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Carlos Soria, antes de su intervención en las Jornadas de Montaña Segovianas.
«Somos una especie que no durará mucho»
Montañismo

«Somos una especie que no durará mucho»

El alpinista Carlos Soria, que abordará la próxima primavera el Annapurna y el Dhaulagiri, repasa en las Jornadas de Montaña Segovianas sus últimas expediciones

nacho sáez

Viernes, 28 de noviembre 2014, 12:23

Las Jornadas de Montaña Segovianas (Jomose) se reencontraban este jueves con Carlos Soria (Ávila, 5 de febrero de 1939), al que ya tuvieron como invitado hace ocho años. Tiempo más que suficiente para acumular vivencias sobre las que reflexionar ante el público que llenó la Sala Ex.Presa. El alpinista abulense, que tiene ahora 75 años, busca alcanzar la cima de los catorce ochomiles con la ayuda del BBVA. Sin embargo, asegura que afronta ese reto «sin presión» y señala que es un hombre feliz con lo que hace.

Me decía que viene de entrenar. ¿En qué consiste la preparación física de un montañero?

En hacer abdominales, brazos, equilibrio... Todo esto. Ahora no me puedo mover en bicicleta porque me duele la rodilla que me operaron, así que algunos días hago máquina elíptica en el gimnasio y otros ando más deprisa o más despacio. Tengo dolor y todo esto lo hago con un poco de dolor, pero bueno, cada vez va un poco mejor y espero para cuando marche que esté bien. Otras veces hago cuestas. Subo a Maliciosa, hago series en el Cerro del Telégrafo, que está al lado de mi casa... Y en cuanto haya nieve haré esquí de fondo. Me iré al Pirineo unos días y a ver si no me duele la rodilla.

¿Ha cambiado mucho la forma de prepararse en estos años?

Para mí lo que ha cambiado ha sido la cantidad de tiempo que tengo. Soy el jubilado con menos tiempo del mundo, seguro, porque el miércoles estuve en Gerona; hoy (por este jueves) he entrenado un rato, he estado haciendo cosas y he venido a Segovia a la proyección; y mañana (por este viernes) voy a entrenar temprano porque después me voy a La Coruña. Pero ahora mis hijas son mayores, yo no tengo trabajo ya desde hace diez años y puedo hacer el ejercicio que necesito y descansar. Cambian algunas cosas, como esto del equilibrio y la condición física. Antiguamente no hacía nada más que correr y un poco de brazos.

¿Estaba más tranquilo cuando no tenía el foco mediático encima?

No, procuro estar tranquilo. Ahora es que se me han juntado muchas cosas. Mi hermana ha estado muy enferma y ha muerto hace muy pocos días. He estado muy preocupado y atendiéndola todo lo que he podido, y eso también me ha tenido un poco fastidiado, como es lógico, de cara a los entrenamientos y a las cosas que tenía que hacer. Tenía que atender a mi hermana; era su único hermano. Pero bueno, estoy muy contento con la vida que llevo y no tengo ninguna presión. Para nada.

Ilusión

¿Era muy diferente el alpinismo que conoció cuando empezaba?

El alpinismo no es distinto. Son distintas muchas cosas: el material que empleamos, la cantidad de gente que va a las montañas... Eso sí es distinto; lo demás no. Ahora tenemos muchos más medios. En mi expedición, por ejemplo, tenemos Wifi en el campo base, que eso es una ventaja. También es un inconveniente, pero sobre todo es una ventaja porque recibimos partes meteorológicos prácticamente todos los días. Y estamos en contacto con todo; podemos mandar información, estamos en contacto con la familia... La esencia del alpinismo y de la gente que lo siente como es, yo creo que no ha cambiado nada. La ilusión a mí no me ha cambiado desde el primer día y hasta ahora. Tengo las mismas ganas de marcharme otra vez al Himalaya que cuando era jovencito. Ahora, eso sí, destaca la rapidez con la que puedes montar una expedición. Antes llevaba mucho tiempo y ahora con un teléfono montas una expedición en un par de horas a través de las agencias de Nepal o de Pakistán.

