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Pizarras con las imágenes de los deportistas segovianos que han participado en unos Juegos Olímpicos. Óscar Costa
Las doce historias olímpicas de la ciudad

Las doce historias olímpicas de la ciudad

La Asociación Segoviana de la Prensa Deportiva homenajea a los deportistas olímpicos oriundos en un acto previo al retorno de la Gala del Deporte tras la pandemia

Sergio Perela

Segovia

Miércoles, 23 de febrero 2022, 21:31

El barón Pierre de Coubertin, el reconocido como ideólogo de los Juegos Olímpicos modernos, un hombre que buscaba la perfección espiritual por medio del deporte, quizá hubiera colapsado escuchando la multitud de historias de vida contadas por varios de los representantes olímpicos segovianos a última hora de la tarde en la Academia de Artillería. Historias que en parte les definen a ellos, pero sobre todo que definen la sociedad y la geopolítica de sus respectivos momentos.

Doce han sido los deportistas que, a lo largo de la historia, han representado a la ciudad de Segovia en unos Juegos Olímpicos. Algunos, por la frescura de sus vivencias, están en mente de todos. Es el caso de Javier Guerra y de David Llorente, que estuvieron presentes en el acto organizado por la Asociación de la Prensa Deportiva de forma telemática, puesto que los dos están todavía buscando estirar su particular historia con la máxima aspiración de cualquier deportista y no se encontraban en la ciudad. En la mesa preparada para el coloquio, el ciclista Carlos Melero, que acudió a los Juegos del año 72 en Múnich; Antonio Prieto, el deportista local con más Juegos en su haber puesto que estuvo en Moscú en el 80, en Los Ángeles en el 84 y en Seúl en el 88; y la única mujer que figura entre estos doce nombres, María Martín, que acudió con el equipo español de gimnasia también a Seúl. Ellos tres tienen reconocimientos en la ciudad: Melero da nombre a la ciudad deportiva, Prieto a las pistas de atletismo y Martín al pabellón sito frente a la antigua estación de tren.

De Agustín Fernández, por ejemplo, maratoniano que acudió a Múnich y a los posteriores, celebrados en Montreal, la ciudad guarda su recuerdo al poner nombre al pabellón del barrio de San Lorenzo. Pero hay otras historias, como la de Miguel Ángel Prieto, que terminó nada más y nada menos que décimo en los 20 kilómetros marcha de los Juegos de Barcelona en el año 92, que quizá se difuminen más. Y, al final, la suya es una gesta más reciente, de televisión en color. De ahí que el esfuerzo de la Asociación de la Prensa Deportiva por homenajear otros nombres se reconociera por parte de las familias más cercanas, que acudieron desde varios puntos de España a recoger el premio. Es el caso de Jesús Codina, que fuera base de la Selección Española que acudió a los Juegos del año 1960 en Roma y a los del 68 en Méjico. O la recuperación de lo que la prensa del momento dio en llamar «Escuela segoviana de esgrima» en las figuras de Ramón Martínez y Pablo Ordejón, que estuvieron también en los de Roma. El sobrino del único segoviano que alguna vez ha participado en unos Juegos Olímpicos de invierno, el esquiador granjeño Tomás Velasco, acudió orgulloso a recoger el detalle que protegía de alguna forma el legado de su padre.

El único que falta en la foto, el único del que no se encontró rastro familiar, fue del primer olímpico nacido en Segovia: Gastón Mayor. Este boxeador, que nunca jamás en su vida alcanzó la profesionalidad, emigró a Francia, a Toulouse, siendo muy joven para trabajar reparando tejados entre otros oficios. En 1928 se nacionalizó francés y acudió con dicha nacionalidad a los Juegos de Los Ángeles del año 32. Perdió el contacto con Segovia, pero la ciudad, a través de este acto, lo mantiene con él como la figura pionera que representa. Todos los homenajeados, o sus familias, recogieron unas pizarras con reproducciones de imágenes suyas en plena competición, aunque comentaba la presidenta de la ASPD, Elena Gutiérrez, que algunas habían sido especialmente complicadas de conseguir.

Tras la mención correspondiente y el desglose de la pequeña gran historia de cada uno de los homenajeados, tuvo lugar un coloquio con los deportistas presentes en el que se desgranaron algunos de los recuerdos que permanecen más presentes en sus memorias.

Luces y sombras

Que no todo puede ser de color de rosa en una competición de este tipo es algo que parece claro, pero que no se suele comentar. Quizá la perspectiva del tiempo, el poso de las vivencias, hizo que Carlos Melero lanzase el primer recuerdo con sombras: imposible separar la experiencia olímpica de Múnich del secuestro y posterior ejecución por parte de 'Septiembre Negro' de once atletas israelíes. A Antonio Prieto le tocó vivir los Juegos de la Guerra Fría: «Participamos en Moscú no como España, sino como Comité Olímpico. Aquí vivíamos el destape y llevamos algunas revistas como el Interviú. Al llegar allí, un país muy triste y gris, nos registraron y nos quitaron las revistas. Y no las rompían, no», comentó entre carcajadas. María Martín, como Prieto, estuvo en Seúl, unos Juegos más «luminosos». Aunque fue ahí donde descubrió las dos competiciones, la de la pista y la de los jueces y sus diferentes raseros. Historias únicas que merecen mucho reconocimiento.

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