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Darío González, en plena competición de Tiro a la Hélice. En detalle, Darío, en una imagen con su padre y Ricky Mein. El Norte
Darío, un campeón del mundo con su máquina
Tiro a la Hélice

Darío, un campeón del mundo con su máquina

Darío González Cesteros, de Cabezón, se ha adjudicado el título mundial junior en la disciplina de Tiro a la Hélice en el mítico campo madrileño de Somontes

Santiago Hidalgo

Sábado, 12 de octubre 2024, 18:02

No todos los días sale a la palestra un campeón del mundo en Valladolid, aunque últimamente nos estemos acostumbrando a casos como el del ciclista Iván Romeo o el jugador de pádel, Arturo Coello. En Cabezón de Pisuerga se intuye que no hay ninguno desde la época de los vacceos. Sin embargo, Darío González Cesteros (23 de julio de 2006) puede presumir de haberse hecho con este título de campeón del mundo junior de Tiro a la Hélice hace escasas fechas en Madrid. Sus paisanos de Cabezón, en menos de 4000, ya podrán ir diciendo por las calles que uno de sus vecinos es el mejor en esta especialidad que organiza la Federación Española de Tiro al Vuelo.

Podría aventurarse que Darío partió con ventaja con respecto a sus competidores, si a eso se considera que desde los cuatro años ya veía a su abuelo y a su padre inmiscuidos en la caza y a los 14 tuvo su primera escopeta. Pero más aún, porque su padre, Elicio González, es el inventor de la máquina que lanza las hélices. La patentó y homologó a nivel mundial en 2009. En este sentido, Darío recuerda a su padre metido en el fragor de generar este aparataje. «Mi padre inventó la máquina automática. Antes eran manuales. Tiene un cargador que hace que el proceso sea liviano y moderno». Por ello, dice «llevo metido en esto toda la vida. Recuerdo que yo era muy pequeño y veía a mi padre enredar con trastos en el garaje, hasta que dio con el invento».

El Tiro a la Hélice consiste en que desde un solo puesto de tiro se sitúan cinco máquinas a 27 metros de distancia, todas perpendiculares al tirador. Este pide que le lancen una hélice y esta saldrá de cualquiera de las máquinas situadas a lo ancho de 20 metros. Lo principal es que las hélices hacen un vuelo impredecible (cual si fuera una paloma). No se puede saber la trayectoria. Por eso influye la suerte. «Es una modalidad de tiro minoritaria, pero va creciendo. En Estados Unidos, el país que más hélices se tiran. Es una modalidad que se está promoviendo», dice.

El aparato que lanza las hélices en esta modalidad que se está promoviendo fue inventado y patentado por su padre en 2009

Darío considera que las principales virtudes que debe tener un tirador de esta disciplina son además de tener algo innato «la coordinación ojo, mano; el tener buenos reflejos; la puntería, claro, pero además mucha constancia y concentración». La hélice es una pieza de plástico que sale volando, «culebreando», algo más grande que un plato. Tienes que dispararla el testigo y este debe desprenderse de la hélice y caer dentro de una red.

Este estudiante de primero de Doble Grado ADE e IOI de la Universidad Europea Miguel de Cervantes participa también de otras disciplinas de tiro al plato como el Compak o los Recorridos de Caza. Cuando su padre va a montar o a ayudar a un campeonato, o a vender sus máquinas, Darío suele acompañarle con lo que ha vivido y vive muy cerca de este mundo.

Ni presión ni nervios

El 27 y 28 de septiembre se disputó en el histórico campo de Somontes de Madrid la X edición del Campeonato del Mundo Fan 32 de Tiro a la Hélice con la presencia de más de 300 tiradores de nacionalidades diferentes como Estados Unidos, Argentina, Brasil, Portugal o España. Allí, Darío se proclamó campeón del mundo junior tras derribar 23 de 25 hélices, seguido del argentino Emmanuel Torello (22) y del español Rafael Fernández (21). Fue además decimocuarto en la general absoluta, empatado curiosamente con su padre.

«Me ha hecho especial ilusión. La verdad es que hasta el final no creía que pudiera ganar. El primer día solo pude tirar 10 y no 20, por las condiciones de luz muy baja e hice 10 de 10. El segundo día tiré los segundos 10, y fallé dos. Y luego, en la tirada de cuatro, pleno, y la última, de uno también». Allí ya sabía que si no fallaba era campeón del mundo y si erraba debía ir al desempate. «Me llegaba en la 24, miré y me dije, si la parto soy campeón mundial. Si fallo tengo que desempatar con el argentino Emmanuel Torello (campeón de la Copa del Mundo). Hasta ese momento final no estuve muy presionado ni con nervios».

Escuchar el himno nacional y subir a lo más alto del podio fue muy especial, aunque él siempre ha entendido este deporte como algo lúdico, en donde solo en las modalidades olímpicas puedes ganarte el sustento. «Como dice mi padre, de romper platos no se puede vivir».

Primero en la categoría de veteranos y tercero absoluto en este campeonato, el estadounidense Ricky Mein es uno de los referentes principales para Darío. De hecho, estuvo un año alojado en su casa cuando el de Cabezón de Pisuerga acudió con una beca de estudios a los Estados Unidos. «Es un tirador increíble. La calma que tiene. Verlo tirar es un espectáculo. Su hijo es ya deportista olímpico». En Cabezón, al menos, ya hay un campeón del mundo.

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