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Albert Costa se llevó la victoria, pero en los mentideros del Polideportivo Pisuerga ya solo se hablaba de él, y eso que en la previa del torneo, los flashes, las entrevistas y las quinielas eran para Carlos Moyá, Feliciano López o David Ferrer.
Para muchos ... era la etapa dorada del tenis español, y en Valladolid los organizadores de la segunda edición del Máster de Castilla y León se jactaban de que en la pista vallisoletana solo faltaría Juan Carlos Ferrero, entonces considerado uno de los mejores tenistas del momento a nivel internacional y que durante aquel 2003 llegó a ser número 1 del mundo durante ocho semanas consecutivas.
Sin embargo, unas horas después de la presentación del torneo que se jugaría los días 12, 13 y 14 de diciembre de aquel año, las fotos fueron para un joven tenista de Manacor de tan solo 17 años. En esa etapa, Rafael Nadal era el rival, el contricante, el 'sparring' de David Ferrer. Abrirían el Máster castellano y leonés como teloneros el viernes por la tarde de una competición de enjundia, que daría paso en la jornada del sábado a los cabeza de cartel: Moyá y Costa.
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Era la etapa Pre-Nadal, la de la Copa Davis y la de las machadas de los tenistas españoles llegando a las finales calientes de Roland Garros –cuando era noticia–. Pero todo comenzó a cambiar, a las 19:30 horas de ese viernes 12, cuando el talento de Manacor dejaba en la cuneta a Ferrer (6-3 y 7-5). «El niño prodigio del tenis español», valoraba José Antonio Cardellá en la crónica del partido en El Norte de Castilla. «Los zurdos se abren hueco», titulaba en relación al repertorio de Nadal en Pisuerga, en el que el cronista deportivo valoraba cómo se había divertido el público, que había escuchado los primeros gritos de esfuerzo del balear con cada pelota, y mucho antes del icónico ¡Vamos Rafa!, convertido en grito de guerra tan solo unos años después en la pista central Philippe-Chatrier, en París.
El más difícil todavía para el que a la postre se convertiría en el mejor tenista de la historia de España y uno de los deportistas más reconocidos a nivel mundial, llegó en su enfrentamiento con Carlos Moyá.
«Paisanos, amigos y compañeros», ya entonces reconocía Cardellá, con apelativos que ha repetido el propio Moyá en las últimas horas tras el anuncio de retirada de su 'protegido' y pupilo desde 2018, cuando pasó a entrenarle.
Nadal se hizo camino hacia la final (6-4, 4-6 y 7-5) donde Albert Costa le derrotaba (6-3, 6-3), pero donde el ilerdense ya se daba cuenta de que al otro lado de la pista vallisoletana «había cantidad de tenis». Lo que no sabía el catalán es que esa «cantidad» se convertiría en historia del deporte español y mundial a lo largo de las dos siguientes décadas.
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