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Salida de la maratón, con Javi Guerra en las primeras posiciones. EFE

Javi Guerra culmina el sueño de ser olímpico: «He corrido 34 kilómetros a contracorriente»

El atleta segoviano termina en la posición 33 en una carrera dominada por Kipchogue en la que Lamdassem entró quinto en meta

Sergio Perela

Segovia

Domingo, 8 de agosto 2021, 03:45

La prueba de la maratón masculina estaba prevista a las siete de la mañana hora de Sapporo y, en este caso, no hicieron lo mismo que con la femenina, adelantarla una hora por culpa del calor y la humedad. Aunque tal vez la razón es que en el caso de las mujeres dio exactamente igual una hora antes que una hora después, porque fue la más lenta de las diez que se han disputado en la historia de los Juegos Olímpicos. Moraleja: todo lo que había obsesionado a Javi Guerra durante este último año, se cumplía. No cabía la menor duda de que la preparación, antes de empezar a correr, era idónea. En tal caso, lo mismo hasta las previsiones se quedaban cortas.

El Parque Odori no solo iba a dictar sentencia en cuanto al reparto de medallas y demás lisonjas inherentes a los Juegos, sino que iba a suponer el broche a la carrera del atleta segoviano, al que al principio le bastaba con salir a disputar una maratón olímpica y luego, con el paso del tiempo, se había planteado la idea de pelear por el diploma. En teoría, todo arrancaba con 26 grados de temperatura, pero una sensación de humedad del 80%. Una locura mayor que la que supone en sí mismo correr esa distancia en apenas dos horas. Evidentemente, el favorito era Kipchogue, un mito al ser el único capaz de correr esta distancia al menos una vez en la vida por debajo de las dos horas. Oficialmente, su récord del mundo está en dos horas y un minutos; pero en esta prueba la mitad de los participantes estaba por debajo de las dos horas y diez minutos. Superhombres para enfrentarse a una superprueba.

Guerra, en la línea de salida, se pegó a Kipchogue y no solo para salir en la foto. En el parque Odori ya se veía que Kipchogue iba a estar solo, no con el séquito que suele llevar en otras pruebas comerciales. Contaba, eso sí, con Cherone y Kipruto, sus dos escuderos con la camiseta de Kenia. Todos los demás, formaban en línea a su lado y mirándole de reojo, como si quisieran guardar ese recuerdo en la retina y quién sabe si en redes sociales. Había aire, el sol parecía andar perezoso en los primeros kilómetros e, incluso, amenazaba con llover en algún momento. Ideal sobre el papel para una buena respuesta del atleta segoviano. Eso sí, a los dos kilómetros ya empezaban a hacerse grupos y los españoles estaban bien colocados, delante. Si había que caer, no iba a ser de forma tan barata.

Carrera nada lenta

La primera referencia importante era la del primer cinco mil, que la cabeza de carrera pasaba a ritmo de 3:03. Evidentemente, no era un ritmo de récord del mundo, pero sí mucho más vivo de lo esperado sobre el papel. Los tres españoles estaban dentro del grupo y Javi iba guardando fuerzas, cerrando grupo sin sufrir y midiendo mucho lo gastado en cada paso. Dos avituallamientos habían quedado atrás y él no había recargado pilas en ninguno, ni de líquido siquiera. Tiraba el colombiano Suárez y ya quedaban en el grupo principal más o menos la mitad de los contendientes. Datos para tener cuidado, pues del quinto al décimo el recorrido picaba hacia arriba y seguir ese ritmo podía romper algún cuerpo. De hecho, a los 27 minutos de prueba, el etíope Kitata, el hombre que derrotó a Kipchogue en Londres, sufría problemas musculares y quedaba fuera. No se había llegado al décimo kilómetro y ya empezaban los estragos, con Guerra haciendo un poco la goma. Él continuaba cerca del grupo de cabeza, pero Dani Mateo ya iba cayendo, aunque siempre con el grupo a la vista. Lamdassem sí se dejaba ver en primer línea.

El segundo parcial, calcado al primero. La cabeza de carrera completaba los diez primeros kilómetros en 30:53. La dureza no era baladí y el ritmo había subido hasta los 2:10. Quizá había que medir y no entrar al trapo, porque llegar a eso podía suponer una caída al abismo. Una caída que seguía sin llegar para los atletas españoles, pegados como lapas al grupo de los mejores en el kilómetro 15, que marcaba una proyección de dos horas diez minutos para ganar en Sapporo, entrando de nuevo en un ritmo de 3:02. El sufrimiento para Javi Guerra iba a empezar a llegar sobre el 17, cuando seguía viendo al grupo de cabeza cerca, pero ya notaba cómo se estiraba. No era preocupante, porque los vaivenes todavía irían dejando más cadáveres en el camino. El segoviano se instaló en un segundo grupo con siete hombres dispuestos a tirar y en el 20, él estaba a apenas veinte segundos del primer grupo. Esa distancia era mayor justo en mitad de carrera, momento en que Javi figuraba como el 37 en la carrera.

Con el colombiano Suárez sorprendentemente fuerte, el brasileño Do Nascimento igual y el norteamericano Rupp tirando; Dani Mateo empezó a sufrir antes del kilómetro 25 y Javi Guerra, por detrás y haciendo su carrera, se iba quedando en solitario. Momento duro, de tirar de fortaleza mental. Claro, que después de ese quebranto, el brasileño se caía desfallecido, completamente zombi, contra las vallas de protección de recorrido. En ese momento, Kipchogue decidía tomar el mando y marcar el ritmo, diciéndole a Rupp con la mano que se quedase detrás, que llegaba el primer arreón serio de verdad. De los españoles, únicamente Lamdassem seguía arriba. Aguantó hasta el segundo apretón de tuercas del keniata, que llegó a la hora y media y dejó el primer grupo en siete unidades. Se quedaba Rupp, pero no el español.

En el 31, Kipchogue decidió que ya, que era hora de hacer el resto por su cuenta. Landasem aguantó hasta el último kilómetro peleando por las medallas. El mito keniata se colgaría de nuevo el oro con 2:08:38; el neerlandés Nagueeye sería plata y el belga Abdi, bronce. Ayad Lamdassem entraría quinto. El soriano Dani Mateo entraría en el puesto 21 con 2:15:26 y Javi Guerra, el 33, con 2:16: 43 y la silla de ruedas esperando. El sueño estaba cumplido: había sido olímpico.

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