Juanjo Rojo y David Sanz. El Norte

Cuatro atletas contra la pandemia

En primera línea ·

Tres médicos y una enfermera integrantes del CAV ponen su granito de arena en la lucha contra la epidemia de coronavirus en Valladolid y Soria

Víctor Borda

Valladolid

Martes, 5 de mayo 2020, 07:24

La pandemia ha obligado a las profesiones sanitarias a redoblar sus esfuerzos para ayudar en una situación tan crítica. El Club Atletismo Valladolid (CAV) cuenta con cuatro de sus integrantes en esa primera línea de lucha contra la covid-19.Son los médicos José Antonio Panera, David Sanz y Juanjo Rojo, y la enfermera Ana Sanz. Orgullo de su club en medio de una crisis sanitaria sin parangón.

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José Antonio Panera, pertiguista y entrenador del CAV, se movilizó rápido. A la espera de la nota del MIR, Panera decidió que era el momento de echar una mano y ofrecerse. En esos momentos, Soria estaba en el ojo del huracán. Él guarda mucho cariño a aquella ciudad, en la que estuvo tres años en su CAEP. Y fue Soria la primera en responder a su oferta de ayudar, en concreto en el hospital Santa Bárbara. Para allí se fue sin pensarlo.

En el centro hospitalario soriano, Panera fue destinado al servicio de medicina interna. «Estoy viendo enfermos por covid-19. Somos cinco los médicos que hemos llegado así. Junto a un adjunto, nos ocupamos de comprobar las constantes de los pacientes y sus tratamientos. Estoy en primera línea contra esta enfermedad», explica.

«Al principio, en Soria había muchos afectados, muchos fallecidos, personas que no deberían haber muerto en circunstancias más normales», se lamenta.

Está alojado en la residencia Antonio Machado, un centro abierto para los sanitarios que están trabajando durante estos días en Soria. Tiene programados turnos de ocho de la mañana a tres de la tarde y guardias de 24 horas que a veces se han alargado por necesidad del servicio. «Durante las dos o tres primeras semanas no descansamos un solo día. La situación de los pacientes así lo exigía. Luego ya hemos podido descansar algún festivo o fin de semana», subraya.

Panera está preparando las maletas para regresar a Salamanca. Le han comunicado que la situación médica está recuperando la normalidad y que sus servicios no serán ya necesarios. «Esperaba que iba a estar más en Soria. Me fastidia quedarme sin trabajo, pero lo positivo es que se debe a que estamos derrotando al bicho», resalta.

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Este pertiguista del CAV tiene mucho que agradecer a la alma máter del club, Ana Pérez. «Ella fue para mí como una madre durante los dos años que estuve becado en la residencia Río Esgueva. Tuve una adolescencia complicada y Ana Pérez me encaminó hacia el lugar donde debía de ir».

Residentes de primer año

David Sanz y Juanjo Rojo son velocistas, tienen 26 años y residentes de primer año en la especialidad de anestesista en el Clínico de Valladolid. Además, comparten piso desde hace unos meses. Los dos coinciden que su contacto con la covid-19 ha sido más limitado que otros residentes con más años de experiencia. Las unidades de reanimación del hospital, con la llegada de la pandemia, se reconvirtieron en una extensión de la UVI.

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Rojo destaca que irse a vivir en febrero con David Sanz ha sido perfecto para evitar el contagio de sus padres, con los que convivía hasta entonces. «No existe esa preocupación. Tenemos el mismo riesgo de contagiarnos, pero ya es diferente. Eso sí, mi madre me llama todo los días preocupada. También mi abuela, que vive sola en el pueblo».

Reconoce que la situación ha mejorado. «Hemos ayudado en función de nuestros conocimientos y experiencia», comenta Juanjo Rojo.

Su compañero David Sanz hace hincapié en que ha sido duro afrontar una situación tan complicada. «No tengo miedo al contagio, sí mucho respeto. No es el mismo que lo cojas tú con 26 años que un sanitario con más edad o con patologías previas»,

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Narra lo complicado que es trabajar con todo el equipo, «pues te cuesta adaptarte y estás obligado a ponerte todo. Resulta más importante quitártelo bien que ponerlo. Con la máscara es complicado trabajar».

Ambos están contentos porque, a partir del pasado sábado, ya pueden ponerse las zapatillas y comenzar a correr de manera individual por Valladolid.

En la UVI

Ana Sanz, también velocista del CAV, es enfermera. Acabó su formación en junio. Trabajó durante tres meses y lo dejó para presentarse al EIR. En esta prueba quedó la décima de toda España y primera de Castilla y León. La llegada de la pandemia le pilló en casa. Decidió que debía echar una mano y contactó con lugares en los que podía ser útil. El Río Hortega la llamó finalmente.

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Allí fue enviada a primera línea, a la UVI. Nunca había trabajado en una. Su experiencia hasta ese momento había sido en quirófano. «Allí te das de golpe con la realidad de esta pandemía», asegura. «Estamos haciendo turnos de 12 horas. Con el EPI no aguantas mucho tiempo. Por eso nos turnamos con él puesto. Hacemos tres horas dentro, tres horas fuera, tres dentro y otras tres fuera. Sudas mucho. Resulta agobiante y muy estresante».

Ana vive con sus padres. Toma todas las precauciones posibles para evitar contagiarlos. «Cuando llegó a casa intento que el contacto con ellos sea el menor posible y solo el imprescindible. Menos mal que tenemos dos baños, uno para ellos y otro para mí», explica.

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