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Los pequeños que formaban parte de la escuela de pelotaris de Nava de la Asunción posan en el recien inaugurado frontón cubierto.

Cuando Nava fue capital europea

El frontón cubierto cumple esta semana 35 años de su inauguración, en la que albergó el II Campeonato Europeo de Cesta Punta

nacho barrio

Jueves, 17 de septiembre 2015, 10:58

El 14 de septiembre de 1980 empezaba todo. Nava de la Asunción se preparaba para sus fiestas patronales y en el ambiente flotaban los nervios previos a la Función. A priori un año más en la vida, otros fastos que celebrar durante una semana de jarana y verbena... pero aquel año todo sería diferente. La inauguración del nuevo frontón cubierto de la localidad, uno de los mejores del panorama nacional, contaría con un evento único que pondría al pueblo en el mapa continental: El II Campeonato de Europa de Cesta Punta estaba a punto de comenzar.

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Italia, Francia y España llevaban a sus clubes más punteros para batirse el cobre en la pista segoviana tras un primer europeo en Milán del que salió vencedor el Athletic Biarritz francés. La cita en Nava sería ideal para decidir el nuevo trono del viejo continente y para ver a la flor y nata de la pelota internacional.

Todo comenzó con el empeño de Félix Renedo, presidente entonces de la Federación Segoviana de Pelota. Aprovechando su papel en la Federación Española, convenció sin mucho esfuerzo al alcalde Serviliano García de Castro, primero de la necesidad de construir el frontón cubierto y, posteriormente, de que la mejor manera de inaugurarlo era celebrar allí el Campeonato.

El alcalde dio vía libre a las dos ideas. Para terminar la nueva instalación, que se alargó demasiado en el tiempo, hizo la falta la colaboración económica de numerosos vecinos, algunos de los cuales tras terminar su jornada laboral iban a echar una mano en la construcción del frontón. Lo de conseguir el Campeonato fue bastante más sencillo: la candidatura de Nava se presentó y ganó. La aventura no había hecho más que empezar.

Aquel 14 de septiembre llegaron al pueblo corresponsales de casi todos los medios de comunicación nacionales, que pusieron al frontón cubierto como centro de las noticias deportivas con las que abrían informativos y periódicos. Incluso Mari Carmen Izquierdo, conocida periodista deportiva, fue la encargada de narrar para Televisión Española la jornada de inauguración.

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Y no solo periodistas acudieron a la Nava. El mundo de la pelota vasca se volcó de lleno con el acontecimiento, aunque en un principio tuvieran sus reservas. Josep María Mirapeix, oro olímpico como jugador de cesta punta en México 68 y como seleccionador en Barcelona 92, acudió a una infraestructura «que al principio me pareció pequeña, pero que logró dejar un buen sabor de boca en todos los que estuvimos allí». Y es que el frontón navero ofrecía menos metros de los que la Cesta Punta necesitaba, cuestión que se solucionó con una magnífica elección de pelotas, más lentas de lo habitual.

El pueblo salió a la calle y llenó las gradas aquel domingo de septiembre. La jornada inaugural contó con un almuerzo en comunidad por la mañana y una visita a los toros por la tarde en el coso del pueblo, donde el diestro brindó la faena a los pelotaris recién llegados.

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Y llegó el momento

A las nueve dio comienzo el espectáculo. Con las autoridades provinciales compartiendo tribuna con los presidentes nacional e internacional de pelota, la Banda Municipal de Coca puso música a la ceremonia, en la que desfilaron bajo su bandera e himnos nacionales los clubes españoles (Grupo Cultural Covadonga de Gijón, Club Basconia de Barcelona y Escuela Guernica); franceses (Union Sportive San Juan de Luz y Athletic Biarritz A y B); e italianos (Milán Atletic y Milano Sport). Todos al paso, comandados por jóvenes vestidas de segovianas, desfilaron por la pista para dar lugar a dos exhibiciones de pelota mano y a un encuentro inaugural de cesta punta entre España y Francia, donde Arrien y Rego, del Covadonga y Guernica respectivamente, se llevaron el gato al agua por un marcador de 25-21. El éxito no había hecho más que empezar.

Durante las siguientes jornadas se fueron sucediendo los partidos y los naveros fueron viendo en la pelota un deporte que practicar. El buen sabor de boca al que apuntaba Mirapeix se confirmaba en el trato ofrecido por los vecinos de Nava, que no solo tomaron parte del evento, sino que integraron en sus fiestas a los que vinieron de fuera.

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Fueron días de partidos épicos. Aún recuerda la grada navera aquel Biarritz B - Escuela de Guernica de la segunda jornada, con un pabellón volcado apoyando a los guipuzcoanos, que al final ganaron por 40-37. Fueron días de felicidad colectiva en los que la Cesta Punta enamoró a propios y extraños con aquellos pelotaris que literalmente danzaban sobre la cancha, describiendo movimientos imposibles que muchos quisieron imitar.

Uno de los que allí confirmó su estrella fue el vasco-francés Daniel Michelena. Haciendo pareja junto a Bernard Bolthaire, el de San Juan de Luz tuvo en Nava de la Asunción su trampolín, llevándose el Mundial de Cesta Punta en México dos años después.

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Aquel campeonato, en el que tanto vascos como franceses pronto impusieron su ley, fue un éxito sin precedentes que dio pie a volver a lanzarse a la aventura en 1989, organizando de nuevo un europeo, aunque en esta ocasión los participantes ya acudieron bajo sus selecciones.

La final fue puramente francesa. Echebarria y Cartategui, del Athletic Biarritz buscaban revalidar el título conseguido en Milán el año anterior, empresa sencilla si no hubieran tenido delante al naciente Michelena mano a mano con Bolthaire. San Juan de Luz abrió una nueva era paralela a la de Nava, que veía en la pelota un futuro deportivo para sus vecinos más jóvenes.

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La afición se disparaba

Aquel espíritu pelotari no acabó allí. Serviliano García de Castro se empapó pronto de la corriente deportiva y tuvo un destacado papel en la pelota segoviana, impulsando una escuela de pelotaris naveros que tuvieron como maestro a todo un campeón traído del País Vasco, al que pronto apodaron como Tío Ventiscas por sus continuos «¡Aire, aire!», que dirigía con cariño a sus alumnos.

35 años después y con infinidad de partidos a sus espaldas, el frontón cubierto, que en aquellos días de 1980 fue referencia, pide un descanso más que merecido con el que pasar el testigo a su vecino polideportivo todavía en construcción. Una jubilación bien ganada tras acoger a miles de ilusiones bajo su techo. Y a dos europeos, ahí es nada.

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