¿Tenían más mérito las expediciones de antes?

No, no. Antes necesitabas más tiempo y eran quizás más duras algunas cosas; con el material que tenías, no hay duda que era todo mucho más pesado. Las tiendas de campaña eran muy débiles y ahora son muy fuertes y muy buenas. En aquellos momentos era lo que había y te sentías tan tranquilo. Ahora también hay gente que hace cosas mucho más complicadas que las que se hacían antes. Siempre va un poco delante también la técnica y la preparación de la gente. Al tener más facilidades se pueden hacer cosas más complicadas. También hay más gente que es profesional, que antes había menos. Yo si hubiese tenido, cuando tenía cuarenta años, el tiempo y las condiciones de ahora, habría hecho cosas mejores. Pero no me quejo. Me he divertido mucho y he hecho mucha montaña como me gustaba.

¿Se ha desnaturalizado la montaña y ha quedado al servicio del dinero?

Siempre ha costado dinero ir a la montaña, pero no está al servicio del dinero. Hay de todo. Hay expediciones comerciales, pero estas también son una facilidad porque antes, para ir de expedición, tenías que reunir un grupo de seis o siete personas para compartir un permiso. Ahora te puedes ir con dos amigos o tú solo, como yo he ido muchas veces, y compartir permiso o campo base con otra gente que no conoces. Eso antes no se hacía de ninguna manera. Antes solo había una expedición por una de las rutas de la montaña; ahora hay cuarenta mil expediciones juntas y no pasa nada. Es más incómodo, pero también tiene sus ventajas, porque hay más facilidad para instalar cuerdas y hacer huella. Los tiempos son como son. No me gusta la gente de mi edad que dice que esto ya no es como era. Claro que no es como era; qué es lo que no ha cambiado. Esto no se podía quedar anclado como nada se ha quedado anclado.

¿Cómo se imagina este mundo en un futuro?

(Suspira). Eso es inimaginable, inimaginable, absolutamente inimaginable. Este mundo va a ser muy complicado. Somos una especie que no durará mucho tiempo; eso es seguro. Llevamos muchos años aquí. Somos una especie que no va a durar muchísimo porque vamos acabando con los recursos que tenemos. Esto no tiene nada que ver con la montaña, pero verdaderamente es terrible. El petróleo y otras cosas se acabarán y quizás surjan otras fuentes, pero estamos tirando de cosas que tienen fin. Y si esas cosas tienen fin, también lo puede tener nuestra especie.

¿Y el del alpinismo?

El boom de la montaña estará cada vez un poco más domesticado. Ahora cada vez es más complicado encontrar porteadores competentes paras las expediciones, porque viven un poco mejor, porque es gente más floja... Vienen muchos porteadores que viven en Katmandú y ya no son como eran. Van a las expediciones con trekking, que son sencillitas, por caminos. Pero algunas expediciones que la aproximación es complicada, como en el Annapurna, en el Dhaulagiri, es difícil encontrar porteadores y cada vez se están haciendo más cosas con helicópteros. Y eso irá cada vez a más.

¿Siente que a usted todavía le queda mucha cuerda?

Eso no lo sé. De momento hoy tengo toda la cuerda necesaria para hacer lo que estoy haciendo. De eso estoy seguro porque si no, no lo haría. Sí que sé que tengo muchos aspectos de la montaña que los podré hacer durante mucho tiempo. Cuando vea que no puedo hacer estas cumbres que estoy intentando, haré otra cosa. Pasearé por un camino, me subiré a la Maliciosa solamente o haré lo que tenga ganas. Pero siempre tendré que ver con la montaña, eso sin duda.

¿Cuál es su próximo reto?

El Annapurna y el Dhaulagiri. Voy a intentar dos montañas esta próxima primavera.

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