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Antonio Fraile entrena en Valsaín. Óscar Costa
Antonio Fraile, el asalto de un chico de Valsaín a lo más alto

Antonio Fraile, el asalto de un chico de Valsaín a lo más alto

A sus 20 años, el piloto termina undécimo en la Copa del Mundo de Copenhague y no se pone límites: «Quiero ser campeón del mundo»

Sábado, 3 de septiembre 2022, 10:47

Imaginen que en el típico día en que se han levantado torpes, ese en el que no aciertan a meter el pie en la zapatilla o derraman el café, tuvieran que subirse a una bici de trial, un examen extremo de coordinación: piernas, brazos, dedos, visión. La vida de Antonio Fraile, el piloto de Valsaín que quiere ser campeón del mundo, es un castillo de naipes: si falla una carta, todo se desmorona. Él es un pionero de un lugar humilde, el chico al que animan por la calle. Ese entorno, que define como «una pequeña familia» es el lugar en el que quiere ser profeta. Él, que entrena con un campeón del mundo como Borja Conejos y un subcampeón como Alejandro Montalvo, es consciente de la distancia al objetivo. ¿La receta?: «Tiempo».

La temporada de menos a más de Fraile, de 20 años, comenzó en la Copa de España de Mazarrón, en abril; apenas tuvo fallos, pero una caída le apartó de la final. La siguiente cita fue en Cambrils, con un gran nivel. «Había mucho internacional, bajó gente de toda Europa». Su nivel fue similar: la presión le llevó a algún fallo más de la cuenta y quedó octavo, fuera de los seis finalistas. El salto de calidad lo dio en Guadalix de la Sierra, su primera final: fue quinto. Después viajó a Vic (Barcelona) para disputar la prueba de la Copa del Mundo. Fue el mejor en cuartos de final, con la máxima puntuación, y quedó decimonoveno en semifinales.

La primera fase terminó en el Campeonato de España de Cartagena, un día con malas sensaciones. «No andaba nada bien, muy torpe, no se me dio bien». Con todo, fue sexto, fuera de la final. «A lo mejor no descansé bien o no me aclimaté a la zona». Con mejores sensaciones volvió la semana pasada de Dinamarca, la segunda prueba de la Copa del Mundo. El sábado diluviaba y los cuartos de final fueron un ejercicio de riesgo. Ganó en su grupo con una gran puntuación, 520 puntos de 600. Y en la semifinal fue undécimo. «Me quedé flipado con el nivel que tuve ese día. Muy contento».

El problema de la coordinación es que solo puede entrenarse sobre la bici de trial. Por ejemplo, la capacidad de reacción de un piloto de Fórmula 1 puede practicarse virtualmente en un gimnasio. Si los médicos recomiendan la natación por el uso global de la musculatura, el trial no se queda atrás. «Mueves todo. Empiezo a apretar hacia abajo con los pies y con los brazos. Hago fuerza con el 'core', cuádriceps e isquio. Y para subir, con la espalda. Los dedos de la mano con los frenos; los dedos de los pies para agarrar el pedal de una forma o de otra…» También exige resistencia anaeróbica, pues supone dos horas de actividad con series explosivas de dos minutos.

Fraile convirtió un tropiezo en oportunidad. Competía en bicicleta de montaña y perdió un Campeonato de Madrid por una caída en una trialera, una zona inestable con gran pendiente y poco agarre. Su padre le compró una bicicleta de trial y cambió todo. Su bicicleta es la más pequeña: tiene las pulgadas de la bici de un niño. Lleva un 'balón' de rueda en la parte de atrás que amortigua las caídas, carece de sillín –el principal distintivo del trial–, y cuenta con unos frenos muy potentes, nada de progresivos. «Es darle y que se quede en el sitio. No puede fallar». En la parte delantera, ralló la llanta con la radial para que las zapatas se claven más.

Pasó de un deporte en el que contaba el reloj, ser el más rápido, a otro basado en la habilidad. «Es el deporte más técnico del ciclismo. Saber llevar la bici a un palo pequeño, subir un muro de 1,80…» Una competición está formada por cinco zonas y hay que dar dos vueltas. Dentro de cada una hay seis pasos: cada uno completado sin poner el pie en el suelo suma 10 puntos, así que el máximo por zona son 60 puntos. Los obstáculos pueden ser piedras, troncos, tubos de hormigón, madera prefabricada, ruedas grandes o cualquier travesura. En Copenhague tenían que sortear las letras de la ciudad en hormigón. Lo más exótico que recuerda Fraile fue el Mundial de China. «Era una cascada, todo mojado. Y el suelo era como una tolla, todo embarrado. Y caía el agua por las piedras. Había musguillo y deslizaba muchísimo».

Para Fraile el entrenamiento es un ejercicio de lectura. «Saber dónde agarra, dónde hay una rajita para poner la rueda. Si ves que hay un nudo en el tronco, ahí vas, no vas a ponerla donde hay corteza porque te vas a deslizar». Entrena en La Granja, junto al campo de fútbol, con piedras, troncos y tubos. Más prefabricado. También en Segovia, en el circuito junto al pabellón Pedro Delgado, más natural, para pruebas en la que el suelo desliza más. Es un laboratorio, todo tiene un porqué. El tiempo ha llevado a un deporte que surgió en los recovecos de la naturaleza a pistas diseñadas con la mayor exigencia técnica. Y en lugares céntricos. Por ejemplo, en la principal plaza de Copenhague. «Llevan el trial a la gente, no esperan a que la gente vaya al trial».

Fraile entrena con bici de trial, de carretera y la fuerza. Él asume el compromiso. «Te limita mucho salir con tus amigos, pero al final tiene su recompensa, la satisfacción de ser uno de los mejores pilotos del mundo». Se siente afortunado por vivir donde vive. «No tenemos nada y lo tenemos todo. Me flipa levantarme por la mañana, coger la bici y tener monte a 30 segundos de casa. Es un pueblo lejos de las grandes ciudades pero, en realidad, está muy cerca».

Con Valsaín estos días en fiestas, pone en valor la unión entre generaciones. «Te vas a juntar con un niño de cinco años como con un señor de 45. Te van a invitar a la peña de no sé dónde… Esa familiaridad es lo que mola». Él es parte del programa de fiestas, pues mañana hará una exhibición a las 20:30 horas en la plaza de toros junto a Yago García Berrocal. Para él, son los mismos nervios que en Copenhague. «Quieres que todo salga bien. Es llevar a la gente lo que has hecho en Dinamarca para que lo puedan ver ellos en persona».

Fraile comenzará el segundo curso de Técnico Superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva (TSEAS) y quiere ser bombero. «Me gusta ayudar a la gente y no hay mejor profesión que esa». Como se pueden imaginar, no faltaron camiones de juguete en su infancia. Su asalto a la élite está planteado a fuego lento, pero ya asoma la cabeza. Ocupa el puesto 28 del ranking mundial, un lugar demasiado bajo que se explica porque el año pasado apenas pudo competir por las lesiones. Su puesto más alto fue el 19º, un lugar que mejoró con su 11ª plaza en Dinamarca. En un deporte en el que duele todo, se sube a la bici y entra en otro mundo, sin dolor, en el que solo existe el siguiente obstáculo.

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