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Artes marciales es en la actualidad –por el apogeo de la MMA y del circuito mundial UFC– sinónimo de espectáculo, de ruido mediático, de declaraciones cruzadas entre luchadores. «No va mucho con nosotros», confiesa Jesus Villanueva, director del I Congreso Internacional de Artes Marciales, que enseguida pone el apellido «tradicional» a su práctica deportiva.
El Colegio San José acogió esta convención internacional en la que más de un centenar de maestros del Bujinkan Dojo se dieron cita en Valladolid. La convocatoria, que contó con el maestro Pedro Fleitas, el primer europeo en desarrollar la vieja escuela de los ninjas y samurais, con más de 130 viajes a Japón en su trayectoria, dejó claro «que las artes marciales deben utilizarse como última alternativa», coincidieron los ponentes, con Villanueva a la cabeza.
El vallisoletano, alumno destacado de Fleitas, bien sabe lo que es tener que aguantar hasta el final para no poner en prácticas sus conocimientos en una profesión como la de policía. «Es una disciplina que promueve evitar conflictos, pero yo por mi trabajo, a veces es inevitable, y tienes que controlar mucho para no hacer mucho daño a alguien que, por ejemplo, puede enfrentarse a ti bajo los efectos de las drogas», explicó.
El Congreso incidió en cómo Soke Masaaki Hatsumi, heredero de las nueves escuelas tradiciones de artes marciales japonesas –vinculadas a los ninjas y samurais– decidió abrir estas a la civilización occidental «para tratar de mejorar el mundo», destacaron en la cumbre vallisoletana que contó con ponentes de todo el mundo, como EE.UU, Chile, Alemania, Italia, Austria o Suiza.
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