Sandra Bastián | Psicóloga del Unami
«Los equipos trabajan con psicólogo cuando las cosas van mal»Deportes ·
La segoviana, de 24 años, busca crear un entorno positivo para que los dos Unami, implicados en la lucha por el descenso, «no se rindan»Secciones
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Sandra Bastián | Psicóloga del Unami
«Los equipos trabajan con psicólogo cuando las cosas van mal»Deportes ·
La segoviana, de 24 años, busca crear un entorno positivo para que los dos Unami, implicados en la lucha por el descenso, «no se rindan»Sandra Bastián Serrano (2 de septiembre de 1998) fue antes deportista que psicóloga. Una década tirando con arco, desde los diez años, fue su mejor formación para entender los nervios, las expectativas y la ansiedad que le atenazó cuando cursaba Bachillerato, el motivo por el ... que dedicó su vida a ayudar a gente como ella. Graduada por la Universidad Complutense, trata a las jugadoras de baloncesto de El Cochinillo Segoviano y afronta las luchas por la salvación de los dos Unami, el Tercera División de fútbol masculino y la Segunda de fútbol sala femenino.
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–¿Por qué le ha costado a la psicología entrar en el deporte?
–Todavía hay un estigma negativo respecto a la salud mental. Nos cuesta aceptar que el psicólogo es un profesional que está ahí para ayudar y no verlo como algo malo, como que estoy loco, porque no es cierto. Y el deporte es un contexto en el que las personas intentan presentarse como casi superhéroes. Trabajar con un psicólogo era un signo de debilidad. Todo eso está desapareciendo; las nuevas generaciones están concienciadas de que es tan básico como un fisio.
–¿Cómo se han derribado los prejuicios?
–Ha habido un cambio cultural según han pasando las generaciones. A nivel de los psicólogos, ha sido pico y pala. Empiezo a trabajar con uno porque no le queda más remedio, ve que la está ayudando y hace el boca a boca.
–¿Cómo es la primera toma de contacto?
–Hay dos vías diferentes. Lo más fácil es que te contrate el propio deportista porque tiene un problema concentro. Otras veces, te contrata otra persona, ya sea un club o un entrenador. Los hay más receptivos al trabajo psicológico y con otros es más complicado. Vas a los entrenamientos, ves qué funciona y qué se puede mejorar. Cuando ven que estás allí todos los días y les haces la típica broma, van perdiendo el miedo. A veces empiezas con una conversación trivial y te hacen la pregunta que les preocupa.
–¿Qué aporta al psicólogo el trabajo de campo?
–Es donde ves realmente el funcionamiento del deportista. En el entrenamiento les ves en un contexto seguro, ahí tienen todo controlado; la clave es ver cómo todo eso lo hacen en competición.
–¿Cómo se trata a un equipo?
–Hay trabajo individual con los deportistas que lo solicitan y luego hay una parte de grupo. Es más difícil: no es lo mismo llegar a una persona que a 30. Intentas ver quién tiene más peso; si hay un jugador que siempre está animando, hablas con él porque sabes que va a llegar a los demás. El entrenador es el que manda y el que transmite el mensaje.
–¿Qué sugerencias hace?
–Con el Unami estamos haciendo una evaluación semanal. Por ejemplo, en una semana de estrés propongo enfocar el mensaje de la charla más al rendimiento que al resultado. La psicología funciona muy bien cuando no das palos de ciego y haces lo que tienes que hacer, así ven la utilidad. Hay semanas que veo que falta motivación o confianza. Sobre esto está enfocado a la charla o a un viaje largo: «Intentad que estén concentrados cuanto antes».
–¿Es más difícil luchar por mantenerse que por ascender?
–Yo creo que sí. En Segovia no es habitual que la gente quiera trabajar con psicólogo. Cuando las cosas van bien, los equipos no se lo plantean; lo hacen cuando algo va mal. Intentas mantener la ilusión: estará todo mal, pero todavía es posible. Puede estar más o menos difícil, pero la gracia que tiene el deporte es que es impredecible. Hablas de momentos anteriores en el que han ganado a tal equipo. Controlar el estrés para que no se agobien de más. Hay algunos que tienen una vinculación grande con el club y ese descenso les está creando un malestar especial. Es normal que te esté doliendo por todo el tiempo que le has dedicado, pero hay que intentar que no afecte a otras áreas de tu vida y te permita rendir.
–¿Cómo vive un equipo sin margen de error?
–Casi todo lo que estamos haciendo con el equipo de Tercera está siendo a través del entrenador. Estamos intentando controlar ese estrés a través de una cierta positividad. Los datos dicen que todavía se puede. «A este equipo le ganamos, a este equipo le ganasteis el año pasado, esto ya se ha hecho». Recordar momentos en los que ha salido bien. Y enfocando los objetivos en lo que pueden controlar. Intentamos crear ese ambiente de que no se rindan, que confíen en sí mismos, en sus compañeros y en los que estamos ahí ayudando. Si 30 personas pensamos que todavía se puede, aunque sea complicado, igual es que se puede.
–¿Cómo gestiona la generación de las azules el hecho de ser imprescindibles para el proyecto?
–Casi ha sido sencillo porque tienen una piña tan buena y sabes que hablando con una jugadora ya has llegado al resto. Casi todas transmiten su pena porque no haya habido una cantera o gente que las empuje por detrás a mejorar, pero son muy conscientes de que esto es suyo. Y lo viven así, se tienen mucho cariño entre ellas. Se trata de que sean consciente de la situación real y que lo acepten. Que no haya gente detrás que quiera seguir con esto no es culpa tuya. En lugar de que piensen «qué pena que esto se ha terminado», la idea es que digan: «Qué bueno que esto lo hemos vivido». Y ya no solo vivido, sino que lo han hecho ellas.
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