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Carla de la Fuente no duda a la hora de definir el vínculo entre jinete y caballo. «Son como mis hijos. Paso todo el día con ellos, cuidándoles, montándoles, tratándoles. Sufro por ellos, disfruto con ellos. Eso hace la conexión, es lo que te ayuda a conocerles mejor cuando les montas». Es la doma clásica, la disciplina que evalúa la conexión, la química para resolver problemas. «Es una comunicación constante, sin palabras, solamente con los sentidos. Con el asiento, con las piernas, con las manos. Es una conversación muy fina, apenas se aprecia, pero él la entiende». Una relación que la segoviana ve más auténtica que muchas interacciones humanas, vacías pese a las palabras. «Son muy leales, directos. Siempre vas de frente con ellos».
La segoviana ganó el pasado fin de semana un evento internacional en Portugal, en el Centro Hípico Costa de Estoril, en Cascais. Es importante porque supone uno de los requisitos para optar al Campeonato de Europa. El alumno acredita sus notas, a nivel nacional e internacional, más un máster que se celebra junto al Campeonato de España absoluto. Así se selecciona a los cuatro jinetes que van al Europeo, el mes de julio en Budapest. «Mi objetivo es seguir mejorando. Quiero optar al Campeonato de Europa, pero con la calma».
Carla de la fuente
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Carla ha competido con 'Fay' desde 2014 hasta el año pasado. «He ido creciendo con ella en cada prueba, desde juveniles. Decidimos pararla porque ya nos dio más de lo que esperábamos de ella y merecía un descanso». Ahora disfruta de su retiro, embarazada, «viviendo la vida». La competición no interrumpe la relación, pues sigue viviendo en la finca familiar y su inminente maternidad es todo un acontecimiento. La decisión llegó cuando la yegua tenía 15 años, aunque los caballos pueden llegar a competir por encima de esta edad.
La transición es un cambio grande. «Suelo montar varios caballos en casa, pero con el que compito es con el que más conexión tengo. Al principio me costó adaptarme porque era un caballo complicado, le costaba confiar, era muy asustadizo y no le gustaba estar solo». Es 'Fito', un caballo tordo de 12 años. La fórmula para generar confianza es la de cualquier relación: tiempo. Montar cada día, darle de comer, lavarle, así se genera el vínculo. Tras un año compitiendo, 'Fito' ha dado un paso adelante. «Ha pegado un gran cambio, disfruta trabajando, se le ve feliz, con ganas, positivo. Va aprendiendo, está mejorando con cada prueba».
Y un trabajador motivado da resultados. 'Fito' suele trabajar una hora al día, con diferente intensidad, desde días de competición a otros de relax. Cualquier deporte es un ejercicio de autoconfianza, así que el animal va superándose. «Va entendiendo que es capaz de dar lo que el jinete le pide». Un proceso que requiere tiempo y en el que no se pueden acortar los plazos.
Carla subraya dos elementos que marcan la diferencia. Primero, la calidad de los aires: que tenga un buen trote, paso o galope. No es lo único. «Algo muy importante es que tengan buena cabeza». Porque es más fácil trabajar la técnica en un animal con buena actitud que 'arreglar' la cabeza a un prodigio. Su plan es montar a varios en competición. «Ayuda mucho. Al final, cuantos más montes, antes encuentras el sitio a cada uno. Si solo tienes a uno acabas practicando 40 minutos al día y eso no es nada».
Es todo un hito para aquella niña que tenía miedo a subirse a un caballo. «He ido superándolo. Ahora mismo hago cosas que nunca me habría imaginado haciendo. Disfruto un montón, es una sensación de superación». Después de cada entrenamiento se sentía mucho mejor que antes de empezarlo, pero al día siguiente volvían las dudas, el ingrediente que le sacó de su zona de confort y le obligó a mejorar. «No sabes qué puede pasar con un caballo. Al final son animales, están vivos. Esa incertidumbre».
Carla de la fuente
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Tras acabar Administración y Dirección de Empresas en IE University, vive un momento clave. «Quería tomarme este año para dedicarme al cien por cien a los caballos y ver qué tal. Quiero aprender y crecer en la equitación. Ir enseñando a los caballos y que ellos me enseñen a mí». Su margen de mejora es tan amplio que no se considera adulta. Por eso compite con 23 años en la categoría U25 (para menores de 25 años). Ella define la madurez en cuanto a desenvolverse, a resolver problemas con sus «niños».
Carla define una generación muy competitiva en la doma clásica española. «Antes apenas había jinetes, pero ahora hay mucho y muy buenos, por eso hay que apretar». Ella asume con humildad el camino por recorrer. «Los adultos tienen muchos años de experiencia y sus caballos son profesionales, hacen cosas alucinantes. Nosotros no tenemos tanto rodaje». Así que ella tiene para sí misma la paciencia que requieren sus caballos, porque quedan años para su mejor momento, para el Gran Premio, la madurez. Y para unos Juegos Olímpicos. «Ese es mi sueño».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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