Gestionar el dinero público no es fácil. Nada fácil. Como dice la Biblia, la mies es mucha y los trabajadores pocos. Siempre hay más necesidades que recursos. De ahí la importancia de que quienes tienen la responsabilidad de gestionar los presupuestos lo hagan de manera ... rigurosa. El dinero de los impuestos tiene por objetivo final mejorar la calidad de vida de los administrados, pero si esa mejora se demora deja de serlo.
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Ayudar o no a los clubes deportivos de élite no profesionales es una decisión de quien gestiona el dinero de los impuestos. No es obligatorio hacerlo. Tan válido es decidir que el deporte no es una actividad esencial y que deben ser los clubes quienes se saquen las castañas del fuego, como lo contrario.
Al consejero de Cultura y a María Perrino nadie les obligaba a prometer a 19 clubes que les iban a repartir un millón de euros para hacer frente a los problemas económicos derivados de la pandemia y sus consecuencias, que básicamente es la falta de público. Pero si lo han prometido, cumplan. Y háganlo ya
Un gestor responsable, cuando lanza una idea o promete dinero, debería tener ya encauzados los cientos de pasos que hay que dar en la burocracia para materializarlo. Debería saber si tiene dinero, reservarlo si lo posee y empezar a redactar las bases que permitirán el reparto ágil.
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Hacer lo contrario, que es el caso, es marear la perdiz, desesperar a los administrados y trasladar la sensación de que siguen sin aprender nada.
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