Galán y Lebrón, condes de Valladolid en el feudo del rey Arturo

La final masculina arrancó intensa con una revisión de video en el segundo punto del primer juego. Muy igualados, ganando cada uno su saque, hasta llegar al 5-4 para los números uno. Entonces, un punto de oro y el error de Belasteguín, cosa no muy frecuente, le daba el primer set a Ale y Lebrón por 6-4.

Alejandro mantuvo el mismo nivel de las semifinales. Excelso en su desempeño e invitando a Fernando Belasteguín en su cruce a cometer más fallos de lo normal. Con un rápido break se iniciaba el segundo. Velocidad de crucero para los números uno que no perdieron intensidad, todo lo contrario, y eso que Coello seguía trayéndose la bola en varias ocasiones apoyado por su público.

Con 4-1 y haciendo correr a Coello y sobre todo a Bela, Galán seguía impartiendo magisterio. La ola contagiaba al público vallisoletano que ha visto el mejor pádel del mundo, justo cuando Bela ganó su saque. Con 5-5, y con Lebrón por los suelos, Bela-Coello lograban superar dos puntos de partido. Parecía que el tercer set estaba cerca, pero esos pequeños detalles del pádel, esos que te hacen perder o ganar, no estuvieron de cara para el dúo vallisoletano-argentino. Además, Ale y El Lobo ganaban su saque con facilidad. Tres juegos en blanco. Después de una hora y treinta minutos, Lebrón y Galán, llevaban el partido al 6-6 y al tie break.

A Galán, antídoto de Bela toda la mañana, se sumó el aullido de El Lobo para traerse la bola casi desde su guarida. Lo hizo sin miedo, casi sin pensar, con la mecánica y seguridad que da el perfecto manejo (y la repetición en los entrenos). Golpeo y a volar. A la cuarta bola de partido, la contención de Bela se vino abajo. Lebrón y Galán se hacían con el partido en dos sets: 6-4 y 7-6.

Seguro que a Bela le hubiera gustado ganar este torneo por encima de otros muchos. Primero por acordarse de cuando él empezó a intentar vivir del pádel hace casi tres décadas, y porque ve en su compañero algo de su reflejo. Segundo, porque sabe que Valladolid es desde ayer el feudo del otro rey. El rey Arturo.

La final femenina fue para la pareja uno con total merecimiento. Gemma Triay y Alejandra Salazar están un poco por encima del resto de jugadoras del circuito. Ale, además, ha demostrado la verdadera esencia del deporte. Este te llena de momentos buenos y otros no tanto. El 30 de junio de 2017 caía lesionada en su rodilla en una final inconclusa. Meses después de la operación volvía a jugar. En 2019, 2021 y 2022, con la excepción de la suspensión del año de la pandemia, Ale ha salido campeona de la Plaza Mayor. Tres torneos consecutivos. Gemma también sabe lo que es ganarlo con Lucía Sainz y con Ale el pasado año. Entre las dos suman siete 'Plazas Mayores'.

Era el día en el que Paula Josemaría debía devolver la ayuda que su compañera le prestó el sábado cuando una indisposición por una bajada de tensión condicionó que la extremeña tuviera serios problemas para seguir en pista. El pádel es un deporte de pareja y el engranaje entre los jugadores es vital. Paula lo intentó en el primer set, llevó el peso en muchos momentos, pero el rodillo de las números uno se hizo notar En este momento de la temporada, Alejandra Salazar y Gemma Triay demostraron que sus rivales están dos pasos por detrás. El primer set que tuvo un punto de inflexión en el 4-2, concluyó 6-3 para las uno que apenas se sintieron inquietadas por su oponente.

La madrileña Ale y la balear Gemma iniciaron el segundo set ganando un punto de oro en las fases iniciales del partido que además se convertía en el primer break. A partir de ahí y cuando el partido parecía conducirse cuesta abajo para ellas, la rebeldía de Ari y de Paula se dejó ver en tierras vallisoletanas. Enganchadas al partido como dos lapas, Paula y Ari se hicieron con el segundo set por 3-6 en su mejor momento.

Sin embargo, la tercera manga se convirtió en un paseo militar para Ale y Gemma. Uno tras otro fueron cayendo los juegos hasta el 6-0 final con el que terminó la contienda para las dominadores absolutas actuales del circuito.

Hace una semana Gemma junto a Salazar levantaba el título en Toulousse y ayer hacía lo mismo en Valladolid. Su cara era de gran satisfacción: «Estamos trabajando con el equipo para eso. Es una temporada muy larga en la que va a haber baches, yo lo tuve en Marbella, pero nos hemos recuperado y he vuelto a la mejor versión».

La mejor jugadora de la final, MVP, considerada una pieza fundamentalmente de ataque, este año parece haber logrado ser más completa: «A medida que pasa el tiempo, estoy entrenando en defensa para mejorar eso, porque soy consciente de que no es mi zona de confort, pero tratamos de mejorar».

Alejandra Salazar no escondía los sentimientos que le producen jugar en esta plaza y en Valladolid: «Es mi segunda casa, sin duda. Me enamora esta plaza. Agradezco al público todo el cariño que nos da y a todo el equipo y mi familia que vinieron hasta aquí. Ojalá el año que viene podamos repetir».

La lesión en 2017 se considera olvidada. «Llevo viniendo más de 15 años. Jugar aquí te llena de magia. Me gusta todo, hasta la gastronomía. Aquella lesión no empaña todo lo que siento por Valladolid». Sobre su excelente momento de juego, Alejandra indicó: «Estamos las dos jugando bien, con buena sensaciones, muy conjuntadas y agresivas. Esa confianza que te da ir ganando partidos y torneos que quizás les falta a las demás. Tenemos la presión ahora de los números uno, porque nuestras rivales vienen desde atrás».

Galán fue decisivo en la estrategia de partido y en luchar de tú a tú en la pista contra Bela y, sin embargo, destacaba la labor de su rival. «Terminar así es increíble. Me quiero deshacer en elogios hacia Arturo. Él va a jugar todas las finales que quiera. De Bela ya son incontables», señaló el madrileño que puntualizó que «aquí logré mi primer título y hasta la fecha el último, así que más que no puedo estar más que contento».

Con dos Máster de esta temporada, Marbella y Valladolid, consolidándose como la pareja uno del mundo, Juan Lebrón, jugador más valioso de la final, sorprendió por un golpe estratosférico en el instante en que el partido se jugaba los instantes decisivos: 6-5 y bola de set. Cuando más se encoge el alma a él no le tembló la mano: «La verdad es que no sé. La pegué y… son cosas que pasan. No sé qué responderte».