Se levanta cada día a las cinco de la mañana. A las seis está entrenando ya en Palencia, hasta las ocho. De ahí, al tren y camino hacia Segovia para incorporarse a trabajar en Valverde, donde es monitor de natación. «Compagino todo como medianamente puedo», ... sonríe.
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«Llevo diez años en la elite mundial y europea y como que tengo un poco asentado los resultados que voy obteniendo a lo largo de mi carrera deportiva. Y cuando acaba una cosa, empiezas con otro objetivo y nunca das mucha importancia a los logros deportivos que he obtenido. Pero fue una sensación muy especial porque me invadió la emoción y el orgullo bastante. Estuve llorando como media hora y fue una sensación muy bonita. Una de las mejores, por no decir la mejor, de toda mi trayectoria deportiva». Así recibió la noticia, mediante un documento expedido por la Federación Española de Deportes para Sordos, de que sería el abanderado español en esta edición de los Juegos Sordolímpicos que comienza el día 1 de mayo en Caxias do Sul, en Brasil.
A sus 28 años, con diez de trayectoria deportiva, tres ciclos de Juegos son muchos. «Mi primera convocatoria con la Selección Española fue con los Juegos y desde ahí ha sido un no parar», comenta antes de empezar a enumerar la retahíla de títulos con los que cuenta: dos europeos y dos mundiales, además de varias finales de ambos disputadas. «En total, actualmente tengo 22 récords de España, tanto en piscina corta como en piscina larga», sigue enumerando porque «es algo de lo que estar orgulloso y estoy en una época bastante dulce». Ha pasado por sus momentos altos y bajos, por supuesto; incluso se ha llegado a plantear la retirada, preguntándose quizá si el esfuerzo termina mereciendo la pena. Pero, como buen deportista, «año a año, paso a paso y aquí estoy». Sin querer pensar en el futuro, sino centrado en el presente.
Los últimos Juegos Sordolímpicos tuvieron lugar en la localidad turca de Samsun y la Selección Española regresó con una medalla de bronce y siete diplomas olímpicos. Álvaro de Frutos, que tomó parte en las pruebas de 50, 100 y 200 metros braza fue uno de los atletas que se trajo a casa semejante consideración.Aquellos Juegos tuvieron lugar en 2017 y los actuales debieron celebrarse en 2021, aunque la pandemia obligó a su retraso. Estos Juegos fueron creados en 1924, en París, y fueron el primer evento de la historia para atletas con discapacidad. Actualmente participan 109 países.
En ese presente está lucir en el evento de presentación en Brasil como portador de la bandera española, algo que no le cambia la perspectiva deportiva. «Tengo mis cosas muy claras, he entrenado muy duro este año para ello. Soy muy claro conmigo mismo y voy a cumplir mis objetivos, la realidad, que es entrar en final. Una vez ahí, que pase lo que tenga que pasar». No parte como uno de los favoritos, pero sí suele estar entre los siete u ocho mejores, así que espera competir bien y atenerse a las circunstancias propias del deporte y de la alta competición, «que nunca se sabe» como bien apostilla.
Aunque no es capaz de explicar qué diferencias puede haber entre sus sensaciones dentro del agua de las de cualquier persona con la capacidad auditiva intacta, puesto que él es sordo por una negligencia médica en el parto; sí aprovecha para reivindicar que las diferencias existen. «La afectación no viene por parte del oído, sino del nervio auditivo, que es una parte del cerebro dañada que afecta también al equilibrio. Para los que dicen que los sordos no tienen ninguna dificultad motriz para ejecutar cualquier deporte: mentira como la copa de un pino. Muchos sordos es cierto que no la tienen, pero otros muchos como es mi caso, sí». Una dificultad en el día a día, en detalles como la comunicación con el entrenador, más allá de los propios e inherentes del deporte. «Es bastante complejo».
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Una vez que comienza a hacer frente a ciertos tabúes, también abre el de los patrocinios y las dificultades para poder vivir del deporte, a pesar de los logros y el palmarés. Este año se marchó a la residencia deportiva Victorio Macho, subvencionada por la Junta de Castilla y León. «La verdad es que he dado con el punto intermedio entre la natación y el mundo aparte, me siento cómodo y comprendido por mi entrenador». Encontrado ese equilibrio, cabe pensar en el futuro y para eso está preparando unas oposiciones. Porque para el día a día, se hartó de buscar apoyos: «Cuando he buscado, no los he tenido. Los apoyos vienen de las subvenciones públicas, como el IMD, que humildemente da lo que puede, aunque creo que se puede un poco más. La Junta, que mediante las becas Excelencia Deportiva ayuda; o las becas de la Federación Española. Esas son las que he obtenido regularmente, aunque gracias a los resultados del Mundial obtendré una beca adicional del Comité Paralímpico». Ahí está su sustento.
En esta conversación, surge también la duda sobre el reconocimiento. Si siente Álvaro de Frutos que se le reconoce como podría reconocérsele si en lugar de acudir a los Juegos Sordolímpicos, acudiera a los Olímpicos. «Para nada, no se nos reconoce nada», comenta antes de apuntar hacia los medios de comunicación directamente. «Por ejemplo, por resultados deportivos podría estar ganando el premio al mejor deportista de Segovia y lo máximo que he llegado a conseguir es la mención de plata. Y, sin ir más lejos, el año pasado fui campeón de España diez veces, con seis récords de España, y ni siquiera me han mencionado como deportista en la Gala del Deporte. Quien diga que el deporte inclusivo está en igualdad de condiciones, miente como un descosido. Un mentiroso desde la M hasta la O».
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Esa es ahora también una de las luchas que parece mantener, la de la visibilización del deporte inclusivo. Hace pocos meses participó precisamente en un acto en el que compartió espacio con la también segoviana Águeda Muñoz Marqués. «Se trata de visibilizar y dar más pie al deporte con discapacidad incluyéndolo en actos de deporte convencional. Cada vez va a mejor, pero todavía falta mucho por luchar y por trabajar». En realidad, en el deporte igual que en lo social. No obstante, a De Frutos nadie le va a quitar la gloria de portar la bandera.
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