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Al mal tiempo, buena cara. Eso es lo que está poniendo en práctica el palista segoviano David Llorente Vaquero, una de las realidades más destacadas ... de nuestro piragüismo en aguas bravas. Estamos nada menos que ante el subcampeón mundial de K-1 en la modalidad de eslalon y uno de los candidatos a luchar por el podio en los Juegos de Tokio. Asume con resignación que deberá esperar un año más hasta la cita nipona, aunque reconoce que, en la situación actual por culpa de la pandemia del Covid-19, lo mejor era aplazar las Olimpiadas para que todos puedan competir en igualdad de condiciones al haber podido entrenar con normalidad y con las mismas posibilidades. A sus 23 años, este segoviano, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y estudiante de segundo curso de Ingeniería Informática, pasa la cuarentena en su casa en la localidad de Palazuelos de Eresma. Sueña con montarse en su piragua en el momento en el que se levante el confinamiento.
–¿Cómo lleva estar confinado en su casa?
–Bastante bien. Son tres semanas y se me están pasando rápido. Tengo la suerte de poder estar en casa. En todo el año pasado no estuve de seguido más de dos semanas. Es lo que toca ahora y la situación parece lejos de mejorar. Echo de menos estar con la piragua en aguas bravas.
–Ha tenido que improvisar un artilugio, una especie de canoa, para dar paladas sin moverse de su casa.
–La Federación Española (RFEP) me ha suministrado un kayak ergómetro, una máquina que simula el paleo. La he colocado mi piragua y lo he adaptado lo más posible a lo que son las aguas bravas. He desmontado la parte del reposapiés y el asiento, y le he colocado mi canoa. He alineado el ergómetro con un press banca, he puesto encima mi embarcación y lo he atado todo con una cincha. He buscado la especifidad máxima a mi especialidad.
–¿Ha sido un palo el aplazamiento de los Juegos Olímpicos hasta 2021?
–Ha sido un palo, no hay duda. Estábamos muy ilusionados a cuatro meses de la cita olímpica. Pero era lo más lógico ante el cariz que ha ido tomando la situación por culpa del coronavirus. Hace un mes y medio te cuentan lo que va a suceder y no te lo crees, pero a medida de que no podías entrenar, por mucho que te duela, es la mejor decisión que se puede tomar. Tienes un año más para prepararte. Toca ahora cambiar el plan de trabajo. Estuve triste, pero ahora comprendo que es lo correcto. Creo que nos va a costar arrancar un mes largo, mientras que algunos contrincantes tienen la posibilidad de entrenar en aguas bravas. Eso me obliga a ser un poco más creativo para encontrar fórmulas que me permitan trabajar.
–Es uno de los candidatos a subir al podio en Tokio.
–Esta temporada ha sido muy buena, pero solo tengo 23 años y hay gente con mayor experiencia que yo en este tipo de competiciones. Mi primer objetivo era ir a los Juegos y lo he conseguido. Luego me fijo la meta de llegar a la final y, una vez allí, pelear por estar lo más arriba posible. Pero para eso queda más de un año todavía.
–Ya tenía asegurada su plaza para los Juegos.
–Sí, desde el pasado febrero.
–Todo la situación de la pandemia le pilló entrenando en Londres.
–Estaba entrenando allí porque el Europeo se iba a celebrar en su canal olímpico, pero finalmente ha tenido que ser suspendido.
–¿Hace entrenamiento 'on line'?
–Sí, a través de la Federación Española hacemos una serie de rutinas de gimnasio, una especie de trabajo de crossfit con el reto de ver quién acaba antes. Vas al límite de 15 a 20 minutos y hay hasta una especie de ranking entre los que participamos. Suelen ser dos sesiones a la semana. También practico yoga.
–¿Cuántas horas le dedica al día a entrenar?
–De tres horas y media a cuatro. Hago mucho yoga porque es muy bueno para la elasticidad en la canoa. Trabajo core, pues abdominales y lumbares son básicos para el control de la embarcación. También me gusta mucho la calistenia (un sistema de ejercicios físicos realizados con el propio con peso corporal).
–¿Qué otras competiciones se han suspendido dentro del piragüismo en aguas bravas?
–Por ahora el Europeo. Hay otras de menor rango que ya se habían aplazado.
–El cambio de fechas de los Juegos Olímpicos le obliga a cambiar el chip.
–Ese aplazamiento solo me ha dado un año más para la preparación, pero no he bajado la carga de trabajo, pues la motivación sigue siendo máxima y no pienso bajar los brazos.
–¿Le ayuda alguien a entrenar?
–Estoy con mi hermano Sergio, que también es piragüista. Estuvo en el equipo nacional júnior en 2017 y ahora entrena en el CAR de León. Habitualmente no solemos estar mucho tiempo juntos. Me gusta meterle caña. Tenemos un pique sano.
–¿Qué echa de menos en el confinamiento?
–Cuando regreso a casa es para descansar, pues no paro mucho aquí. Quizá echo de menos no haber salido a cenar con los amigos o haber ido al pantano a palear, pero no queda otra. Hay que ser paciente y tener conciencia de lo que hemos perdido. También esta situación me permite retomar mis estudios de ingeniero informático, algo que este año había dejado un poco apartado. Y aprovechó también para cocinar.
–¿Qué piensa hacer cuando se levante el confinamiento?
–Coger la piragua e irme a entrenar a la Seu d'Urgell. Llevo tres semanas sin subirme en ella y ya tengo ganas de hacerlo de nuevo.
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