes, como son los mundiales de Augsburgo y de Londres. Al mencionar esos hitos del calendario, David Llorente se detiene a reflexionar: «Me gustaría ser más constante en todas las competiciones, no solo dar el escopetazo en los mundiales, sino en Copas del Mundo. Para subir en el ranking mundial y también ir a los siguientes Juegos más seguro por dentro».

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Centrarse solo en Tokio piensa que no le acabó favoreciendo y, además, ya va a ser imposible que su nombre pase desapercibido o por debajo del radar. Estabilizar nivel y estabilizarlo bien arriba. «He estado cómodo sin ir de favorito y llegar a la competición y 'pum'», recalca. Ha cambiado de entrenador, porque el anterior es ahora director técnico de la federación. Ahora entrena con Samuel Hernanz, el que otrora fuera su ídolo, quinto en los Juegos de Londres y del que David tiene un póster firmado.

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